78- Unas 60 veces.

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Estaba temblando. En cualquier momento el sudor empezaría a correr por mis manos y el teléfono se resbalaría, como el poco valor que tenia en estos momentos. 

  —¿Tu silencio equivale a un si? —cuestionó sin apartar su mano. No supe que responder, como tampoco supe que me tenia mas nerviosa, si el hecho de que estuviera aquí, rozando mi mano, o el hecho de que me encontró en pleno intento de escapar y dejarle plantado.

Si, se podría decir que soy muy valiente. Aja.

Unos segundos después de estar así, deseando que la tierra me tragase y me escupiera en casa, como si leyera mis pensamientos, apartó su mano, pero por alguna razón eso no me hizo sentir mas segura, tal hecho significaba que tarde o temprano tenia que dar la cara... Si, esta cara que estaba roja de la vergüenza. Y ese momento era ahora. 

Me giré.

Le miré.

Empecé a sudar frió.

Y... 

No se si esto era posible en las leyes de la naturaleza, pero cuando le vi.

Creí que me volví a enamorar, lo juro. 

  Me observó por unos segundos, supongo que estaba deduciendo mi cara de culpa. 

  —¡No es lo que parece!  —solté en mi defensa.

  —¿Ah si? ¿No parecía que estabas llamando a casa para dejarme plantado?  —fingió asombro.

  —Bueno... si es lo que parece  —confesé cubriendo mi rostro de la vergüenza. 

  —Tienes un punto solo por ser sincera, un poco descarada si, pero sincera  —rió y aunque en otras circunstancias eso hubiera sonado como una ofensa, yo también reí. —De no ser porque estas hermosa esta noche, yo te dejaría plantada justo ahora  —continuó y como otra vez no supe si tomarlo como un halago, cubrí mis mejillas rojas que me estaban delatando y volví a reír.

  —Lo siento—susurré destapando mi cara.

  —Tu solo... espera aquí  —se dio vuelta y salió del lugar. ¿Que se supone que hacia,  me dejaba plantada? En pocos segundos volvió con un ramo de rosas amarillas. 

  —No es cierto  —cubrí mi cara por decimoquinta vez, era todo un espetáculo. 

  —Amarillas como tu vestido  —sonrió extendiendo aquel hermoso ramo de rosas que portaba en sus manos, el cual, era evidente que no sabia de donde lo sacó.

  —¿De donde lo sacaste?  —curiosee sin tomarlo.

  —De algún lugar del mundo  —me dio una sonrisa inocente y continuó con el ramo extendido hacia mi.

  —No puedo aceptarlo  — negué—. Me siento muy culpable y ademas...

  —Mas te vale que lo tomes porque lo acabo de  arrancar de este lugar, si no te apresuras se darán cuenta y van a echarnos de aquí —me dio una sonrisa de niño zarandeándolo ante mis ojos. 

  —Oh  —lo tomé de prisa. —Gracias —susurré sonriendo.

  —Denada —sonrió susurrando de manera cómplice. —Ahora si, ¿empezamos otra vez?

¿Ah?

  —Dylan  —me extendió su mano. 

  —Bridget  —correspondí con una sonrisa y un poco insegura de lo que estábamos haciendo. 

¿Que? ¿No hay chispitas, cortes eléctricos... nada? Okay. 

  Luego de soltar mi mano,  acomodó el moño de su Smoking negro, y creo que me enamoré unas 60 veces...

De la misma persona. 

  —¿Vamos al Mille?  —me extendió su mano para que empezáramos a caminar, por un momento casi y la tomo, pero descuiden, estoy enamorada pero aun no estoy tan loca.

  —¡No! 

 —Pero quedamos que ahí iríamos , ¿no? —me vio algo confuso. 

  —Si... pero estamos muy cómodos aquí, podemos quedarnos ¿no?  —sonó como si estaba preguntando pero créanme que mas bien estaba suplicando. 

  —Mmm...  —achinó los ojos viéndome no muy convencido.  —¿No lo dices porque quizás desde aquí puedas escaparte mas rápido y dejarme plantado, eh?

  —Lo juro  —reí levantando mi mano derecha en forma de juramento. 

  —Bueno... solo con una condición. 

 —Aja. 

  —Que escondas las flores mientras estamos aquí  —señaló mis manos susurrando un poco. 

  —Claro, claro  —susurré de igual manera y caminamos a una mesa. 

  —Las damas primero  —usó un acento sofisticado, halando de una silla para mi.

  —Gracias, Gracias  —sonreí sentándome y el hizo lo mismo. Tiré las flores bajo la mesa y ambos reímos por la cara de criminal que tenia yo. 

Le miré.

Le volví a mirar. 

Suspiré.

Y no supe que decir. 

  —Ya se que no traigo el filtro de mis fotos, y lo lamento pero esta soy yo. Ademas este collar de perros no es lo mio, literal es de la abuela de una amiga, así que, disculpa si no lo uso esta noche —lo halé de mi cuello tirándolo sobre la mesa y suspiré profundo. Cuando le oí soltar una risita caí en cuenta de que había dado otro espectáculo. Tiré mi frente sobre la mesa. 

Mejor me hubiese quedado callada.

  —No hacia falta tantos detalles sobre el collar de perros  —rió y yo seguí golpeando mi cabeza sobre la mesa—. Y para terminar, No tienes idea de lo hermosa que estas pareciendo a mis ojos. Ni Instagarm con mil actualizaciones podría conseguir un filtro que igualara tu belleza —aseguró dedicándome una enamoradiza mirada que me hizo levantar la cabeza desde el primer segundo. 

Y una vez mas, me había enamorado por lo menos unas sesenta veces...

De la misma persona. 


ººº


Na nana nana :)

Love and Bless, Sophhh.


Desconocido a la vista.  #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora