C38: Medias hermanas.

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Christopher Vélez no podía dejar de sonreír. Caminó cautelosamente sosteniendo la mano de su novia por el centro comercial ignorando el sonrojo que aparecía en las mejillas de Danna cada vez que se daba cuenta que reconocían a su novio y las chicas los observaban directamente por más de treinta segundos.

Experimentaba pequeños mini infartos cuando escuchaba uno que otro grito pero a Christopher no parecía importarle, al contrario, su agarre se intensificaba como sí tuviese miedo que Danna se echara a correr de repente y continuaba  observando los aparadores de las tiendas con detenimiento.

En medio de un suspiro Danna apoyó su cabeza en el hombro del muchacho y finalmente él la miró. Besó su cabeza y dejó escapar una risita.—¿Estás cansada, muñeca? —cuestionó en voz baja.

—¿Por qué tenemos que seguir observando aparadores sí ya tenemos el regalo de Cami?—exigió incrédula.

Christopher sonrió—En realidad solamente era para pasar más tiempo juntos—el entrecejo de la chica se frunció un poco—¿Qué te parece un helado antes de ir a casa?—preguntó él con voz cantarina.

Danna rio levemente y luego se apartó de su novio para poder observarlo a los ojos.—Me siento cansada, Chris—protestó la muchacha.

—¡Ese no es problema alguno!—respondió el joven y antes de que Danna pudiese si quiera darse cuenta de lo que su loco novio planeaba, ya se encontraba en los brazos de Christopher.

Soltó un pequeño grito y automáticamente las personas a su alrededor los observaron con curiosidad. Christopher les sonrió y comenzó a caminar por el centro comercial con su novia en brazos como sí fuese una niña.

—¡Bájame!—ordenó la castaña con las mejillas coloradas pero con una amplia sonrisa en los labios. Luego se quiso morir de vergüenza apenas se dio cuenta que varias personas habían sacado sus teléfonos para comenzar a tomarles fotografías.

¿Qué tal normal era ver a un chico sosteniendo en brazos a su novia por el centro comercial? Se sentía como si estuviese dentro de una comedia romántica.

—No. Dijiste que estabas cansada y yo te dije que ese era el menor de nuestros problemas, mi amor—canturreó el muchacho ofreciéndole una amable sonrisa a una anciana que los observaba con ojos soñadores. Danna pudo ver un ligero sonrojo en las mejillas de la mujer y rio en voz baja aferrándose al cuello de su novio.

—Esto es vergonzoso—se quejó en voz baja.

—No, esto es romántico—corrigió el ecuatoriano sonriéndole.

—¡Estás loco!—murmuró Danna con diversión y Christopher rio.

—Bueno, tú tienes la culpa, porque fuiste quién hizo que me volviera loco pero de amor—Danna volvió a reír y se quedó en silencio.

—Eso no es verdad, ya eras un demente cuando te conocí—Christopher la miró ofendido y ella le ofreció una sonrisa cómplice.

—Vaya, que linda eres, yo también te amo—ironizó el chico—Y hemos llegado—anunció Christopher volviendo a ponerla cuidadosamente en el suelo cuando estuvieron justo frente a la puerta de la heladería.

Danna escuchó un leve coro de suspiros y negó con algo de diversión, luego se sonrojó de nuevo cuando los labios de su novio se unieron a los suyos y cerró sus ojos disfrutando de la sensación que le provocaban.

—Te amo—susurró mirandolo a los ojos. Él le sonrió y tiró de su mano para entrar en el local donde la gente seguía observándolos. Escogieron una mesa algo alejada de las miradas curiosas y luego tomaron asiento quedando uno frente al otro.

HEY DANNA (LCDLP#2) |CNCO|TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora