Capítulo 18

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Nina

Aiden me había ayudado para levantarme y dar una vuelta por el hospital, hasta llegar a la cafetería a desayunar.

Aunque no hablábamos.

Simplemente desayunamos, y de vez en cuando nos miramos pero nada nuevo.

Volvía a mi casa después de eso, y Aiden se empañaba a seguir leyendome el libro de las rosas.

Él creía que no le oía, que no le prestaba atención, pero si lo hacía.

Solo que algún momento con Liam que otro venía a mi mente repentinamente.

Como si fuera nuevo.

Sé que después del accidente he perdido algunos recuerdos, no todos, solo la minoría.

*********

Faltaba únicamente una semana para que terminase el verano.

Por eso quise quedar con Liam a solas.

La verdad que él me gustaba al paso del tiempo, pero siempre he negado mis sentimientos, me cuesta admitirlo.

Pero me gustaba y mucho.

Sus ojos marrones oscuros, su pelo castaño oscuro, su cara y su cuerpo.

Es amable, simpático, sociable, y sobre todo sabe escuchar.

No se parece a los cerdos que hay la mayoría, no es vulgar, ni estúpido, ni mujeriego.

Él es diferente, se lo que es, pero tampoco quiero hacerme tanta ilusiones.

Me había gustado muchos chicos pero nadie me ha hecho sentir también como Liam.

Esta noche tirarían los fuegos artificiales para poner fin al verano, se celebrarían nuevamente en el festival.

Pero no iríamos, hoy tendríamos una cita.

Me sentía un poco nerviosa, nunca me pasaba esto, era raro.

Me puse el pelo liso, con una camiseta de tirantes en negra con escote, uno shorts corto y una sandalias.

Bajé cuando Liam me esperaba a fuera de mi casa.

Y se giró al notar que estaba preparada, fuera de la puerta de mi casa.

Liam me sonrió de lado con una mano metida en su bolsillo y ande hacia a él.

La noche fue larga pero para mí se hizo corta.

Fuimos a cenar pizza hasta quedarnos hartos de comer.

Y hablábamos.

Fuimos a bailar a una discoteca sin parar.

Y hablábamos.

Fuimos a la bolera para jugar a los bolos, y hablábamos.

Finalmente, nos fuimos a una heladería a comer helado nata, y mientras tanto andábamos por la calle.

Apenas había gente, la mayoría estaba en el festival, despidiendo el verano.

Pero era mejor para nosotros.

—¿Quieres un poco?—

Le ofrecía de mi helado poniéndoselo en la cara.

Negó fruciendo su ceño, y le manche la nariz.

—Nina.—Se quejo por ello pero se reía después.—

—Espera.—

Le paraba poniéndome frente suya y le limpiaba la nariz con la servilleta que cogí para el helado.

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