C39: Mala suerte.

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El corazón de Zabdiel dejó de latir en el mismo momento en que Marcelle se giró sobre el taburete para poder observar a Camila. El rostro de la mujer había perdido todo rastro de color y parecía totalmente asustada mientras Brooke retorcía insistentemente una servilleta de papel. Ella lo había dicho, Camila no era hija de Steve y con esa afirmación, sus sospechas tomaban más fuerza.

—Camila....—murmuró la mujer poniéndose de pie.

—¡No te me acerques, mamá! ¡No avances un paso más!—le espetó la muchacha dando un paso atrás, chocando con el cuerpo del boricua.—¿Qué fue lo que dijiste?—exigió con las primeras lagrimas bajando por sus mejillas.

—Mi amor yo...

—¡No me des excusas tontas, mamá! Tengo veinte años, no cuatro—protestó entre dientes.—¿Es cierto lo que dijiste?—exigió de nueva cuenta y luego sus ojos se despegaron de su madre para observar a la nerviosa Brooke.—¡Dios! ¡Tú lo sabías! Siempre lo supiste, tía—la acusó herida.

—No juzgues a tu madre, Cam—murmuró la pelirroja mirándola fijamente.

—Mi amor....—la voz de Zabdiel llegó hasta sus oídos pero ella no lo miró. Su cerebro estaba trabajando demasiado de prisa como si estuviese atando cabos cuando en realidad todo lo que estaba haciendo era buscando una buena explicación para toda esa situación.

—¿Qué no la juzgue?—preguntó sarcásticamente—¡¿Cómo quieres que no lo haga si me mintió veinte años?! ¿Qué harías tú, eh Brooke?

—Cami....—la volvió a llamar Zabdiel.

—¿De verdad no soy hija de Steve?—cuestionó en voz baja. Pero su madre no respondió, en su lugar se quedó en silencio mientras las gruesas lagrimas bajaban por sus mejillas incapaz de responder.—¡No te quedes callada, mamá!—le gritó totalmente furiosa.

—Camila, por favor...

Madison entró en la cocina sin que nadie pudiese detenerla. Observó a la pelirroja con la mirada clavada en el suelo, a su madre con lágrimas en los ojos y a Camila totalmente furiosa. Su mirada marrón se encontró con la de Zabdiel y lo observó con el ceño fruncido como sí con eso él pudiese explicarle todo. Su hermana y su madre se miraban fijamente sin emitir más sonido que el de los sollozos.

—Oye Maddie, ven aquí—habló el chico finalmente porque el resto de las mujeres parecían no notar la presencia de la pequeña niña en medio de la cocina y él tenía que alejarla antes de que la guerra verbal entre su madre y su hermana se desatara—estoy deseando realmente que me muestres todos los dibujos que has pintado en el libro, creo que podrías enseñarme a colorear sin salirme de los bordes—la niña sonrió un poco y caminó hasta él para ir a la sala donde el libro y los colores descansaban sobre la mesa central.

—¿No sabes pintar sin salirte de la línea?—cuestionó la niña tomando la mano de Zabdiel.

—No. Nunca fui bueno en el jardín de infantes, creo que me comía colores en lugar de usarlos—anunció el muchacho encogiéndose de hombros y ella rio.—Pero tú puedes enseñarme ¿cierto?—preguntó casualmente y la niña asintió firmemente.

—¿Pero puedo visitar a Erick y a Joel?—el muchacho rio.

—Claro que sí, cariño. Por cierto, se acerca el cumpleaños de Joel, ¿recuerdas que en el cumpleaños de Erick te dijo que él también quería dibujos?—los ojos de la niña se iluminaron de inmediato.

—¿Puedo llevarle dibujos?—cuestionó dando pequeños saltitos de emoción. Zabdiel volvió a reír.

—Claro que sí. Todos los que tú quieras...

HEY DANNA (LCDLP#2) |CNCO|TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora