Capítulo 23

5K 304 27
                                    

Noodle abrió su puerta con una sonrisa, recibiendo al sacerdote, dejándolo pasar sin notar lo apesadumbrado que él se encontraba.

Lo abrazó, esperando que le correspondiera, sin embargo, Stuart no movió los brazos, alejando su rostro cuando la maestra trató de besarlo.

- ¿Toochi, que pasa? – Preguntó preocupada.

- Tenemos que hablar. – Su voz sonó como la de un condenado a muerte, un peso enorme cayendo sobre su corazón. – Hay algo que debo decirte.

- También tengo algo muy importante que decirte. – Alcanzó una mano masculina, enredando sus dedos con los largos y delgados de él.

- ¿Sí? – Ella asintió, él apretando su mano, intentando alargar el momento. – Te escucho.

- Bien, si quieres que yo comience, pues lo haré. – Respiró profundamente, sus ojos verdes brillando. – Stuart, yo te amo.

- ¿Qué? – Los ojos negros se abrieron sorprendidos, su cuerpo entero palpitando con emoción.

- Eso, te amo Stuart, creo que comenzó cuando choqué contigo antes de conocernos apropiadamente. – Relató sonrojada.

- Noodle yo...

- Sé que es una locura, pero...

- Yo no te amo. – Se obligó a mentir. – Lo siento, pero yo no siento lo mismo por ti.

- ¿De qué hablas? – Soltó su mano, saltando hacia atrás, alejándose.

- Discúlpame, Noodle, era sobre lo que quería hablarte, yo...ya no podemos seguir viéndonos.

- No entiendo. – Sus lágrimas cayeron, todo en Stuart suplicando por dejar de hacer caso a su cerebro, a decirle la verdad.

- Ya adquirí la experiencia que no tenía, además, reflexioné y el sacerdocio, mis votos, son lo más importante para mí, no lo voy a abandonar por nadie, ni siquiera por ti.

- ¿Me usaste?

- Lo siento, yo era virgen y necesitaba saber de que me estaba...- Un golpe en su mejilla lo calló, Noodle realmente furiosa.

- No te creo, no creo nada de lo que acabas de decir. – Dijo temblorosa. – Dijiste que te gustaba.

- Y me gustas, sin embargo, no te quiero ni te amo, entiéndelo. – Tragó, procurando mantener la compostura. – Si no hubieras sido tú, habría sido cualquier otra.

- ¿Por qué? – El corazón de Stuart se partió al ver a la mujer que amaba destruyéndose ante sus ojos.

- Ya te lo dije, no vales la pena como para arriesgarme a perder todo lo que con esfuerzo he obtenido.

- Vete. – Susurró ella dolida, el fraile haciendo amago de acercársele. - ¡Vete! ¡No me toques! ¡Déjame sola!

- Noodle...

- ¡Ya conseguiste lo que querías, bastardo, ahora lárgate! – El sacerdote hizo lo que ella decía, dándose la vuelta y saliendo por la puerta, dejando atrás de él a Noodle, la única mujer que en verdad amaba.

______________________________

La hermana Agnes se paseaba como león enjaulado, repitiendo varias veces cuales eran las obligaciones de un religioso, el padre Collins riendo burlón de la vieja mujer.

Un ruido lo sobresaltó, parecido al golpe de una puerta cerrada con fuerza, los ojillos grises del anciano hombre dirigiéndose a la casa parroquial, recordando que tenía buenas noticias para la congregación, un precioso órgano pronto llegaría a la iglesia y le pediría a Stuart que lo estrenará, sabiendo que él había aprendido a tocar en un piano que tenía Litchfield en casa.

Siguió mirando a la monja mayor, la hermana Alessandra negando divertida ante sus reclamos.

Por otro lado, Stuart suspiró, dejando que por fin su llanto bajara, sus manos ardiendo, deseoso de romper todo lo que había en su habitación, lleno de una furia ciega contra sí mismo, preguntándose como pudo ser tan frío con Noodle.

Él mismo había roto su corazón, utilizando las palabras adecuadas para que ella jamás lo perdonara, pero ¿él podría perdonarse? Gruñó, dejándose caer al suelo, la espalda pegada a la puerta firmemente cerrada, cuestionándose como podría vivir sin su amor de ahora en adelante.

Porque no sabía que tan tortuoso sería no estar con ella y no sabría nunca que tan dolorosas habían sido sus palabras para la mujer.

________________

Russel observó a sus pequeños demonios correr por todo el jardín, la abuela de las niñas negando ante lo poco civilizadas que parecían las dos pequeñas.

- Debes conseguir una madre para tus hijas.

- Madre, ya lo discutimos, ellas están bien así.

- ¿Tú crees? Necesitan de alguien que sea su modelo femenino. – El moreno negó.

- Para eso estás tú.

- No viviré para siempre y tú, hijo mío, estás demasiado solo y ocupado para hacerte cargo de tu familia.

- Pues yo no quiero volver a casarme, con Julia tuve suficiente amor para toda una vida.

- Eso es lo que piensas, tu esposa murió hace mucho y no te puedes quedar como un amante viudo eterno.

- Tú no dirías eso si no tuvieses a alguien en mente, dime ¿de quién se trata?

- Que te parece Anne Prescott.

- Que la odio porque es una chismosa insufrible.

- Susan Applewhite.

- Podría ser tu madre. – Soltó asqueado.

- Alice Conrad.

- Se va a casar con Oliver Norton.

- ¡Estás dejando fuera a todos mis prospectos de nuera! – Gritó la mujer, frustrada. – Solo queda una mujer soltera que podría hacerte caso.

- ¿Quién?

- Paula Cracker.

- ¿La señora Paula?

- Si, ella, porque la maestra Noodle no te querría cerca, así que solo me queda esa desagradable mujer que trabaja en la taberna.

- Te equivocas.

- ¿Qué?

- Paula es muy agradable, es más, me cae muy bien como para dejar que la pobre se preste a tus ridículas pretensiones casamenteras.

- Pero...

- Nada, madre, seguiré solo hasta que así lo decida yo mismo, no necesito que elijas mujer, porque eso puedo hacerlo por mi cuenta. – Se levantó de donde estaba, dejando a su madre sola, dirigiéndose a jugar con sus niñas, secretamente de acuerdo con que Paula estuviese entre los prospectos de pareja para él que había propuesto su madre.

_______________

Noodle respiró erráticamente, intentando comprender como era que Stuart la había engañado de ese modo, ella creyendo siempre que él era un buen hombre, pero se había equivocado, aunque algo seguía sin encajar bien.

Cayó en su cama, gimiendo mientras olía el lado que el hombre usaba cuando dormían juntos, maldiciéndose por amarlo tanto.

En ese instante, lo odiaba igual o más de lo que lo amaba, decidiendo que buscaría la forma en la que Stuart Pot pagara la humillación por la que la había hecho pasar.

Con eso en mente, cerró los ojos, decidida a descansar y olvidar.

PriestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora