Capítulo 9

125 8 0
                                    

Aiden

Mi padre había venido para estar un rato conmigo, me preguntaba si estaba mejor, si estaba mejorando, y le dije que si pero obviamente le mentí, cada día me sentía más débilmente por Amy.

El momento de padre-hijo, fue interrumpido por Nina.

Me quedaba mirándola por segundos, y luego miré a mi padre.

Mi padre miró a la chica desconcertado e incómodo, mirándome.

—¿Quieres que te deje a solas con ella?—

—Me iré yo.—Respondía repentinamente Nina, y mi padre volvía a mirarla.—

—No, no.—Mi padre negaba levantándose, y me miraba otra vez.— Mejor os dejo solos, yo puedo volver por la noche.—

—Como quieras, papá.—

Mi padre me sonreía de lado, y abandonaba la habitación.

Nina miró a mi padre de reojo y luego me.miro a mi.

—No tendría que haber venido.—

—Tal vez.—Le respondí con frialdad.—

Nina daba un paso más adentrándose a la habitación.

—Pero vine para darte las gracias por ayudarme.—

Puse mis dedos entre mi entre cejas cerrando mis ojos para no desatar ira y abría mis ojos retirando mi mano de mi rostro.

—Si te soy sincero, no sé por qué te ayude.—

Nina se encogía de hombros como si nada, y se quedaba parada en medio de mi habitación.

—Solo vine para agradecerte de haberme ayudado.—

No dije ni hice ningún gesto.

Simplemente me quedaba mirándola, y ella con sus brazos cruzados, suspiraba y se iba de mi cuarto.

Cerré mis ojos suspirando profundamente, y los volvía abrir.

Tenía que dejar de ser egoísta.

******
Aunque tuviera el número de Amy no la llamaría, pues me moría de vergüenza por ello.

Me encontraba en el recreo leyendo un libro como de costumbre, en una esquina, como siempre.

Me quitaba un auricular al oír mi nombre tan cercano, y desvíe mi mirada por todas partes.

Mire a mi izquierda observando que era Amy, saludándome y me sonreía.

Le devolvía el saludo con la mano, y Amy me hizo una señal que fuera con ella.

Fruncía mi ceño sin saber cómo actuar pero me levantaba cogiendo mi libro y andaba hacia a ella hasta ponerme frente suya a cierta distancia.

—¿Qué tal?—Me preguntaba.—

—Bien, estaba leyendo, ¿Y tú?—

—Aquí.—Amplio más su sonrisa mirándome, siendo amable y se reía.— ¿Por qué no me llamaste este finde?—

—¿C-Cómo?—

—Te puse una nota dentro del libro.. ¿No la viste?—

—¡Si! Claro que sí.—Dije actuando nervioso y sonriendo con torpeza.—

—¿Por qué no me llamaste entonces?—

—Pues.. pues..—Empezaba a tartamudear muy nervioso, manteniendo mi sonrisa.— Es que tenía mucho que estudiar.—

Vidas Cruzadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora