Capítulo LIX: Trueque

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Las palabras del arcángel mantuvieron callados a los dos testigos, Katia por más que quería gritar a los cuatro vientos que su líder estaba en lo incorrecto se limitó a cerrar sus puños alrededor de su lanza tornando sus nudillos blancos, Gabriel solo se obligaba a escuchar las delirantes palabras de su líder. La castaña no soportaba ver semejante arrogancia en el cuerpo que una vez juró por su vida cuidar, pero ahora esa alma ya no existía y en su lugar había un impostor que en sus venas corría soberbia. Katia desvío la mirada al cielo notando como se formaba una gigante nube giratoria encima de ellos, ella no creía lo que veía y enfocó su mirada en el núcleo y notó que no era una nube cualquiera. Era un remolino de las almas de la ciudad.

Radna observó el cielo y soltó una carcajada que se escuchó casi por todas partes, el demonio estaba gozando con el escenario.

- ¡Bien bien! ¡Mi ciudad será evaporada con estilo!- Exclamaba Radna.- Y me gustaría ver hasta el final pero ya tengo algo programado en el infierno, así que necesito que me des ya tu preciosa sangre, Arcángel.

La silueta extendió su mano hacia Radna y éste con su filosas garras cortó la muñeca del arcángel provocando que la sangre brotara y antes que la primera gota cayera al suelo Radna sacó del bolsillo de su cazadora un pequeño recipiente de cristal y comenzó a llenarla con la sangre. Cada gota que caía al recipiente le transmitía al demonio la mayor sensación de felicidad, pues él era una de las pocas criaturas que sobrevivía luego de ver sangre de uno de los arcángeles de alto rango. Quienes eran testigos de ver aquella sangre no vivía para contarlo, pues el propio arcángel se encargaba de ello, era una regla pues un servidor del Creador del mundo no puede ser visto herido por nadie.

- Ya estarás satisfecho Radna.- Habló el arcángel mientras apartaba su mano con brusquedad.- Ya tienes lo tuyo, ahora dame lo que es mío. No tengo mucho tiempo para desperdiciar.

- Vale, vale.- Radna envolvió el recipiente en un pañuelo de color morado y luego lo volvió a guardar en el bolsillo de su cazadora.- Es momento de crear al niño inmortal.

- El que me ayudará a bendecir estas tierras malditas y pronto serán ciudades más grandes hasta que no quede más nada. Voy a purificar el mundo y no habrá quién me detenga.

Radna escuchaba sin mucha importancia las palabras del arcángel pues a él no le importaba qué ciudad fuese el patio de juego de aquella macabra silueta, lo que le interesaba al demonio era obtener su sangre y ahora que estaba bajo su poder nada era más importante. El demonio extendió su brazo y bajo su mano colgaba una extraña piedra de varios colores de oscuros tonos. Gabriel estaba atónito a lo que veía puesto que esperaba a un verdadero niño, no un collar con una extraña piedra.

- Aquí tienes al niño.- Respondió Radna.- Perdí a siete ered'ruin al tratar de forjar tu pedido.

- Siete demonios menos en este mundo, yo no lo veo como una pérdida sino como una bendición.

El demonio le entregó el colgante al arcángel y no perdió el tiempo en llevarlo puesto. El intercambio ya estaba hecho.


A una considerable distancia de ellos llegaban los hermanos Demonie y Kyle, ellos se habían percatado también del nuevo fenómeno en el cielo y a pesar que todo era una señal de muerte ellos no dieron marcha atrás pues la teoría de ambos era que su propio padre estaba detrás de todo el desastre que estaba ocurriendo en la ciudad y ellos no permitirían que salga completamente impune, aparte le iban a exigir una explicación. Aunque muy en el fondo sabían que su padre no era alguien fácil de tratar y trataban de ignorar ese hecho, ellos estaban claros que sus planes tenía varios huecos y tenían una alta posibilidad que ellos sean quienes terminen en el suelo expulsando el último aliento de vida. Pero ser imprudente estaba en la sangre de estos demonios.

- Kyle necesito una tira de tela.

- ¿Hmm? ¿Para qué?- Cuestionó el mayor.- ¿Por qué una tira? ¿Qué planeas hacer?

- Sujetarme el cabello.

Kyle no dijo nada al respecto, solo dejó salir un suspiro de decepción puesto que él esperaba algo un poco más interesante. Él rompió la tela de la manga de su chaqueta y sin más se la pasó a su hermana quien la tomó no sin antes agradecerle.

- Podría cortarte el cabello aquí mismo con el vidrio que hay en el suelo, tenerlo largo solo será un estorbo.- Se quejó Kyle mientras observaba a su hermana.- Nunca entendí porqué lo llevas tan largo, me molesta solo con verte.

- Me gusta, además me ayuda a recordar la forma humana de mamá. Sé que hay cosas que no puedo olvidar pero por alguna razón cuando se trata del aspecto de nuestra madre tiendo a olvidarlo.

- Entonces con más razón te cortaré el pelo ¡Ya olvídate de esa maldita mujer!

- ¡No!- Protestó Demonie.- ¡No vas a hacerlo! ¡Solo Emmett puede tocar mi cabello! Él será la única persona que le dejaré hacer lo que quiera con mi cabello, lo ha hecho una vez y lo hará siempre que quiera.

Kyle frunció el ceño y le dio la espalda a su hermana abandonando por completo la conversación pues en su opinión la posición de su hermana era completamente infantil. Él siguió avanzando en silencio hasta finalmente estar cerca de los seres que habían visto anteriormente, para evitar ser visto se apoyó contra una de las pocas paredes que no habían colapsado, Demonie se acercó a su hermano con mucho cuidado evitando hacer cualquier ruido, ella en lugar de tomar la misma posición que su hermano ella se agachó en el otro extremo de la pared, con mucho sigilo ella sacó su cabeza para observar la identidad de los sujetos, Kyle hizo lo mismo. Sus ojos no creían lo que veían.

- Es Katia...- Susurró el mayor.- Mi Katia...

- ¡Es Emmett! Y Radna...- Respondió Demonie.

DemonieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora