Capítulo 4

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Stuart gruñó, limpiando el suelo de la iglesia, pasando el trapero por entre los bancos, intentando sacar la mayor cantidad de suciedad posible.

La señora Litchfield lo observaba, las gafas de lectura bajadas, sus ojos pareciendo los de un ave rapaz, vigilando cada movimiento antes de seguir con su tejido. El padre Collins estaba sentado al lado de la mujer, bebiendo un vaso de limonada.

El joven fraile intentó no tropezar con su hábito, lográndolo, sin embargo, pisó una baldosa llena de agua, lo que lo hizo resbalar y caer al suelo, el cura más viejo estallando en una sonora carcajada, Litchfield negando severamente. Stuart se levantó, sobándose un muslo que había chocado con un banco, seguro de que se le iba a formar un moretón. Una risilla provocó que se fijara en la entrada, la figura de una mujer dejándose ver.

- Señorita Noodle. - Ella dejo de reír, acercándose con cuidado al fraile.

- ¿Está bien? - Asintió, notando que la joven mujer sostenía una cesta.

- Si pudo sobrevivir a caerse de un árbol, puede sobrevivir a una simple caída. - Interrumpió el padre Collins.

- ¿Qué la trae aquí? - Noodle le echó un vistazo al sacerdote mayor, él levantándose de su asiento.

- Yo la llamé, Stuart, creo que ustedes dos deben trabajar juntos con los niños. - El muchacho frunció el ceño, como exigiendo una explicación. - Recuerda que debes hacer la catequesis y, hasta donde sé, tú no te llevas bien con los más pequeños.

- Ahí es donde entro yo. - Soltó dulcemente ella. - Puedo ayudarlo a acercarse a mis estudiantes, tal vez ayudarlo con las clases de catequesis.

- Ajá.

- Vayan a la sacristía a hablar, creo que yo iré a ver que están haciendo las hermanas y después caminaré un rato. - La señora Litchfield dejó de tejer, guardando sus cosas y saliendo silenciosamente por una puerta lateral.

Stuart hizo un gesto, invitando a la profesora a seguirlo hasta la sacristía, entrando para después cerrar la puerta. Se sentaron en las viejas sillas, ella dejando la canasta sobre el mesón, él acomodando su cruz sobre el pecho.

- No sé si es mucha curiosidad, pero ¿Qué hay en la canasta? - Noodle rió, negando, sacando una pequeña fuente de cerámica.

- Traje unas galletas para usted, padre Pot. - Le tendió el envase invitándolo a comer una. - Son de limón.

- Muchas gracias, señorita.

Se quedaron en silencio, Stuart mordisqueando una galleta, ella mirando como el rostro masculino se iba llenando lentamente de migas.

- Realmente usted es muy gracioso, padre. - Murmuró Noodle, apoyando una mejilla sobre la mano izquierda.

- ¿Por qué lo dice?

- Vi cómo se cayó, realmente me recordó a Buster Keaton. - Él abrió los ojos, mirándola incrédulo.

- ¿Conoce a Keaton? - Ella asintió.

- Es uno de mis actores favoritos.

- También el mío, admiro su trabajo, es realmente un maestro de la comedia junto a Mabel Normand y Charles Chaplin.

- ¿Le gusta el cine? - Stuart se sonrojó, enterneciendo la mirada de Noodle.

- Sí, realmente lo disfruto, en el convento el hermano Percival tenía una gran colección de películas junto con un proyector, sabe, su hermano tenía un teatro donde proyectaban y algunas veces yo podía salir e ir a ver un estreno.

- Mi actriz favorita es Lilian Gish. - Stuart asintió, alcanzando otra galleta.

- ¿Y Valentino?

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