Capítulo 34

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Aiden

Mi verano fue feliz junto a Amy, pero también fue torturador para mí.

No había noche que no durmiera con inquietud, pensando cuándo podría recaer nuevamente.

Aunque cuando estaba con ella estos pensamientos desaparecía pero cuando me quedaba solo, esto aparecía otra vez.

Ahora no podía pensar en estas cosas.

Amy me ayudaba a estudiar el trimestre que me había quedado, se empeñaba para que aprobase todas, para después ir a la universidad juntos.

Un día, como otro, salíamos a tomar un granizado por el pueblo, dando una vuelta y Jennifer se unió a nuestra cita.

Estábamos los tres sentados en un banco, escuchandolas a las dos de hablar con sus cosas.

No quería hacerlo pero estaba pensando en un plan.

No era de pensar en planes ni era frío ni calculador pero era.. era por el bien de Amy.

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Acompañamos primero a Amy a casa, y luego acompañe a Jennifer hasta la puerta de su casa.

Respiraba hondo mirando a Jennifer fijamente mientras ella abría la puerta de su casa, y noto que la estaba mirando.

—¿Qué?—

Me quedaba mirándola fijamente, y suspiré.

—Necesito que me hagas un favor, Jennifer.—

—¿Ah, si? ¿Cuál?—

—Quiero que le digas a Amy que te besé, y que tú te apartaste, no quiero que vuestra amistad se arruine.—

—¿Cómo?—

Jennifer abría su boca sorprendida.

—¿Te gusto?—

—No.—Dije rotundamente.— Pero necesito que le digas eso, quiero que no me perdone por besar a su mejor amiga, eso es imperdonable.—

—¿Pero por qué quieres que le diga eso?—

—Por que no soy bueno para ella.—

—Estás loco.—

—Díselo.—Le dije seriamente al igual que mi mirada y me iba hacia mi casa suspirando.—

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Me quedaba poco días para presentarme a los exámenes, me estaba preparando para las recuperaciones.

Estaba oyendo el timbre de mi casa, cosa que eso me desconcertaba en los estudios.

Me dirigía hacia la puerta hasta abrirla, y era Amy.

Estaba desconcertado, a la vez sorprendido.

Se supone que debería de odiarme por lo de Jennifer.

Fruncía mi ceño mirándola fijamente
a sus ojos.

—¿Están tus padres en casa?—

—No.. ahora no están.—

—Vale.—Susurró.—

Repentinamente ella vino hacia a mi dándome un beso en mis labios, y la dejaba después que pasará.

Cerré la puerta lentamente mirándola, confuso.

—¿Cómo que has venido?—

—Hacia días que no nos veíamos por qué se que te estás preparando para las recuperaciones pero te echaba de menos y podría ayudarte.—

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