Todo estaba bajo control. Brisa y yo ya estábamos de vuelta en nuestros respectivos hogares. Gracias a Dios el teléfono estaba justo donde Brisa lo dejó. Apareció intacto y eso me dio mucha paz interior.
Los días siguieron pasando. Nada detuvo su curso. Cada noche era una angustia y una súplica a la vez, esperando con la llegada de cada amanecer que Dylan me escribiera ese mensaje invitándome al baile que tanto imaginaba en mi cabeza. Pero fue en vano. El baile ya estaba aquí.
Tenía el vestido perfecto, el peinado perfecto. Pero como todos los años anteriores, me faltaba el compañero perfecto.
Los años anteriores no me dolía tanto, ya era normal para mi. Pero una vez que encuentras a alguien, las cosas son diferentes. O al menos eso era lo que yo pensaba. O quizás peor de solo pensar que sí tengo con quien ir pero no me invitó.
Este año no había ni una sola señal de emoción en mi. No era solo el hecho de no ir con Dylan, tenía a una madre que aunque me sonreía y me ayudaba a alistarme, se que se moría por dentro de saber que papá aún no regresaba a casa. Y que decir de mi, si aunque le sonreía de vuelta, el corazón también se me rompía.
Crucé la puerta de casa para adentrarme al taxi que mamá pidió para mi. Iba rumbo a la noche mas feliz para cualquier adolescente: Una fiesta.
Sin embargo, todo por donde lo mirara me decía a gritos "Esta no es tu noche".
ESTÁS LEYENDO
Desconocido a la vista. #1 ©
Historia Corta¿No has considerado comprar un diario personal? He escuchado que no son tan caros. ••• Bridget nunca había sido una persona popular. Ni estaba cerca de serlo. No tenía amigos. Ni estaba cerca de tenerlos. Tampoco era una persona social;...