Capítulo XXX: Piedad en un demonio

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Demonie mantenía una gran sonrisa en su rostro, bastante difícil de ocultar de hecho. Su hermano le observaba con detalle pues se sentía extrañado con el simple hecho de verla sonreír. Él aclaró su garganta interrumpiéndole el momento a la chica.

- Demonie, sé que acepté ir contigo a ese lugar... Pero ¿cómo piensas ir? Además no conocemos a nadie ahí.

La chica borró su sonrisa de inmediato volviendo a su habitual e inexpresivo rostro.

- ¿Me estás molestando? ¿No? Es obvio que iremos en avión, ya verifiqué el costo del boleto del avión, renta de auto y hotel. No puedes fingir que no tienes dinero, recuerda que Melody me confesó que tienes una enorme suma en tu cuenta bancaria.

- ... ¿Tú cómo sabes sobre eso? Además, en avión suena complicado pues no tienes pasaporte.

- Oh, claro que lo tengo. Melody también me dijo que sacaste unos documentos y que los pasaportes van incluidos.

- ... ... Definitivamente no le dejaré pasar esto a Melody.

Kyle suspiró pesadamente maldiciendo a Melody en su interior. La pelinegra apresuró el paso con un buen humor bastante notable, mientras su hermano la seguía con cierto fastidio.

- No le hagas nada, tú tómate este viaje como vacaciones.- Respondió Demonie mientras le sonríe ampliamente.

Nuevamente la sonrisa duró muy poco, ella se alarmó al sentir el olor a sangre en el aire, pero no era sangre común, era la sangre de un demonio. Kyle también lo sintió, pero prefirió ignorarlo.

- Demonie, no te metas en lo que no te involucra. Vámonos de aquí.- Habló el mayor en un intento de distraer a la pelinegra. Claro que fue en vano.

- Lo siento hermano mío, iré a ofrecer la ayuda que yo no pude tener tiempo atrás.

Dicho esto, Demonie se alejó corriendo dejando atrás a Kyle, éste sólo chasqueó la lengua y no tuvo más opción que seguir a la chica. El punto donde emanaba aquel olor era muy cerca... Demonie se detuvo delante de una casa bastante descuidada, sin perder más tiempo se acercó hacia la parte de atrás de la casa donde había una pequeña ventana de sótano quebrada, de ahí provenía el olor pues era fuerte. Ella se agachó hasta colocar su cabeza en el suelo observando lo poco que lograba ver por culpa de la oscuridad y de una rota cortina. Aunque no podía ver nada, si lograba escuchar sollozos, y el sonido de cadenas moviéndose, eso bastó para devolverle recuerdos a su mente. Quedó totalmente sorprendida que tuvo que colocar su mano sobre su boca para evitar hacer un simple ruido, se enderezó sentándose sobre la grama y levantó la mirada hacia su hermano, los ojos de la chica soltaban rebeldes lágrimas que escapaban mojando sus mejillas.

- Kyle... esto es tan triste.- Susurró tratando de regular su respiración y evitar que sus dedos siguieran temblando.

Demonie volvió a bajar su cabeza, hizo un esfuerzo para dejar de recordar su pasado. En ese sótano logró ver a una chica sosteniendo del cabello al pobre niño, eso fue lo que borró la tristeza en su ser, comenzando a brotar una oleada de fuerza y odio, un calor carmesí, que inundaba la mente de Demonie mientras mantenía aquellas imágenes del chico siendo torturado. Los temblores la hicieron estremecerse de la cabeza hasta los pies, claro que no hizo esfuerzo para detenerlos. Kyle miró a su hermana, esa chica arrodillada no era la misma que conocía, ése era un auténtico demonio.

- Kyle, esa maldita se ha ido. Entraré quieras o no, acompañarme será tu decisión.- Su tono de voz era tan tosco, que ni su propio hermano le reconoció.

Demonie se levantó del suelo sin dirigirle la mirada al mayor, ella retrocedió y de un impulso lanzó una gran patada a la ventana logrando quebrarla, en el proceso uno de los cristales se incrustó en su pie el cuál no tardó en ser removido por la chica. Sin perder tiempo ella se infiltró al sótano sin darle importancia a su lastimado pie, pero a los segundos comenzó a sanar con suma rapidez. Una de las pocas maravillas de ser un demonio.

Los pensamientos de Kyle parecían un enjambre de abejas, estaba muy tenso pues no decidía que acción tomar. Al no tener en su campo de visión a su hermana apretó los puños, soltó un bajo quejido y finalmente también entró por la pequeña ventana ganándose unos pequeños rasguños, el pelinegro se acercó donde estaba la menor tratando de romper las cadenas, Kyle apartó con brusquedad a Demonie logrando hacer lo que ella intentaba, pues su desesperación no la dejaba lograrlo. Antes de que el pequeño albino cayera al suelo el demonio mayor lo tomó entre sus brazos. Demonie escuchó ruidos provenientes del piso de arriba y lanzó la mirada a Kyle.

- No tienes que decírmelo.- Comentó Kyle al instante que su vista se encontró con los ojos carmesí de su hermana.

Demonie asintió y sin soltar una sola palabra se dirigió al pie de la escalera a esperar a su nueva enemiga mientras tanto él salió luego de empujar el pequeño cuerpo del chico fuera de la ventana. La pelinegra al tener de frente a la chica con lentes le mostró los dientes, tal como un animal salvaje. Keaghlean apretó su daga entre sus temblorosas manos.

- Demonio... ¡Eres un demonio!- Gritó Keaghlean, ella se enfocó en el pecho de Demonie para lanzar la daga y comenzó a decir en voz alta su purificación.- ... ¡Exorcizamus te, omnis spiritus! ¡Omni satanica potestas...!

Demonie logró atrapar la daga antes que se le clavara en el pecho pero el mango de ésta le quemó la palma de las manos. Y en el momento que comenzó a escuchar las palabras en latín sintió su cuerpo pesado.

- ¡Cállate maldita!- Rugió el demonio subiendo las escaleras con tremenda rapidez, con sus garras tomó el cuello de la playera de la pelirroja y la lanzó con una brutal fuerza, interrumpiéndole el ritual de exorcismo, sabía que le iría mal si ella terminaba el rezo. Keaghlean intentó sostenerse pero claramente no lo logró, ella cayó por las escaleras y en eso por la fuerza bruta, su brazo izquierdo terminó quebrado al instante que su cuerpo le cayó encima cuando estaba reposando en una grada. El rostro de la chica ahora con los lentes quebrados, se contrajo en un espasmo de dolor y soltó un grito desgarrador, era un gran grito cargado de dolor, ella al sentir su garganta arder se hizo un ovillo en el suelo y al abrir los ojos se encontró con los pies del demonio, quién la veía con total desprecio.

- No te lo lleves... No te lo lleves. Mi hermanito lo necesita para vivir, déjame a ese bastardo, dame a ese maldito demonio... Déjalo ¡déjalo!- Rogaba Keaghlean con la poca fuerza que tenía.

Demonie se agachó tomándole de un jalón una de las trenzas de la chica, la mirada del demonio era tan malditamente penetrante e intimidante que le provocó un profundo miedo a Keaghlean, jamás en su vida olvidaría esos ojos de color carmesí.

DemonieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora