Los niños se habían quedado en absoluto silencio, intentando procesar lo que Stuart había dicho.
- Usted no es sacerdote. – Soltó Peter.
- ¿C-cómo lo sabes? – Preguntó el hombre, intentando recuperar la compostura.
- Simple, usted no es calvo ni gordo ni viejo. – Razonó el niño.
- ¡Es verdad! Es muy guapo para ser cura. – Gritó una niña regordeta sentada al frente.
- No se parece al padre Collins. – Dijo otro. – Y los curas que visitan al padre Collins son iguales a él.
- ¡Basta! – La maestra los hizo callar, paseando la mirada por los rostros silentes de sus estudiantes. – No sé desde cuando son tan mal educados, ni siquiera han dejado al padre presentarse. – Posó su vista en el fraile, los nervios que él sentía desapareciendo. – Por favor...
- Por supuesto. – Dio dos pasos al frente, sonriendo con confianza renovada. – Soy el padre Stuart Pot, en unos cuantos meses seré formalizado como el nuevo párroco de Wolfshire si Dios lo permite, pero por el momento seré el ayudante del padre Collins para conocer a la comunidad de mejor forma.
- Yo quería que fuese el novio de la señorita Noodle. – murmuró Sara solo siendo escuchada por Tom.
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La joven profesora limpiaba la pizarra escuchando la risa de los niños en el patio junto con unos cuantos gritos de la hermana Agnes sobre la moderación.
Había invitado a los cuatro religiosos a quedarse para que pudiesen conocer a los niños antes de que las hermanas los acompañaran al patio.
- Entonces, ¿usted es un fraile? – Preguntó Noodle, sentándose en su escritorio, otra silla puesta allí para que Stuart la pudiese acompañar, un par de tazas viejas llenas con café caliente y un poco de pan recién hecho para que pudiesen comer.
- Así es.
- ¿De qué congregación?
- Soy franciscano - Contestó con una gran sonrisa que le contagió a su acompañante, después de todo, había sido un largo camino hasta conseguir su objetivo.
- ¿Franciscano? ¿Y qué hace un franciscano vestido así? - Quiso saber Noodle, cruzando los brazos sobre el pecho.
- Tiene que ver con una pequeña burla a la hermana Agnes, ella no entiende que aun así siga siendo un sacerdote.
- ¿Cómo si quitarse el hábito usted volviese a ser un hombre normal?
- Algo así. – Asintió.
- Creo que la hermana Agnes tiene razón hasta cierto punto. – Él la miró interrogante. – Las mujeres no pensaran que es un sacerdote e intentaran seducirlo. – Stuart rió con ganas ante lo último.
- No soy la gran cosa, me faltan dientes, tengo el pelo azul y mis ojos...
- Pues algunas mujeres podrían pensar lo contrario. – La miró confundido. – Digo, es alto, delgado, tiene una mirada dulce y una sonrisa muy tierna. – Ella se sonrojó, poniéndose nerviosa. – Disculpe, a veces mi lengua me traiciona.
- No hay problema, a decir verdad, es la primera mujer que me hace un cumplido.
- ¿Por qué franciscano? – Cuestionó de repente, descolocando al joven fraile por unos segundos.
- Porque la humildad con que viven me llamó la atención, además de su entrega y dedicación en cuanto al trabajo con los más pobres y desposeídos. – Noodle lo vio con admiración, una verdadera pasión por lo que era escondida en las palabras de sacerdote. – Además, el padre Collins me contaba las historias de San Francisco cuando era un niño y él se volvió e una especie de héroe para mí, un modelo a seguir. – La miró fijamente. – Y usted, señorita Noodle, ¿por qué eligió ser maestra?
- Creo que las ganas de ayudar a los más pequeños a ser mejores, aunque siempre quise serlo, de pequeña jugaba a ser profesora de mis muñecas.
- El padre Collins tenía razón.
- ¿En qué?
- En que usted me iba a agradar.
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La hermana Marie salía de la pequeña panadería escondida en un callejón que, según el viejo sacerdote, tenía el mejor pan del pueblo, llevando una hogaza de pan que había comprado con el dinero que la congregación les asignaba mensualmente para mantenerse.
Caminó tranquilamente, sus ojos detallando cada espacio de la calleja que llevaba directo hasta la casa parroquial, conteniendo un grito cuando una mano la detuvo de golpe.
- Shhh, corderito, soy yo, Murdoc, ¿me recuerdas? – la confusión en la cara de la monja lo obligó a explicarse. – El amigo de Stuart.
- ¿El amigo del hermano Pot? – Él asintió. – ¡Ya lo recuerdo! Es el de la taberna.
- Así es. – Asintió complacido.
- ¿Necesita hablar con el hermano Pot? Si es así, él está orando, aunque creo que puedo interrumpirlo.
- No, no es eso, corderito.
- ¿No? – Lo vio desconcertada.
- Quería hablar contigo.
- ¿Conmigo?
- Claro. – Se preparó para actuar realmente convincente, la pequeña monja observando fijamente. – He pensado en volver al rebaño del señor y pienso que necesito ayuda.
- La hermana Agnes y la hermana Alessandra fueron misioneras, tal vez ellas puedan ayudarlo.
- No lo creo, tal vez ellas no me quieran escuchar o me quieran quemar en una hoguera. – Ella rió suavemente, Murdoc reprimiendo un jadeo.
- ¿Y el hermano Pot?
- A veces es más difícil abrirse con alguien conocido, porque Stu me conoce demasiado bien y podría ser demasiado severo conmigo.
- ¿Entonces?
- Creo que tú podrías ayudarme. – Hizo el gesto más inocente posible, intentando convencerla.
- Lo meditaré. – Contestó, alejándose de él para volver a la parroquia.
Murdoc solo la vio irse, sabiendo muy bien que ella ya había caído en su trampa sin sospechar nada.
- Quisiera saber que estar planeando.
- ¿Russ? ¿Cuándo volviste?
- Hoy en la mañana y cuando decido ir a ver a mis ciudadanos, lo primero que veo es a uno de mis mejores amigos con una monja.
- No tiene nada de malo.
- Si tú estás metido, solo puedo pensar lo peor. – Murdoc apretó los dientes.
- Stuart volvió.
- ¿Qué? ¿El palillo regresó?
- Si y te sorprenderás cuando lo veas.
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Noodle cerró el libro que intentaba leer, su mente evocando la conversación que tuvo con el fraile, ¿Cómo un hombre tan apasionado podía despreciar su propia apariencia? Suspiró, intentando calmar el cosquilleo que sentía al pensar en el hombre, una sensación que no recordaba haber tenido antes, obligándose a repetir por milésima vez que él era un sacerdote y debía respetarlo.

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Priest
Fanfic¿Puede el amor ser más grande que la fe? ¿Puede obligar a un hombre a romper sus votos? Stuart regresa a su pueblo natal después de 10 años convertido en un joven sacerdote, dispuesto a ayudar en la congregación que lo formó. Sin embargo un par de r...