Capítulo 40

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Aiden

Me quedaba en el hospital junto a Amy, había nuevamente recaído a la leucemia y esta vez dudo de que vaya a sobrevivir pero ahí estaba Amy para apoyarme.

Me tocaba mi pelo observando cómo se me caía poco a poco, me estaba quedando calvo y eso me asusto.

Mire a Amy que entraba en la habitación y aclaraba mi garganta actuando como si nada pasará.

Ella se sentaba sobre la cama tocando mi mano y me miraba entristecida.

—¿Te dijeron algo nuevo los médicos?—

Negué lentamente.

—Estoy esperando a un nuevo donante.—

—Seguro que será pronto.—

Mi madre entraba repentinamente, y mi madre le echo una mirada asesina a Amy.

Amy miraba a mi madre, se levantaba rápidamente de la cama y mi madre la ignoraba andando hacia a mi.

Besaba mi frente, y me miraba.

—¿Cómo te encuentras hoy?—

—Bien.—Fingí.—

—Esta noche me quedaré a dormir contigo.—

—Mamá, se iba a quedar Amy.—

—Ella no pinta nada aqui.—

—Mamá.—Dije molesto ante su reacción delante de Amy.—

Amy se quedaba callada por respeto pero no sé iba en ningún momento de la habitación.

—¿Acaso ella no tiene otras cosas que hacer?—

—¿Quieres dejar de decir esas cosas?—

Mi madre se giraba mirándola repentinamente.

—Mi hijo aún es menor, a si que te pido que te largues.—

Amy me miraba apurada por qué no sabía que hacer exactamente.

Ella negaba lentamente mirando a mi madre con miedo.

—Lo siento señora pero no voy a irme.—

—¿Cómo que no?—

—Mamá, quiero que te vayas.—Dije repentinamente y ella se giraba mirándome sorprendida.—

—¿Me echas a mi?—

—Si.—Dije con firmeza.— Pero antes de nada disculpate con Amy.—

—Por supuesto que no.—

Mi madre me miraba enfadada fijamente y miró a Amy de la misma manera, decidió salir de la habitación dando un portazo y Amy suspiraba profundamente.

—Perdona a mi madre..—

Ella negaba lentamente volviendo hacia a mi.

—No se que le hice pero bueno.. no pasa nada.—

—Olvídala.—

Ambos nos quedábamos callados, esta situación tan incómoda.. era extraña.

Decidí tocarle de su mano acariciándola, y me quedaba mirando a su mano.

—¿Qué planes de futuro tienes?—Le pregunté.—

Amy alzaba sus cejas desconcertada con mi pregunta.

—Quiero ir a la universidad.—

—¿Ya te has matriculado?—

—Si, pero no he asistido a ninguna clase.—

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