Damián
Aún no puedo creer cómo es que Cristina White está viva.
La veo tan frágil, tan delicada, tan indefensa en su cuerpo humano tan normal y sin ningún poder en el cual respaldarse... Me la puedo imaginar exactamente como ella me ha descripto que fue la situación. Todavía está delgada. Es una chica hermosa; ¿cómo diablos sé que un cura o un obispo o alguien que estuviera ahí "cuidándola" no la tocó de manera indecorosa, es decir, no se aprovechó de su situación? Ha dicho que sigue siendo virgen. ¿Cómo se que es eso es todavía cierto y no está ocultándome la verdad porque le da vergüenza decirla tal y como es? Ya todos sabemos que los curas pueden ser bastante perversos, y lo difícil que puede ser para las víctimas acusar a gente de mucho poder y buena reputación.
¡La han herido, por Satanás! ¡La han hecho sangrar quién sabe cuánto, por cuánto tiempo!
¡¿Y DÓNDE ESTUVE YO PARA PROTEGERLA?!
Pude haber ido hasta ahí, calcinarme hasta los huesos, pero hubiera vuelto feliz y con ella sana y salva a casa.
-¿Por qué harías eso? -interrumpe mis pensamientos, en respuesta a lo que acababa de decirle hacía poco tiempo. .
Pudo haber vuelto sin marcas...
Abro enormemente los ojos.
-¿Tienes marcas?
-¿Disculpa? -se sorprende ante mi intervención.
-Si tienes marcas, nena. De los azotes. ¿Tienes marcas?
Se queda callada. Puedo percibir que está a nada de largarse a llorar, como quien acaba de escuchar algo que está muy profundo en lo más hondo de su dolor personal. Le acabo de dar en lo más privado que podría tener, y sus ojos se llenan de lágrimas, y su labio inferior comienza a temblar.
No necesito más respuesta que ésa.
-Las tienes - suspiro. Ojalá no fuera cierto-. Muéstramelas.
-No.
-Por favor.
-¡Damián, no! ¡No arruines esta bonita velada con eso!
-Los odio, los odio con toda mi alma -mascullo con voz diabólica de ultratumba-. Muéstramelas ahora.
Mis ojos están ardiendo. Mi rostro, también. Me estoy convirtiendo en lo que mis poderes me han brindado: en un monstruo, en una cara bestial con venas ardientes ensanchadas, con piel incinerada como si hubiera salido del Infierno mismo. Supongo que tendré que hacer algo para controlar mis impulsos, ahora que me he vuelto un verdadero demonio poderoso. No podría perdonarme el lastimarla, y presiento que podría llegar a hacerlo en un futuro en un ataque de furia descontrolado. Tampoco desearía, jamás en el mundo, que la mujer a la que quiero tener cerca me tuviera miedo, y ya sin más dudas se alejara para siempre de mí.
-Perdóname... Yo... no estoy enfadado contigo. Sólo quiero saber qué te han hecho ahí.
-¡Vete al diablo! -me maldice, aun sabiendo que eso no provoca ningún insulto hacia mi persona-. ¡Tranquilízate! ¡No me quitaré la remera!
-No te la quites, solamente levántala para que pueda ver...
-¡No! ¡Ni lo sueñes!
-¡Quiero ayudar! Soy tu maldita Pareja Obligatoria, ¿no? ¡Pues escúchame y déjame ver qué tienes en la espalda!
Cristina lanza un largo suspiro, y creo que logro convercerla con el temita de la Pareja Obligatoria. Muy despacio, con miedo a que yo volviese a reaccionar mal, apoya sus pies en el césped y me da la vuelta. Con cuidado, temblando, se levanta levemente la remera negra que Viola le había prestado. Empiezan a aparecer frente a mis ojos unas marcas apenas un poco más pálidas que su piel tan tersa y perfecta a simple vista, pero con aspecto voluminoso y como rugoso.
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Luz y Oscuridad [COMPLETA]
RomanceEn un mundo donde ángeles y demonios reinan por sobre el mundo de los mortales, Damián Vulture, heredero al trono del Mundo Infernal, es apenas un niño cuando conoce por protocolo a la que sería su rival en el trono del mundo opuesto, la futura Rein...