Capitulo 2
12 años de edad
Camila se encontraba en el recreo esperando a Will, ese año les había tocado en salones separados. Él estaba particularmente molesto por ese detalle, no le gustaba que lo separaran de su chica, así llamaba a Camila.
A sus ojos ella era su chica.
Will salió al patio de juegos con una mueca molesta y cuando la vio esperando por él, corrió en su dirección. Se encontraba de pie a la sombra del viejo roble que había en medio del patio, aquel árbol tenía muchas historias talladas en su tronco. Desde el comienzo del año habían establecido ese lugar como punto de encuentro.
Camila estaba ansiosa porque llegara su amigo llevaba rato que el timbre había tocado y él no había aparecido, a medida que pasaban los minutos se inquietaba. Temía que estuviera castigado y no lo viera. El recreo era en donde lograba verlo, era el mejor momento de la escuela y no deseaba perdérselo.
— ¡Hola! ―soltó el niño apenas llegó a su lado― siento haber demorado, la maestra estaba corrigiendo los cuadernos por orden alfabético― se excusó.
A ella no le importaba el motivo de su tardanza, le bastaba con que ya estuviera con ella.
Sonriendo lo besó en la mejilla y sin perder tiempo sacó un pequeño paquete de su bolsillo.
— ¡Feliz cumpleaños! ― exclamó tendiéndole el alfajor de chocolate que había comprado especialmente para él, el día anterior en el supermercado. Le había insistido a su madre que la llevara a elegir su favorito.
Will sonrió y aún ruborizado por el beso que le había dado recién, le agradeció y aprovechó el momento para estrecharla entre sus brazos. Amaba tenerla envuelta, su cabello y toda ella olía a manzana o a manzanita, como decía cuando era más pequeño.
— Gracias, Pecas.― respondió llamándola por ese irónico apodo.
Le decía pecas, porque aunque era pelirroja carecía de pecas, un detalle característico de la gran mayoría. Su rostro era pálido y nívea, su piel era cremosa libre de cualquier imperfección.
Camila frunció la nariz al escuchar el apodo y él sin pensarlo, pasó la punta de su dedo índice por ella. Las mejillas de ambos se ruborizaron, por el gesto intimo.
— ¿Me acompañas a un lugar? ― le pidió armándose de valor. Llevaba un tiempo con algo rondándole por la mente y hoy se había decidido a llevarlo a cabo.
Camila asintió en respuesta y se dejó arrastrar por él. Apretando la mano del , sortearon a sus compañeros ágilmente y cuidando de que la maestra no los viera se escondieron detrás de la escuela.
Una vez allí compartieron una sonrisa y chocaron los cinco por haber logrado esquivar la mirada furtiva de la cuidadora y las maestras. Tenían prohibido ir para ese lado.
— ¿Por qué me trajiste aquí? ― cuestionó, Camila sentándose con cuidado contra la pared.
— Yo... — comenzó a decir inseguro. Movía sus manos una contra la otra en un claro gesto de nerviosismo — ...Yo ...quería mostrarte algo― concluyó abruptamente, pero con la voz temblorosa.
Las manos le sudaban y sentía una ansiedad que entorpecía su habla.
— ¿Qué? ― preguntó algo impaciente. Miró a los lados buscando de qué podía tratarse, pero no encontraba nada fuera de lugar.
Tal vez se trataba de algo que le habían dado sus padres esta mañana.
— Lo haré, si me prometes no enojarte conmigo Pecas.
— Prometo no enojarme tontín no podría hacerlo jamás— sonrió mostrando los dientes— Además ¡Es tu cumpleaños! ― soltó divertida ante lo absurdo que sonaba que ella se enojara con él.
Era imposible.
— Entonces será mi regalo de cumpleaños ―dijo con una actitud renovada, más confiada, gracias a las palabras de ella.
— Pero ya te he comprado el regalo— se quejó con una mueca— te lo daré el sábado en tu fiesta. Mi mamá no me dejó traerlo a la escuela, pero ya lo he compr...― Will la interrumpió poniendo su mano en sus labios.
— Este será un regalo de otro tipo Y aunque sé que seguramente te esforzaste eligiéndolo, te prometo que este será mucho mejor― le aseguró el ante su pequeño rostro que lucía contrariado.
Las palabras de él le sacaron una sonrisa que el imitó.
— Cierra los ojos — le pidió suavemente.
Asintió y sin perder tiempo, ansiosa por ver lo que le quería enseñar. Cerró los ojos mientras esperaba.
Will tomó aire profundamente y tal y como había imaginado más tiempo del que le gustaría admitir, cerró los ojos y acercó su rostro al de Camila. A escasos centímetros de sus labios, abrió sus ojos un momento y observó sus facciones un momento antes de continuar.
Camila dio un respingo al sentir la suavidad de su boca contra la suya, abrió los ojos sorprendida.
¡La estaba besando!
Seguido de la sorpresa vino la calma y una sensación que no supo como describir.
Por su parte, él se sentía eufórico. Había pensado en besarla desde finales del año anterior. El primer roce contra los labios de ella lo había dejado perplejo, se sintió raro, pero en un buen sentido.
Luego de separarse ambos abrieron los ojos.
Will la observó, temeroso de su reacción, su estomago estaba hecho nudos.
Al ver su mirada desorientada, pegó la frente a la de ella.
— Prometiste no enfadarte― le recordó cerca de sus labios.
Prácticamente estaban compartiendo el mismo aire.
— ¿En verdad creíste que me enojaría?― dijo tímidamente y sorprendiéndolo, volvió a unir sus labios.
Esta vez el beso fue menos tímido, pero igualmente inocente, simplemente sus bocas rozándose.
Él puso una mano en el rostro de Camila, mientras ella envolvió sus manos en la cintura de él. Era el primer beso de ambos, estaba lleno de inexperiencia, pero fue perfecto.
Más tarde, luego de compartir sus meriendas, caminaban al patio tomados de las manos. Will aún tenía algo rondándole en la cabeza, que lo tenía un poco alterado, el recreo estaba a punto de terminar y no quería para las siguientes horas con la duda.
— ¿Te ha gustado? ― masculló nervioso.
Lo miró y dejando ver una timidez que no mostró antes, asintió. Will sonrió y pasando la lengua por sus labios soltó otra pregunta.
― ¿Te...te gustaría repetirlo?
Sin dudarlo, mordió su labio y asintió.
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Eres Mia [Terminada]
WerewolfCuando era pequeña, Camila, conoció a un chico. Él siempre estaba ahí para ella, asegurándose que sonriera y que nadie la molestara. Estaban tan aferrados el uno al otro que cuando se fue, Camila quedó a la deriva. Años después el regresó, pero...