Capitulo 36

5.4K 302 66
                                    

Maraton 3/3

Lo siento

Mientras preparaba el desayuno, Camila, hizo una mueca al sentir comezón en su brazo. La herida que se había hecho la otra noche le estaba molestando, pasada la adrenalina y la conmoción de descubrir la existencia de los hombres lobo.

Se rascó un costado de la cabeza y bostezó. Su cabello estaba algo enmarañado, no sabía por qué pero era usual que amaneciera con el cabello todo revuelto, al parecer se movía mucho mientras dormía.

— Cariño — dijo su madre entrando a la cocina. Miró sobre su hombro y la vio detrás de ella arreglando su reloj de muñeca. — ¿Tienes el alcohol? Porque busque en el botiquín y no vi la botella. Quiero usar unos pendientes nuevos, pero si no les paso alcohol, antes de ponérmelos, seguro se me infecta.

Camila hizo una mueca y esbozó una sonrisa tensa. La otra noche su madre volvió a casa y no halló nada fuera de lugar y si lo hizo no comentó nada al respecto. Estaba agradecida por haber podido volver todo a su lugar antes de que ella regresara. No la había escuchado entrar a la casa, como solía hacerlo normalmente, estaba tan cansada y cálida entre los brazos de Will que no la sintió.

— Lo gasté — murmuró sin darse la vuelta. Vertió el agua caliente en la taza y agregó el sobre de té, antes de revolverlo con una cuchara.

— ¿Toda la botella? La repuse, apenas la semana pasada.

— La dejé caer — respondió girándose para enfrentarla. Se acercó el té a la boca y soplo suavemente para enfriarlo.

— Tiene más sentido— dijo con una inclinación de la cabeza— conseguiré un poco más tarde cuando vaya a la farmacia. ¿Aún tienes que ducharte?

Camila asintió. Se había levantado relativamente temprano, aunque hoy no tenía que ir a trabajar porque Alicia le había dado el domingo libre, ya que las había invitado a almorzar. El día anterior, ella había insistido en ir a trabajar. No se le hacía bien no cumplir con su turno, luchó con Will, quien se negaba a dejarla ir.

Después de mucho discutir, Camila no cedió. Soltó una risa al recordar como rodó los ojos antes de advertirle que si tanto quería ir, él la acompañaría. Era un poco cavernícola a veces, aunque generalmente lograba salirse con la suya, le costaba decirle que no a ella.

Sin embargo, no pudo quedarse todo el rato. Tuvo que marcharse poco antes de que su turno finalizara, Alicia fue avisarle y de paso aprovechó para invitar a ella y su madre a almorzar el domingo.

Después de todo, lo logró, iría a su casa a comer. Después de tanta espera aquel bendito almuerzo iba a suceder. Ahora no estaba nerviosa por encontrarse con Will, sino por el hecho de saber la verdad. No había querido pensar mucho en ello, pero era imposible no hacerlo. Era como un elefante en la habitación, no había forma de que no le prestaras atención. No todos los días te enteras de la existencia de criaturas fantásticas, y no pertenecientes a cuentos de hadas, sino a historias de terror.

— Bien, mientras te arreglas iré al supermercado por algunas cosas. Tal vez pase por la panadería, no quiero llegar con las manos vacías. Tranquila no iré a la de los Miller, eso sería raro.

Camila sonrió casi imperceptiblemente, intentó que fuera una sonrisa completa, pero le fue difícil, una idea no tan descabellada se adueñó de sus pensamientos. ¿La anciana del mostrador sería una cambiante? Will había dicho que la gran mayoría de las personas que trabajaban para su padre lo eran, así que podía ser posible. Nunca observó nada raro cuando le alcanzaba los pasteles de chocolate que tanto le gustaban, pero tampoco había notado nada en Will y a él sí que lo observaba, así que eso no era ninguna garantía.

Eres Mia [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora