Eres Mia [Terminada]

Prólogo

Prólogo

Will corría delante de su padre, sus pequeñas piernas se movían con ímpetu, bombeando sus brazos a los costados para impulsarse. Su padre sonreía al ver como su hijo corría demostrando sentir la adrenalina que corría por las venas de su raza, su ceño se frunció al ver como de golpe su pequeño se detenía.

Se preocupó al ver que su cuerpo había quedado tieso.

Se apresuró a su lado y sin perder el tiempo se dejó caer de rodillas, su hijo tenía los ojos posados en un punto fijo a la distancia.

― ¿Estás bien, Will? ¿Por qué te detuviste? ― Preguntó dejando ver su preocupación.

El niño se encogió de hombros en respuesta y continuó con la mirada al frente, el padre se volteó y buscó qué tenía tan ensimismado a su pequeño. Al ver, que de hecho, lo que causaba aquello era una pequeña niña pelirroja, sonrió.

Tenía la impresión que su hijo había encontrado a su compañera.

Will no podía quitar sus ojitos de la lindísima niña que tenía delante, llevaba su rojizo cabello suelto, parecía que flotaba a su alrededor.

Sin decir ni una palabra a su padre, se alejó de él y caminó lentamente hasta la niña, que estaba sola junto a otros niños esperando a que la maestra los hiciera entrar al salón. Tomó la mano de la pequeña quien dio un leve respingo al sentirlo, y elevó su mirada para ver quien había tomado su mano.

Cuando los ojos verdes de ella chocaron con los de él, una sensación indescriptible corrió por su cuerpo. Un calor agradable se alojó en su pecho y continuó allí al ver que la pequeña sonreía y le apretaba la mano.

Camila miró al niño que había se había acercado a ella y no pudo evitar sonreír al hacerlo. Era hermoso, pensó cómo decía su tía. Su rostro era amigable y sin saber porque su presencia la reconfortaba, el miedo que sentía hace unos minutos se evaporó cuando él se presentó.

Sin necesidad de palabras, ambos, Will y Camila continuaron tomados de la mano hasta que entraron al salón. Una vez dentro, él la guió a una mesita roja con pequeñas sillas verdes, no planeaba dejarla ir.

Nunca