Y llegan más problemas

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Thenelyn observaba satisfecha el cadáver de Senka mientras todo a nuestro alrededor parecía paralizarse. Un grito iracundo rompió aquel silencio y sorprendida me di cuenta que salió de mi garganta. Aquel sonido sacó del estupor a las demás y la batalla inició de nuevo, si era posible, con más fragor que antes.

—¿Quieres reunirte con ella? —rio Thenelyn al ver cómo me acercaba a ella. —No deseo nada más —admití alzando mi espada—. Pero antes, caerás conmigo.

Vanja dio un paso hacia atrás e inclinó la cabeza. Su venganza ahora era doble y me estaba cediendo el primer turno. Quizás porque sabía que no duraría demasiado. No importaba, mi objetivo no era sobrevivir.

Thenelyn inició el combate. Con maestría dejó caer su espada sobre mi cuerpo, por suerte, desvié el golpe y contraataqué. Pronto, la lucha se convirtió en una danza, con Thenelyn siempre adquiría esa peculiaridad, ella dominaba y solo quedaba adaptarse a su ritmo.

Con un giro logré despistarla y lanzar un mandoble a su pierna, justo donde la armadura dejaba al descubierto parte del muslo. El acero penetró con suavidad y cortó piel y músculos. Thenelyn siseó y con la pierna libre conectó una patada a mi rostro. Me aleje aturdida pero satisfecha. La sangre bajaba por su pantalón y se acumulaba en su bota, lamenté no haber podido alcanzar la femoral.

—Debo admitir que me has sorprendido. Será la única vez.

La pérdida de sangre y la humillación de aquella herida llenaron de fiereza sus nuevos ataques, el mango de mi espada dolía en mi mano y debía desviar los impactos más que bloquearlos. No llevaba armadura, y estaba en absoluta desventaja. Un mal movimiento y moriría antes de cumplir mi venganza.

Giros y más giros, golpes devastadores y el sonido de nuestras respiraciones era todo lo que conformaba nuestro espacio. Nada podía distraernos. Estábamos parejas en motivación, mas no en habilidad. En un instante precioso mis brazos cedieron unos milímetros, Thenelyn logró enredar su espada con la mía y con un movimiento de palanca la arrancó de mis manos.

Apuntó su espada a mi pecho y me empujó, solo con la suficiente fuerza para cortar levemente la piel y hacerme caer.

—No te preocupes. Cumpliré tus deseos rápido. Es probable que ni lo sientas. —Acarició mi cuello con el filo de la espada—. Si eres buena, claro está.

—Vete al infierno, Thenelyn —escupí con furia. Sus ojos ardieron y su espada cortó levemente la piel de mi cuello.

—Eso no es ser buena, tal vez deba jugar un poco —pareció pensarlo por unos instantes, sumida en su delirio. Un tiempo precioso que Cinthia, salida de la cocina, supo aprovechar.

—Basta ya, estás enferma, hermana.

Thenelyn apartó la espada de mi cuello y se dio la vuelta. Cinthia la enfrentaba con una espada en la mano y vestida con su armadura. La mayor solo rio, casi como si jugara son su hermana y estuviera ganando, de esa forma en la que solo los hermanos mayores saben burlarse de los menores, pero en Thenelyn adquiría un regusto retorcido.

—Siempre fuiste una paria, hermanita.

—Al menos actué como me lo dictaba mi corazón.

Thenelyn lanzó una sonora carcajada. Como si desestimara completamente la belleza del amor.

—El corazón solo existe para ser atravesado. Espada, flecha, lanzas, no importa. Solo es una debilidad más.

—Escuchaste demasiado a nuestra madre. Sus enseñanzas para el combate eran excelentes, pero desconocía el amor.

—Escuché lo que necesitaba para sobrevivir, para ser la mejor y salvar Calixtho de traidoras como tú. —Alzó su espada—. Tú, que te revolcaste en la paja con un hombre, no deberías siquiera dirigirme la palabra.

Una Nueva VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora