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Capitulo 41
Era un mito o mejor dicho, un estereotipo causado por la televisión y todas esas películas de Hollywood, la idea de que cuando despertamos estamos frescos como una lechuga. La mayoría de los días Camila despertaba desorientada y hoy a la mañana no fue la excepción, era como un cervatillo recién nacido intentando mantener el equilibrio.
Cuando abrió los ojos, tuvo que pestañear varias veces para acostumbrarse a la luz brillante que la estaba cegando. Alguien había abierto las cortinas de par en par, la luz solar inundaba su habitación, frunció el ceño, seguramente por eso se había despertado.
Cuando estuvo lo suficientemente espabilada, recordó que Will había pasado la noche con ella, o al menos eso recordaba. Lo buscó junto a ella, pero solo encontró sabanas arrugadas, no le sorprendió, a diferencia de ella, él tenía el hábito de madrugar.
Con un bostezo levantó las mantas de su cuerpo y salió de la cama en dirección al baño. Al salir se puso las pantuflas para ir a buscarlo, dudaba que se hubiera ido y si tenía suerte seguramente estaría preparando el desayuno. Realmente esperaba que eso fuera lo que estaba haciendo, mientras se lavaba los dientes su estomagó había gruñido varias veces, estaba hambrienta.
Bajó las escaleras sin prisa, ciertamente aún estaba media adormilada, recién estaría en sus cinco sentidos luego de una buena taza de café o un vaso de jugo en su defecto. Su estomago volvió a gruñir con el pensamiento de comida, apoyó una mano en él y se le escapó un resoplido.
Antes de entrar a la cocina, se dio cuenta que no estaba preparando el desayuno. No pudo evitar sentirse desilusionada, esperaba que el olor de panqueques la recibiera apenas bajara las escaleras. Sin embargo, cuando entró en la cocina, la encontró tan pulcra como la habían dejado anoche.
Se encogió de hombros y fue en busca de un bocadillo mientras el café se hacía. Escarbando en una caja de cereales de miel, se puso a masticar mientras veía fijamente la cafetera, como si con los ojos pudiera hacer que se filtrara más rápido. Adivinaron, no fue así.
Con un suspiro alejó la vista de allí y miró a su alrededor, recordando que aún no sabía dónde había ido Will. No tuvo que pensar mucho en ello, un ruido procedente del jardín, la alertó de que probablemente estuviera allí. Con la caja de cereales entre los brazos se abrió camino hasta la puerta que daba al patio trasero, estaba entre abierta lo que le permitió obtener un vistazo de él.
Estaba de espaldas, con una mano en la cadera y la otra sujetando su celular con fuerza. Sonrío ante la vista de su trasero enfundado en un par de jeans negros, la noche anterior no había reparado en ellos, era una vista envidiable.
Abrió la boca para hacer un chiste respecto a su trasero envuelto en los pantalones, cuando lo escuchó maldecir y golpear la pared junto a él. Su arrebato la sorprendió, haciéndola dar un respingo y pegarse al marco de la puerta.
— ¡Deja de repetirlo!— exclamó enojado — No necesito un recordatorio. Lo entendí la primera vez, muchas gracias.
Camila frunció el ceño ante el tono mordaz con el que había hablado, era como un choque eléctrico para su estado relajado, la hizo ponerse en guardia. No la enorgullecía admitir que en vez de alejarse y darle privacidad, se escondió a un lado de la puerta para escuchar la conversación que estaba teniendo.
La noche anterior, había intuido por su semblante, que algo estaba cruzando por su cabeza. Había querido saber de qué se trataba, pero él se había cerrado. La distrajo para que no indagara sobre el tema y ella le siguió la corriente, no era fan de forzar a las personas.
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Eres Mia [Terminada]
WerewolfCuando era pequeña, Camila, conoció a un chico. Él siempre estaba ahí para ella, asegurándose que sonriera y que nadie la molestara. Estaban tan aferrados el uno al otro que cuando se fue, Camila quedó a la deriva. Años después el regresó, pero...