Capítulo 28

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Russel sonrió con disimulo, acercándose silenciosamente a la mujer parada fuera de la única cafetería del pueblo.

- Señora Paula. – La mujer lanzó un pequeño grito, girándose para observar al alcalde del pueblo.

- Señor Hobbs. – Murmuró mirando sus pies, avergonzada.

- ¿Quiere tomar un café? – Ofreció.

- Oh...no...yo debería...debería estar en la taberna sabe.

- Vamos, señora Paula, no todos los días el alcalde del pueblo la invita a tomar algo.

- Tiene razón. – Susurró nerviosa. – Debo sentirme halagada de que usted quiera beber algo conmigo.

Ambos entraron al establecimiento, Paula sumamente sonrojada pues su mente consultaba cientos de imágenes sobre lo que el hombre pretendía con ella, algunas demasiado tentadoras a decir verdad.

Pidieron dos cafés helados y galletas, ignorándose mutuamente mientras esperaban su pedido, la mujer pensando como romper el hielo, el alcalde mirando a su alrededor, orgulloso de los que un pequeño emprendimiento era capaz de hacer con su pueblo.

- ¿Sabe que esto antes era una casita a medio derruir?

- ¿Enserio? – Paula pareció sorprendida, pues no conocía ese pequeño detalle de la cafetería.

- Claro, aunque creo que esto es de antes que usted llegara a Wolfshire. – La miró con sus ojos blancos, curioso. - ¿Cuántos años tiene?

- 23. – Respondió simplemente. – Llegué a los 17 años de Cambridge.

- ¿Solo 23? Tiene la misma edad de la señorita Noodle, aunque usted no parece de su edad.

- Lo sé.

- Supongo que el trabajo con la taberna y la vida ajetreada de Murdoc le han pasado la cuenta.

- ¿Qué quiere decir?

- Yo pensaría que tiene por lo menos 26 años con solo verla. – Contestó, deseando morderse la lengua apenas vio la terrible expresión ofendida en el rostro femenino.

- Yo...yo siempre soñé con tener un lugar como este. – Cambió rápidamente de tema, incomoda con el comentario hiriente que Russel le había hecho.

- ¿Cómo este?

- Sí, un lugar donde poder preparar cosas deliciosas y dar un buen ambiente para que las personas puedan tratar asuntos importantes. – Dijo con una sonrisa. – Algo parecido a una cafetería o un restaurante, que tenga un poco de sofisticación...- Paró al escuchar una risa estrepitosa, el alcalde sujetándose el vientre, intentando aguantar sus carcajadas. - ¿Qué es tan gracioso?

- Señora Paula no se ofenda, pero creo que debe quedarse donde está. – Explicó secándose una lagrimilla alegre. – Usted hace bien su trabajo y conociendo a los habitantes del pueblo, nadie iría a su cafetería.

- ¿Por qué lo dice? – Intentó mantener la compostura, mordiéndose el interior de la mejilla.

- Usted sabe lo que la gente dice de su persona, la tratan como si fuera una perdida y sé que jamás apoyarían cualquier idea que tenga, señora.

Fueron interrumpidos por un mesero antes de que Paula pudiese replicar, las palabras de Russel siendo como un filoso cuchillo atravesando su frágil corazón.

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