La algarabía de la feria pronto llenó los oídos de todos. El clamor de las disputas y de las risas vivarachas resonaban por el aire y lo teñían con sus diferentes tonos. Incluso el aire, lento y apaciguador, parecía llevar sutiles matices de olores, colores y distantes sonidos.
En mitad del camino principal del asentamiento, Aileen tiró de Geoffrey con ganas y dejó escapar una pícara carcajada cuando Rose la regañó. Tras ellos, Amanda expresó su disgusto con un quedo suspiro y Marcus esbozó una tierna sonrisa que fue incapaz de disimular.
Para él, aquellos momentos eran dignos de atesorar, incluso si era su mujer la que estaba a su lado y no otra. Sabía que Amanda estaba incómoda en aquel lugar pero, por el contrario, su corazón se sentía en paz.
Por fin.
Marcus apartó la mirada de la sombra que arrojaba su mujer y regresó a la profundidad de sus pensamientos y a la alegría que había sentido cuando vio a Rose cogiendo a Aileen. Algo dentro de él se había estremecido con dulzura y, durante ese breve momento, se había dado cuenta de que solo estaban ellos dos. Todo lo demás había desaparecido y se había desdibujado, como el humo de un cigarrillo atosigado por las ventoleras. En aquella inmensidad llena de gente, solo estaban ellos dos... unidos por algo invisible pero que tenía una fuerza inconmensurable.
Y en ese preciso momento, todas sus dudas se aclararon con facilidad... aunque al hacerlo, su alma se había encogido sobre sí misma, como si hubiera recibido un doloroso puñetazo.
¿Qué más daba que fuera imposible? ¿Qué más daba que él estuviera casado y atado a Amanda de por vida? ¿Qué importancia tenía todo si Rose estaba cerca, caminando a su vera?
Si ella estaba cerca...por Dios, si considerara la idea de quedarse con él, todo dejaría de importar, porque solo ella lo haría. El único y verdadero problema llegaría cuando se marchara y todo quedara sumido en la oscuridad.
Porque ¿cómo iba a seguir adelante después de lo que había sentido?
Un miedo helado le recorrió de arriba abajo y lo clavó en el sitio, con una brusquedad inusitada. El dolor que le corroía en aquellos momentos no era fruto del rechazo, sino del saber que él la amaría incluso si se marchaba.
Sí, la amaba.
Como nunca pensó que podría amar a nadie.
Poco a poco, sonrisa a sonrisa, suspiro tras suspiro Rose le había arrancado el corazón para guardarlo entre sus manos. Cada risa, cada destello del sol en su pelo, cada mirada de aquellos hermosos ojos oscuros se habían clavado en su alma como dardos y el dolor que causaban era tan dulce que no consideraba la idea de arrancarlos. Ni siquiera cuando ella se marchara.
Sabía que lo haría en algún momento, cuando encontrara a alguien que amara de verdad o cuando su padre regresara. Sí... Rose se marcharía y él seguiría allí, luchando por seguir día a día, ahogándose en un pozo de melancolía y escasos recuerdos.
Marcus suspiró y notó la calidez del aire sobre su rostro. Parpadeó un par de veces, confuso al darse cuenta de su profundo ensimismamiento y se giró en derredor, buscando a sus compañeros: Geoffrey, Aileen y Rose reían un poco más adelante y Amanda contemplaba con detenimiento las telas de uno de los puestos más cercanos.
Todo aparentaba una insondable tranquilidad que él no sentía, ni siquiera en su superficie más cercana. Su mundo se tambaleaba, se estremecía con fiereza y desmontaba sus principios. Pero no podía hacer nada porque todo estaba ya hecho.
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Conquistando lo imposible (Saga Imposibles I) COMPLETA
Tarihi KurguCuando Rosalyn Drescher salió esa mañana de su casa, aprovechando la ausencia de su padre, no esperaba chocar de bruces contra uno de los hombres más atractivos y adinerados de Londres. Y mucho menos acabar siendo invitada a una fiesta de la alta so...