Will respiró profundo llenando sus pulmones con el fresco aire nocturno, al caer el sol una brisa agradable comenzó a soplar sacudiendo las copas de los árboles y dejando caer alguna que otra hoja.
La cabeza del chico era un entrevero, estaba yendo en contra de toda lógica, desafiando a la naturaleza, a su familia a sus amigos, a su manada.
Pero no se arrepentia, la desaprobación de ellos valia el desafío, prefería fallarle a ellos que volver a fallarle a ella.Estaría tranquilo si no supiera que sus advertencias tenían fundamentos, no eran caprichos, pero no le importaba, había algo dentro suyo que le decía que hacia lo correcto, aunque su mente dijera lo contrario. Por una vez en su vida decidió seguir su corazón, su insinto que le decía que la mejor forma de proteger a Camila era estando con ella, que al alejarla le hacia más daño.
Se sintió morir cuando descubrió el daño que le había causado a su pequeña, su pecas, él creía estar haciendole un bien, pero lejos de haberlo hecho la había lastimado. Su sacrificio no sirvió de nada, ahora se daba cuenta, seguir el consejo de su familia únicamente los había mantenido separados.
Y el tiempo y la distancia habían sido inútiles para intentar olvidarla, no había hecho más que anhelarla.
¿No se daban cuenta? El lazo que los unía era enorme, más fuerte que cualquier otro, parecía un chiste que la naturaleza pudiera tener algo mejor esperando para él.
Se reía de la idea de que pudiera existir alguien a quien pudiera amar más que a ella, pero al mismo tiempo lo aterraba, por el amor que le tenía, temblaba sólo de pensar que un día no sentiría nada cuando viera sus ojos verdes, odiaba la idea de que existiera la posibilidad de que su olor no anulara sus sentidos, de que su risa no fuera como un bálsamo y que su toque no se sintiera como el fuego más ardiente.
Temía el día en que al mirarla no sintiera que el mundo empezaba y terminaba con ella.
Pero aún con ese temor que tenía arraigado, su corazón lo instaba a desobedecer, le decía que estaba haciendo lo correcto al estar junto a ella, lo sentía en todo su cuerpo. Cuando estaba con Camila, cuando la besaba, cuando la tocaba incluso cuando llenaba sus pulmones con su delicioso aroma, siempre se sentía completo, en casa.
Estaba enamorado de la joven, lo estuvo desde la primera vez que puso sus ojos en ella, sintió como si lo hubieran pateado en el pecho y el aire escapara de sus pulmones, a la tierna edad de cinco años lo supo, jamás amaría a alguien como amaba a su Pecas.
Iba a luchar por ella, por ellos, no era un Alpha sólo de nombre, iba a demostrar ser digno, y si era el primero en ir contra la naturaleza lo sería, pero nadie iba a apartarlo de ella, ya no era un chico de catorce años, ahora era mayor y poco le importaba la aprobación de nadie.
Con ese último pensamiento dejó de mirar las estrellas y la Luna que iba creciendo noche a noche, extendió las mantas que había traído consigo y terminó de aprontar el lugar, lo hizo sin prisas, aunque se moría de ganas de ir a buscar a su amada, pues quería que todo estuviera perfecto para ella.
Quería demostrarle cuanto la quería, deseaba borrar de su memoria todo recuerdo amargo que tuviera, sabía que sería difícil, pero no se rendirá hasta lograrlo, con un último vistazo a su creación caminó hacia la cabaña para despertar a Camila, quien se había ido a dormir temprano.
Abrió la puerta principal y se detuvo junto a ella al encontrarse con el pelinegro que lo miraba serio, con el cuerpo recostado a la pared. Lo desestimó con la mirada, y continuó yendo hacia las escaleras decidido a ignorarlo.
—¿Piensas seguir mintiendole?— habló haciendolo detenerse, lo miró y lo notó serio, lo miraba con reproche evidente es sus facciones.
—No es asunto tuyo

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Eres Mia [Terminada]
WerewolfCuando era pequeña, Camila, conoció a un chico. Él siempre estaba ahí para ella, asegurándose que sonriera y que nadie la molestara. Estaban tan aferrados el uno al otro que cuando se fue, Camila quedó a la deriva. Años después el regresó, pero...