Capítulo 42

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Aiden

Entraba en casa de Nina con una caja de bombones, siempre recordé lo que mi madre decía, había que ser educado cuando ibas a casa de alguien habría que llevar algo.

Nina se me quedaba mirando fijamente y luego a los bombones.

—¿Más dulces?—

Alzaba mis cejas mirándola a sus ojos

—¿No he acertado?—

—Por supuesto que sí.—

Nina me quitaba la caja de las manos y abría la caja comiendo un bombón.

Me reía negando levemente, ella me dejaba de pasar en su casa mirando la mesa de centro del salón que había dos cajas de pizzas.

—Es la cena, no me dio tiempo a cocinar, estaba tan cansada.—

Hablaba Nina con boca llena sentándose en el sofá y me quedaba mirándola.

—No importa.—

Ella hizo un gemido de placer al comer los bombones y luego dejaba la caja sobre la mesa.

—Están buenísimos.—

—Gracias, no ha sido nada.—

Ella hizo un gesto para que viniese a sentarme a su lado y andaba lentamente hacia a ella hasta sentarme a su lado.

Estábamos comienzo pizza mientras veíamos una película y hablábamos sobre ella.

Estaba totalmente cómodo con Nina, hacia tanto que no me sentía a si.

Nina estaba de brazos cruzados abrazándose a si misma y me quedé mirandola.

—¿Tienes frío?—

—Un poco, pero no te preocupes.—

—Te puedo traer una manta.—

Nina desvío su mirada a mi por unos instantes y sonrió levemente.

—Seria muy amable por tu parte.—

Reí negando, y me levantaba.

—Hay una encima de mi cama.—

Asentí dirigiéndome a su habitación al fondo de la casa y observe que era una manta azul oscura bien doblada.

Me dirigía nuevamente al salón dándole la manta, ella se tapaba a si misma y resopló.

—Mucho mejor.—Susurró.— ¿No tienes frío?—

Negué fruciendo mi ceño.

—Anda tapate.—

—Que no de verás, no hace falta.—

Nina tan testaruda como siempre, compartió su manta conmigo y suspiré pero luego reí.

Ella se reía también y por inercia se acercó más a mi.

Note que su brazo rozaba con mi brazo, aunque mis brazos estaban cruzados mirando la tele.

—¿Cómo te ha ido hoy en el trabajo?—

—Agotador, como siempre, pero ser camarera es mucho peor.—

—¿Has sido camarera?—Pregunté sorprendido.—

—Si, lo he sido.—

—Pues entonces doblar camisetas no tiene que ser tan malo.—

—Pues eso estaba diciendo.—

Ambos nos quedábamos mirándonos fijamente con un silencio incómodo.

Aclare mi garganta, y actúe sin pensar, pero desquitaba mis brazos, y le rodeaba sus hombros acercándola más a mi

Nina apoyaba su mano sobre mi mirándole a mis ojos y dejaba sus labios entre abiertos como si se me quedase observando fijamente.

Luego apoyo su cabeza sobre mi torso y cerró sus ojos.

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Nina quedó totalmente dormida sobre mis brazos y la desquitaba de mi despacio para no despertarla, decidí cogerla en brazos hasta llevarla a su habitación y la tumbaba sobre la cama.

Observaba como dormía, como podía escuchar su respiración tan profunda.

Por unos instantes..

Decidí irme de su casa para dejarla dormir pero Nina toco con sus dedos mi mano.

—No te vayas, Aiden.—Dijo Nina medio adormilada.—

Me quedé mirandola con nobleza a su rostro y ella apenas tenía los ojos abierto, pero estaba desvelada.

—No quiero dormir sola..—

Me quedé callado, mirando como me pedía que me quedase.

—Duerme está noche conmigo, por favor.—

Me quedaba ahí en pie, sin moverme, mirando su rostro de tristeza y a la vez angustia.

Era una Nina que se mostraba débil.

Decidí sentarme en la cama, y me quitaba mis deportivas despacio.

Luego me tumbaba a su lado mirando al techo y ella se acurrucaba hacia a mi.

Respiré hondo notando su calor, su respiración cerca de mi.

Decidí extender mi brazo sobre su cuerpo y rodearla para que se sientese acompañada.

Cerraba mis ojos sintiendo como respiraba, podía oler su colonia, y notar su fresco aliento.

Esta presencia era una presencia viva.

La de una persona viva.

Hacía tanto que no presenciaba de esta manera a alguien vivo, y tan cerca.

*****

Amy estaba conmigo todo el tiempo, menos cuando tenía que ir a la universidad, ella quería dejarlo hasta que yo me recuperase pero le dije que no, que tenía que ir a si que me hizo caso.

Ella venía en cuanto salía de la universidad para quedarse conmigo, incluso estudiaba allí conmigo.

Los meses pasaron, finalmente me recuperé y salí del hospital regresando a casa.

Es ahí cuando me di cuenta que tuve una segunda oportunidad en la vida y que podía aprovecharla.

Qué estaba diciendo.. tenía que aprovecharla, a si que, decidí sacarme el permiso de conducir.

Mi padre obviamente si quería pero mi madre no le convencía la idea, igualmente me saque el permiso de conducir.

Amy me ayudaba con las preguntas del examen, me las estudiaba, ella me las preguntaba y le respondía correctamente.

Ella parecía estar más emocionada que yo.

Estábamos en la puerta de su casa mientras nos besábamos agarrados de la mano y decidí despegarme de sus labios, mirándola a los ojos.

—Cuando me saque el permiso, te llevaré donde quieras.—

—A mí no me importa, mientras que sea contigo.—

—A mi si, me gustaría escaparnos de este pueblo y pasar unos días en la ciudad, o en la playa, o donde tú prefieras.—

—Ya te he dicho que no me importa.. pero la idea suena genial.—

Ambos nos mirábamos sonriente y ella colocaba su mano en mi mejilla acariciándome.

—Tomalo con calma, tienes mucho tiempo.—

Me quedé callado por qué no era cierto pero sé que Amy lo decía para animarme.

Me despedí de ella con un par de besos más y me volvía a casa.

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