Me convertí en el universo de Senka en esos instantes. Podía ver cómo todo su mundo se limitaba a aquella bañera llena de agua cada vez más fría, a mis besos y al vaivén de mis dedos en su interior.
Deseaba volverla loca, que se sintiera en el paraíso y en el infierno a la vez. Mis manos temblaron, a su lado no podía evitar sentirme torpe. No quería cometer errores.
—Kay, sigue —jadeó cuando mis labios rodearon uno de sus pezones. Aquellas dos palabras renovaron mi confianza. Escuchar mi nombre en sus labios era todo lo que necesitaba para vivir, era el aliciente suficiente para llevarme a escalar montañas y enfrentar ejércitos en su nombre.
Decidí agregar un estímulo más a la ecuación. Tomé aire y me sumergí. Senka estaba cerca del final, solo necesitaba un pequeño empujón para caer y dejarse llevar. Cuando mis labios hicieron contacto con su centro la sentí agitarse. Una de sus manos fue a mi cabeza y me sostuvo ahí, tirando de mi corto cabello con insistencia, guiándome hacia donde más me necesitaba.
Maldije el agua, deseaba volver a probar aquel sabor al que me hice adicta aquella noche en la celda. Por ahora, debía bastarme con el calor y los gemidos ahogados que llegaban a mis oídos cubiertos por el agua.
Sus paredes empezaron a presionar mis dedos y los dedos que se encontraban sobre mi cabeza se crisparon y me presionaron aún más contra su clítoris, al cual acaricié con mayor insistencia con la punta de mi lengua. Gritos y gemidos inundaron el lugar, sus piernas se tensaban y relajaban a mi alrededor y pese al sabor del agua, pude percibir aquel delicioso néctar que tanto echaba en falta.
Di una suave lamida final y un estremecimiento y un quejido placentero de Senka fueron mi recompensa. Emergí del agua y sonreí al ver su expresión. Su cabeza descansaba en el borde de la bañera, tenía los ojos cerrados, sus labios entreabiertos para dar paso a pequeñas bocanadas de aire que hacían balancear su pecho sonrojado.
—Mataría por verte así todo el tiempo —ronroneé en su oreja. Sus piernas se agitaron en respuesta y sus labios buscaron los míos para un beso lánguido y lento. Luego, refugió su rostro en mi cuello, donde suspiró con satisfacción.
Con mis dedos dejé caricias sobre su piel sensible y erizada. Podía sentirla gemir contra la piel de mi cuello, temblar levemente y protestar sin mucho afán.
—Voy a vengarme —masculló deslizando una de sus piernas sobre las mías. Al verla agotada, con una tonta sonrisa y completamente relajada no pude tomar aquella amenaza en serio. Reí y besé sus labios de nuevo.
—Claro que sí, estaré esperando. Eso sí, fuera de esta bañera de agua helada —protesté sin soltarla.
—Justo ahora no me importa el agua fría —susurró ella abrazándome más fuerte.
Logré convencerla de salir bajo la promesa de compartir sábanas suaves y cálidas. Bastaron un par de minutos para salir y secarnos el cuerpo entre risas y toqueteos descarados.
Senka deseaba irse ya a la cama, pero su cabello mojado en pleno invierno saltó como una gran alarma ante mis ojos. No sabía qué tan grave podía volverse un resfriado en este tiempo.
La ayudé a envolverse en las toallas que descansaban cerca de la chimenea. Eché de menos su cuerpo desnudo, pero me consolé con la promesa de verla en todo su esplendor en cuanto fuéramos a la cama.
—Puedo llamar a una sirvienta para que haga eso —protestó cuando me vio tomar el cepillo de su tocador.
—Quiero hacerlo yo —dije con firmeza para luego tomar su mano y guiarla hacia una butaca cerca del fuego.
Deslicé las cerdas del cepillo entre sus mechones castaños. Deshice suavemente los nudos y pasaba la toalla tibia con delicadeza para secar hasta la última gota de agua. Aquella era una tarea bastante íntima y relajante. Pude ver cómo Senka cerraba los ojos y con un murmullo de aceptación dejaba descansar su cabeza contra mis manos.
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Una Nueva Vida
FantasyKay es una joven normal que por azares del destino termina en Calixtho, un reino donde la misandría y el poder de la mujer están la orden del día. Tiene la suerte de disfrutar de sus derechos y privilegios como mujer, pero también sufre sus deberes...