Erick soltó un prologado suspiro contemplando el cielo nublado casi negro del día. Literalmente ese iba a ser un día totalmente gris, no sólo por la potencial lluvia que estaba a punto de azotar la ciudad en cualquier momento, también por la partida de Danna. El ambiente melancólico dentro de la casa era una tortura para cualquiera que estuviese dentro más de diez minutos. Ellos realmente habían intentado no ponerse tristes por tener que separarse de la castaña pero todo el amor que sentían por Danna les estaba jugando en contra en ese momento.
La noche anterior cuando ella y Christopher habían vuelto con los ojos rojizos se habían sentado en la sala de televisión para ver películas, la habían llenado de mimos y le habían dedicado palabras de aliento haciendo que derramara muchas lágrimas, y es que la sensibilidad de Danna era latente, era como si tuviese un remolino de sentimientos encontrados envolviéndole completamente.
—¿Sabes que por mucho que lo mires el clima no va a cambiar ni el día tampoco, verdad?—apartó la mirada del cielo grisáceo y observó a Danna sonriéndole débilmente.
Erick soltó el aire de golpe y le ofreció una leve sonrisa al tiempo que Danna comenzaba a avanzar hasta el ventanal para admirar el paisaje también, le parecía una ironía que el día estuviese sombrío igual que su estado de ánimo.
—Hasta el día esta triste, Dan—susurró Erick y ella lo observó un segundo sintiendo como su corazón se partía un poco más apenas se topó con la seriedad en el rostro de su mejor amigo y sus lindos ojos verdes totalmente brillantes.
—La segunda vez que te vi en la cocina de esta casa pensé que tus ojos eran realmente preciosos, me encanta el brillo juguetón y coqueto que poseen, Erick. Muchas veces evité mirarte a los ojos porque sabía que me hacías sonrojar más de lo normal—informó con voz estrangulada.
—Parecías un tomate sonrojándote todo el tiempo—se burló el chico con las primeras lagrimas recorriendo sus mejillas.
—Basta, no me hagas llorar que todavía no es la hora—el chico rio y se limpió las lágrimas lentamente.—Te quiero muchísimo, Erick.—murmuró abrazándolo fuertemente.
—¿Por qué estás despidiéndote, eh?—preguntó el muchacho con nuevas lagrimas rodando libremente por sus mejillas.
—No estoy haciéndolo, solamente quiero que sepas que te quiero mucho—replicó y entonces las lágrimas abandonaron sus ojos para iniciar su recorrido libremente.
Los pasos del resto de los chicos se hicieron presentes hasta que el abrazo de dos se hizo de seis personas. Ella no podía dejar de pensar que ahí faltaba Camila, ni siquiera había intentado llamarla esa mañana porque sabía que sí lo hacía recibiría otro rechazo por parte de su hermana y el día ya iba a ser lo suficientemente triste como para poder soportar más.
—¿A qué hora es tu vuelo?—preguntó Joel apartándose como el resto de los chicos.
—A las cuatro y treinta—respondió la chica.—con Renato iremos a visitar a Sophie para poder despedirme de ella y también porque él y Cindy quieren decirle sobre su adopción—Zabdiel le sonrió.
—Primera reunión familiar con tu nueva hermana, eh. Qué bonito—murmuró el boricua limpiándose las mejillas. Danna lo observó un segundo y volvió a abrazarlo con fuerza.
—Estoy muy segura que Camila te ama igual que siempre, Zabdi. Y sé que no es fácil, pero su tour está a punto de iniciar de nuevo y ella estará ahí, intenta hablar con ella hasta que te acepte de corazón o lo haga por cansancio.—le susurró en el oído.
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HEY DANNA (LCDLP#2) |CNCO|TERMINADA.
FanfictionSegundo libro de la trilogía LA CHICA DE LOS PATINES. Libro uno: LA CHICA DE LOS PATINES. Libro dos: HEY DANNA. Libro tres: QUERIDA LEYRE. .-.-.-.--. Sí Danna Francis pensaba que iba a librarse de Christopher Vélez tan fácilmente, estaba muy equivoc...