Capítulo 24

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La habitación del sacerdote más joven de la parroquia parecía en orden, todo en absoluta calma si no fuera por un bulto tembloroso y sollozante sobre la cama.

Stuart respiró con dificultad, recordando la semana que había tenido después de dejar a Noodle, sus dedos apretándose de rabia al rememorar el como ella lo había ignorado cuando había visitado al padre Collins, en como sonreía con cierta acritud al saberlo cerca, el desprecio en sus ojos, la atormentada alma del fraile sufriendo aún más.

Se repitió que debía ser fuerte por la seguridad de ella, la amaba y quería que fuese feliz, si la tenía cerca el pueblo se volvería contra la maestra y él era demasiado débil como para detenerlo, aunque la decisión que había tomado para protegerla dolía demasiado.

Escuchó como la puerta de su cuarto se abría, el padre Collins entrando, mirando el despojo que era su protegido.

- ¿Estás enfermo? – Preguntó el clérigo.

- No. – Musitó Stuart.

- ¿Entonces por qué tan decaído, muchacho? – El joven suspiró, cubriéndose más el rostro para evitar que Collins lo viera.

- Nada, no pasa nada.

- Levántate y ve a ver a Noodle, seguro que una charla con ella te animará.

- No puedo. – Más lágrimas se agolparon en sus ojos, él cerrando fuertemente los párpados para evitar derramarlas frente al anciano.

- ¿Te peleaste con Noodle? – El sacerdote mayor negó, ofuscado. - ¿Qué hiciste para hacer que ella se enfadara contigo, idiota?

- Usted no lo entendería.

- ¿Qué no? Anda, explícamelo y verás como si te comprendo.

- No puedo.

- ¿Qué le hiciste?

- Déjeme en paz. – El padre Collins abrió los ojos sorprendido, Stuart jamás le había hablado de ese modo.

- Está... está bien, mocoso, te libraste esta vez, pero quiero que me cuentes que te sucede. – Se detuvo antes de salir para agregar algo más. – La hermana Alessandra aceptó dar catequesis el domingo en tu lugar.

Lo dejo nuevamente solo, Stuart suspirando, intentando dormir un poco para calmar el dolor que su corazón estaba sintiendo.

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Russel sonreía brillantemente mientras el ingeniero encargado de la construcción de la vía hasta Wolfshire revisaba la nueva estación que se estaba levantando.

- Pues déjeme decirle, señor Hobbs, que ha hecho un trabajo realmente increíble con este viejo lugar.

- Claro, como le decía. Esta era una casona que no se ocupaba y decidimos que era el mejor lugar para construir nuestra estación.

- Usted es un verdadero servidor público. – Lo felicitó el ingeniero, ambos saliendo a la calle, una figura femenina deteniendo su paso para saludar al alcalde.

- Buenas tardes, señor Hobbs.

- Señorita Noodle, es un gusto verla. – Miró al ingeniero quien no despegaba los ojos de la maestra, decidiendo presentarlos. – Señor Kipling, ella es la señorita Noodle, es la maestra encargada de la escuela.

- Es un placer, señorita, mi nombre es John Kipling. – Se apresuró en tomar una pequeña mano, saludándola como un caballero francés.

- Para mí también es un gusto conocerlo, señor Kipling. – Ella sonrió levemente, separando su mano de la masculina. – Debo irme, señor Hobbs, en otro momento podremos hablar.

- Así será, señorita.

John observó como la mujer se marchaba, prendado de la dulce belleza que ella desprendía, algo en ella llamando su atención.

- Parece que le agrado nuestra maestra. – Kipling quitó el sombrero que cubría su pelo negro, asintiendo.

- Me gustará mucho trabajar en este pueblo para traer el tren.

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Noodle cerró la puerta fuertemente, aún enfadada con el fraile por lo que había pasado, sin embargo, el dolor había amainado, su cerebro trabajando perezoso, aconsejándole desconfiar de las palabras de Stuart y del alcalde del pueblo, algo en su interior seguro de que el sacerdote había cambiado después de su conversación con su amigo.

Negó con la cabeza, acallando esa sospecha, creyendo que si Stuart tenía alguna sospecha o alguna duda lo habría consultado con ella antes de cometer cualquier locura, sin embargo, él no lo había hecho y la había tratado peor que a una callejera.

Suspiró, recordando que al día siguiente tendría que ver al motivo de sus penas en catequesis, toda ella decidida a romperlo de la misma forma en que él lo había hecho.

Su corazón suplicaba por pedirle una verdadera explicación, no obstante, su orgullo rabiaba por la venganza, la segunda opción pareciéndole la más acertada para poder recuperarse y tratar de ser la mujer que era antes de Stuart Pot.

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- ¿Qué crees que le pase? – Murdoc frunció el ceño, el sacerdote sentado frente a él en uno de sus sofás.

- Stuart siempre ha sido un poco dramático, tal vez peleó con Noodle y no sabe como reconciliarse con ella. – Collins negó, preocupado.

- No lo creo, parece ser algo grave, Stu parece ido y ella lo ignora, como si él no existiese.

- ¿Y si terminaron?

- ¿Por qué motivo? Se nota que el idiota de mi protegido la quiere y ella... no sé si ella lo quiera, pero puedo preguntárselo sin parecer sospechoso.

- Noodle también lo quiere, si no, no se hubiera prestado para este jueguito con él.

- Tienes razón.

- ¿Ha averiguado sobre lo Stuart y la renuncia a sus votos?

- La dispensa papal será difícil de conseguir, pero he encontrado varios ejemplos que podemos seguir y si demostramos que él no estaba cien por ciento enterado de lo que hacía, podremos tenerla más rápido, aunque debemos hacerlo pronto, esas cosas demoran un buen tiempo.

- Sabe mucho de esto.

- ¿Qué quieres decir, Murdoc?

- ¿Usted ya había pensado en lo de la dispensa?

- Desde el primer día en que Stuart se marchó al convento pensé en esto, mi muchacho no fue hecho para ser sacerdote y tarde o temprano él se iba a dar cuenta.

- ¿Las monjas tienen que hacer lo mismo para dejar de serlo?

- Claro, el tribunal de la Santa Sede debe decidir por sobre quienes tomaron los votos.

- ¿Y si la monja quiere dejar de serlo? – Él hombre de piel verde lució extrañamente interesado por las explicaciones del sacerdote.

- Pues debe hacer lo mismo que planeamos para Stuart, aunque no entiendo porque te importa eso.

- Es simple curiosidad. – Cruzó las piernas, juntando las manos, ocultando una sonrisa calculadora.

Si bien el plan era lograr unir a Stuart y Noodle, un poco de información nunca estaba de más, en especial si quería conseguir a su corderito.

Collins lo observó, seguro que todas las preguntas del más joven tenían que ver con la hermana Marie.

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