Todo comienzo tiene un final

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Dila no cabía en sí de gozo cada vez que me veía con Cinthia. Ya fuera compartiendo labores o pasando el tiempo libre, mi querida amiga no paraba de atribuirse un nuevo éxito en su aparente labor de cupido.

—Se ven muy tiernas juntas, tienes que admitirlo —presionó un día mientras remendábamos nuestra ropa junto al fuego. Alcé la mirada para comprobar que Cinthia no estuviera en el salón. En ocasiones Dila soltaba aquella clase de comentarios cuando la joven estaba en la misma habitación y me era cada vez más difícil resistirme a sus sonrojos.

—Dila, no presiones.

—Tienes que rehacer tu vida. No sabemos cuándo vamos a morir. ¿Por qué esperar? Si la historia pasó, ya pasó.

—Que sabias palabras —dije con ironía.

—Solo las mejores para ti. —Guiñó un ojo—. Además, es correspondido, no es tan difícil.

Pinché mi dedo ante la mención de la palabra «correspondido». ¿Tan evidente era mi aparente obsesión con Cinthia?

—No hay nada que corresponder —mascullé con el dedo pinchado en la boca. —Le gustas y a ti te gusta, ¿qué es tan complicado?

Todo, todo era complicado. Cinthia era demasiado pura y tierna como para mancharla con toda la mierda que aún sentía por Senka. No podía caer en la bajeza de utilizarla para olvidar a cierta princesa engreída.

—Solo digo que tienes todo para ganar.

—No es una maldita carrera —bufé.

—Aun así, tienes el mejor corcel en tu establo —repuso Dila mientras guiñaba un ojo.

Al día siguiente estábamos en la Palestra del campamento con parte del ejército de la frontera armado hasta los dientes. Sus espadas y escudos brillaban, sus armaduras relucían y sus cotas de malla tintineaban. El símbolo del ejército, un águila que sujetaba un dragón por su cola, brillaba en el centro del escudo de cada una.

—Como lo prometí, hoy inicia el combate con armas reales —anunció Eneth sin dejar de avanzar hacia nosotras. Su armadura completa lucía gastada y algo abollada por el uso constante, aun así, su aspecto era imponente y su casco con un brillante penacho azul indicaba su rango y su poderío—. Simularemos batallas todos los días hasta que se acostumbren al choque del metal, el olor del sudor y la sangre y el sabor de la emoción —dijo con pasión.

—Es peligroso —murmuró Cinthia a mi derecha. Tuve que resistir el impulso de dar una palmada a mis ojos y ocultar mi expresión. No era buena idea colocarse por voluntad propia en la diana de Eneth.

—¡Escúchenla! Que es peligroso dice —se mofó la comandante y las chicas del ejército rieron. Tuve que resistir el impulso de gruñir y solo cerré el puño con fuerza sobre mi espada—. Conocen las tácticas de nuestro ejército, aplíquenlas. Estoy segura de conocer a sus aparentes líderes. —Posó su mirada en Carla y en mí—. Espero que sean mejores estrategas que bufones. Tienen tres minutos, será una batalla a primera sangre.

Carla se apresuró a ladrar órdenes y establecer grupos defensivos. Yo me aseguré de organizar a cada equipo en la posición más conveniente. Algunas chicas eran más fuertes que otras y algunas trabajaban mejor con lanzas. No me consideraba una líder, el arte de ordenar y mantener al grupo unido se lo dejaba a Carla.

El aparente tiempo de espera acabó y Eneth gritó a su ejército. Me apresuré a mi puesto y me oculté tras mi escudo, mi espada descansaba con firmeza sobre él, en una posición similar a la de una falange griega.

Paso a paso el grupo de Eneth se acercaba a nuestra posición. Enterré mis pies en la nieve y flexioné las rodillas, la chica que se dirigía hacia mí voló sobre mi escudo gracias a una palanca limpia y muy simple.

Una Nueva VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora