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Damián

Le sujeto la mano, y la invito a seguirme por entre el gentío. Mierda que se siente bien sentir su piel; es tan suave, tan delicada. Y todavía no puedo creer que acabo de besarla. El mejor beso de toda mi vida con la mujer más bella de todas... Con un ángel. Siento el cosquilleo incansable y la euforia extrema que siempre creí que debía sentir con Cassidy, pero que jamás sucedió.

Ahora entiendo el porqué.

Ese beso, ese repentino acto mío, surgió de la nada en vistas de que no partiera, que no se fuera de mi lado de nuevo. Cristina es muy miedosa, toda esta realidad la sume en un pánico total, y no la culpo: ella carga con todo el miedo que solía tener antes yo, cuando la vi por primera vez a mis ocho años y comenzó toda la catástrofe. Por mucho tiempo me vi traumatizado por aquel día en donde mi tía, apenas una adolescente, convulsionando en el suelo de la Mansión White hablaba de mí y de ella, como los protagonistas de la historia más increíble y épica que el mundo jamás vaya a conocer. Ninguno de los dos aún lo comprende; sólo sabemos que de alguna forma esta conexión es real.

De alguna manera, por algún motivo, Ellos lo planificaron todo, desde el inicio de los tiempos.

Cristina me aprieta la mano más fuertemente y eso me devuelve al tiempo presente. Dejo de caminar y doy medio giro, únicamente para encontrármela chocando conmigo.

Tiene la mirada perdida, una expresión de desconsuelo y vaguedad.

-No... No estoy segura de querer hacer esto –musita sin siquiera ser capaz de observarme a la cara-. Perdona.

-¿De qué hablas?

-De... esto... Bailar.

Algo en mi interior quiere volver a sujetar su pequeña cabeza y darle otro beso. Me retengo, puesto que al parecer se siente bastante incómoda ahora con mi presencia y mi tacto. Suelto su mano, sólo para sujetarle ambas muñecas.

-¿Qué ha cambiado? –La noté tan segura, tan confiada conmigo allí al aire libre...-. ¿Fue el beso? Muy apresurado de mi parte, ¿cierto? –me atrevo a preguntarle, temiendo haber arruinado todo.

-No, no fue el beso...

-¿Qué sucede?

-Es... tu esposa.

Mi esposa. Qué fea palabra.

-¿La ves? –Ya comienzo a sentir el sudor frío en la espalda con tan sólo imaginarme una situación hipotética en donde Cassidy me encuentre siendo romántico con la Princesa de los Ángeles.

Sin embargo, para mi alivio, ella niega con la cabeza, aunque luego me vuelve a decepcionar diciendo:

-Esto no está bien.

Ella suspira. Yo bajo mis hombros. Ambos nos envolvemos en un manto de melancolía.

Quiero arreglar el momento, no quiero creer que esté del todo perdido.

-Es sólo un baile...

-¿Qué hacían Viola y Valerie juntas?

Mi boca se convierte en una fina línea. Sabía que eso la asustaría.

-¿Se conocen? –continúa con el cuestionario, esta vez mirándome acusativamente-. ¿Hay algo que debería saber, Damián?

No le contesto; estoy demasiado ocupado pensando en cómo sacarla a bailar sin que se enfade o me dé una patada en la parte baja. ¿Por qué no puede dejarse llevar aunque sea por unos diez minutos? Nota mental: una mala característica de su personalidad es que se preocupa demasiado. Debo tenerlo en cuenta para el futuro.

Luz y Oscuridad [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora