Capítulo 4

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Nina

Estaba fumando un cigarro junto a la ventana de mi cuarto, mirando el amanecer.

No dormí en todo el día, solo me dediqué a andar por los pasillos, y acercarme a cada máquina expendedora para tomarme un café.

También le robe un par de cigarrillos a una enfermera que se había dejado el bolso en uno de los asientos del pasillo.

Estaba expulsando el humo observando la ciudad.

Creía que si expulsaba ese humo, se iba a ir mi dolor. Ese humo expulsaba cada sufrimiento de mi alma pero en realidad solo era una gilipollez.

Tiraba la colilla cuando termine, y me quedaba mirando al cielo, ya estaba a punto de ponerse el sol.

El falso sol.

Parece que es feliz por su iluminada, y la calor que nos transmite, pero cuando cae la noche... Esa es su verdadera cara.

Solitaria, oscura, y penosa.

Nunca antes había contemplado un amanecer, pero ahora sí, ahora le estaba dando importancia a las cosas pequeña de este mundo.

Me retiraba de la ventana dirigiéndome a mi cama, y me tumbaba en ella.

Cerraba los ojos para convencerme de que tenía sueño pero solo tenía la imagen de Liam en mi cabeza.

Mi Liam...

*******

Estaba debajo de las gradas compartiendo cigarrillo con mi mejor amiga Nora, a escondidas, para que el entrenador no nos pillará.

—Esta noche es la apertura de las carreras de atletismo, esas zorras animadoras creen que lo harán mejor que nosotras.—Decía mi mejor amiga, con indignación.—

—Nosotras estamos más preparadas, y si destacan en algo es por el uniforme que es de color rojo, por culpa de ellas debemos de llevarlos azul.—

—Si, cierto, la zorra esa de Carol fue quien hizo trampas en la votación del color del vestuario.—

Ella me pasaba el cigarrillo y me ponía a fumar, pensativa.

Echaba el humo, y la miré sugiriendo una idea.

—¿Por qué no le jodemos la noche?—Dije.—

—¿Como?—

—Le podríamos romper el vestuario, o quemarlo.—

—¡Qué dices Nina!—

—¿Por qué no? Venga tía, ahora mismo están entrenando para esta noche, el vestuario tiene que estar vacío.—

—¿Vamos las dos solas?—

—No, iremos todas.—

Tiraba el cigarrillo, y me salía del escondite junto a mi mejor amiga.

Me dirigía a todas mis compañeras de animadoras que estaban sentadas en la gradas mientras el otro grupo estaban entrenando.

Le conté mi plan de destrozar el vestuario de nuestras enemigas, y todas estuvieron de acuerdo.

Bajábamos de la grada, observando que las chicas del otro grupo estaban entrenando, y los chicos corredores de nuestro instituto estaban corriendo sobre la pista.

Entrábamos en el vestuario, la suerte estaba de nuestro lado, el vestuario de todas las chicas estaban fuera de sus taquillas.

Cada una nos escondimos el uniforme de animadoras, y salíamos dirigiéndonos a clase.

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