Cristina
-¡Wow, Crissy, pero qué bien te sientan los dieciocho! –La cumpleañera me pasa las manos por los brazos, la cintura y la cadera. Me quedo perpleja ante su extrovertida manía de tocar así a la gente-. No te había visto en mucho tiempo. ¿Cuándo fue, en la última fiesta, hace unos meses? No lo recuerdo bien. ¡Estás bellísima! Ojalá tuviera un cuerpo así.
Sonrío con timidez, y la miro de arriba abajo: la verdad, no tiene porqué sentirse avergonzada. La chica tiene los pechos muy grandes y se le resaltan todavía más con el escote que lleva su vestido. Quizás tiene las caderas bastante anchas, pero escuché que ahora los hombres las prefieren así. Yo, por mi parte, me siento como una tabla de planchar al lado de las humanas. No tengo la oportunidad que ellas tienen de andar mostrando tanta carne por ahí, no le sentaría bien a un ángel. Sería toda una falta de respeto. A pesar de ello, y por mis relucientes dieciocho, tengo ahora más libertad para elegir la ropa que uso: para la fiesta, mi amiga Eva, nuestra acompañante, nos incentivó a mí y a Valerie a usar un escote un poco más pronunciado, en un vestido más ceñido. El mío tiene la parte de arriba blanca con pedrería y una falda violeta que me deja la pierna al descubierto; Valerie no se animó a tanto: prefirió un vestido celeste brillante con cola de sirena.
-¡Pasen, por favor! Disfruten de la fiesta. –La anfitriona elegantemente extiende la palma de su mano en dirección a la pista, donde sus invitados están bailando animadamente con música electrónica. Hay una gigante bola de espejos colgando en el techo, manchando con luces de colores las paredes, los pisos y a las personas, que parecen divertirse señalando cómo cambia de color la ropa con la luz fosforescente. También hay máquinas que lanzan humo y espuma, esperando a ser encendidas en algún momento especial de la noche.
Nos adentramos con mi mejor amiga, sumamente extasiadas y sintiéndonos poderosas por volver a las andanzas.
-Y bien, Su Alteza Real... -Valerie me habla en tono jovial-. ¿Qué le apetece tomar ahora?
-Creo que ahí hay alcohol... y más alcohol... Y, ¡claro!, más alcohol. –Mi boca se tuerce en una mueca despectiva.
Ciertamente, la barra está atestada de vasos con todo tipo de líquido dentro, desde tragos frutales con sombrillitas y sorbetes decorativos; hasta vasos con cerveza, o vodka puro, o gin-tonic. Sé que sirven de eso porque acabo de agarrar un vaso al azar y termino llevándome un buen disgusto cuando lo pruebo.
-Te lo regalo –le digo a Val, y se ella se lo queda gustosa.
-Voy a ver si hay gente conocida aquí. ¿Vienes?
-Te alcanzo en un rato. Realmente me gustaría tomar algo que para variar no tenga cuarenta grados de alcohol.
Ella se ríe y va directo a un rincón del salón con sillones y mesitas de café, también atestado de gente y de parejas que no paran de besarse. Por lo todos lados es igual. Me quedo investigando un buen rato la barra, viendo detenidamente cada bebida servida, pensando qué puedo tomar sin terminar mareada en el primer intento (y con el poco manejo del alcohol que poseo, será muy probable que suceda en un ratito).
Aun así, estoy aquí para divertirme y distanciarme de lo malo.
O sea, Jeremy.
-¿Desea algo, señorita? –El barman me sonríe cordialmente sin dejar de limpiar los vasos sucios. Seguramente notó mi mejor cara de "virgen de la alcoholemia". Le dedico una sonrisa de niña pequeña.
-Sí. A ver... Quisiera...
-Dele un daiquiri. Y para mí whisky, por favor. Del más caro.
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Luz y Oscuridad [COMPLETA]
RomanceEn un mundo donde ángeles y demonios reinan por sobre el mundo de los mortales, Damián Vulture, heredero al trono del Mundo Infernal, es apenas un niño cuando conoce por protocolo a la que sería su rival en el trono del mundo opuesto, la futura Rein...