Los labios de Senka arrancaban besos de los míos, su lengua combatía contra la mía buscando dominar el beso, controlarlo todo y dejarme a su merced. Mis brazos rodearon su cintura atrayéndola hacia mí, no podía soportarlo, la necesitaba, la deseaba, me atraía hacia ella como una bombilla atrae una polilla. Iba a quemarme en su tóxica forma de amar y lo peor era que no podía detenerme.
Sus manos se enredaron en mi pelo y guiaron mi cabeza en el beso como si de un baile se tratara, ella quería la mejor posición para devorarme completamente. Pronto, sus labios me abandonaron, bajando por mi mandíbula hacia mi cuello lograron que olvidara cómo las manos de Senka luchaban contra el cinturón de mi talabarte. Sus dedos trabajaban frenéticos y sus labios mordisqueaban y besaban mi piel con arrojo.
—Senka, esto... —un gemido interrumpió mis palabras. Los labios de la reina ahora jugaban con la piel de mi cuello, dejando aquí y allá besos que aflojaban mis rodillas.
—No te atrevas a decir que es incorrecto —sentenció con firmeza tirando mi espada y el talabarte al suelo. El sonido mudo de la espada y el cinturón al caer se sintió endemoniadamente erótico. Sus manos fueron a mis hombros, masajeando suavemente, invitándome a olvidarlo todo. Me relajé y permití que soltara el broche y dejara deslizar mi capa hacia el suelo.
—Esto no puede ocurrir —susurré contra su cuello, su piel suave me invitaba a probarla y así lo hice. Mis labios, lengua y dientes disfrutaron de la ambrosía prohibida. —Ya está ocurriendo. —Senka me atrajo contra su cadera y sus dedos se enterraron entre mis pantalones y mi piel, listos, dispuestos a volverme loca. Tiró de mí hacia la cama, donde nos dio vuelta y me empujó para que cayera antes que ella. Me apoyé en los brazos y me deleité con el espectáculo. Senka pateó sus sandalias y en un movimiento que seguramente fue rápido, pero para mis ojos fue lento, se quitó el vestido. No llevaba sujetador y sus pechos saltaron libres a la vista, turgentes, coronados por dos pezones que rogaban por atención. Como si de un felino se tratara, Senka gateó sobre mí, sus ojos nunca dejaron los míos, intensos, llenos de promesas. Sus labios se unieron a los míos de nuevo, esta vez con un beso lento, sin prisas, solo disfrutando del sentimiento compartido. Mis dedos recorrieron la piel de su espalda y luego la de su pecho, el tatuaje real resaltaba sobre su seno izquierdo y no pude evitar delinearlo con mis dedos.
Era la señal de mi amargura.
—Estúpido reinado —gimió Senka contra mis labios.
—No sabes cómo deseo borrarla —confesé deslizando delicadamente mis uñas sobre el tatuaje.
—Olvidémoslo esta noche, solo esta noche por favor —rogó contra mi cuello. Su aliento enviando cosquillas hacia mi centro.
—Solo esta vez, Senka —acepté. La escuché sonreír aliviada—. Una primera y última vez —recalqué tomando su rostro en mis manos para verla a los ojos—. No puedo involucrarme en lo que deseas.
—Olvidemos todo —repitió Senka con firmeza tomando a su vez la cintura de mi pantalón. Sus dedos expertos liberaron el botón y bajaron la cremallera. No pude evitar alzar mi cadera al sentir el fantasma de una caricia en mi monte de venus—. Paciencia —canturreó dejando la cremallera para luego acariciar mis muslos, sus dedos masajeaban mi piel por encima de la ropa, creando expectación, demasiado cerca y a la vez tan lejos de dónde la deseaba.
—Senka, no juegues —protesté cuando sentí sus dedos detenerse justo por encima del bolsillo trasero de los vaqueros.
—No juegues tú. ¿Qué es esto? —Su mano hurgó en mis bolsillos y extrajo la daga de Cinthia. Sus ojos iban adoptando un tono frío a cada segundo, parecía querer fundir el lobo tallado—. ¿Con la hermana menor de Thenelyn? ¿A qué estás jugando? —espetó tirando la daga a un lado de mi cuerpo. Se separó de mí y empezó a buscar su vestido.
ESTÁS LEYENDO
Una Nueva Vida
FantasyKay es una joven normal que por azares del destino termina en Calixtho, un reino donde la misandría y el poder de la mujer están la orden del día. Tiene la suerte de disfrutar de sus derechos y privilegios como mujer, pero también sufre sus deberes...