6.

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Aquella noche, después de habernos emborrachado con cerveza de marca blanca, nos fuimos a mi casa y Zayn se quedó dormido en el sofá. Yo me dormí en el sillón individual, pues era de madrugada cuando llegamos a mi apartamento.

Dormimos hasta el mediodía, casi la hora de comer, y cuando desperté, Zayn estaba cocinando.

Me acerqué a la cocina a paso lento, mientras me tallaba los ojos con las manos y bostezaba sonoramente.
Seguía teniendo mucho sueño.
Zayn se giró para verme, y me dedicó una sonrisa agradable, mientras seguía cocinando.

— ¿Tienes hambre? — preguntó de espaldas a mí.

— Mi estómago está cerrado Zayn. No comeré— comenté, poniendo cara de asco.

— Venga ya Harry, tienes que comer algo — murmuró, y me recordó a mi madre cuando yo era pequeño y no quería comerme las verduras.

— No, no tengo hambre—solté un poco más alterado.

Zayn guardó silencio, y siguió a lo suyo. Al final pude distinguir que estaba cocinando fideos chinos de esos que se compran casi hechos.

Me fui al salón y encendí la televisión. Esperé a que el moreno acabase de cocinar, y al poco rato apareció con un cuenco de esos fideos, y dos cervezas frías.

Además, saqué un cigarrillo y lo prendí en mis labios.

— ¿Te acabas de despertar y ya estás fumando? Al menos deberías comer algo — apuntó Zayn.

Lo miré, indicándole que no iba a contestar a esa pregunta, y seguí fumando.

Suspiró cansado, y se llevó un puñado de fideos a la boca.

— ¿Sigues teniendo droga en casa?— preguntó, con la boca llena de comida.

¿A que venía ahora esa pregunta?

Suspiré y pensé en si mentirle o no.

— Sí.

La respuesta fue simple, pero eso hizo que Zayn se pusiera tenso.

— ¿Y por qué no la tiras? Ya no necesitas esa mierda.

En realidad cabía la posibilidad de que sí la necesitase en un futuro.

— No lo sé — admiti, y le di un sorbo a la lata de cerveza.

Zayn chasqueó la lengua, acabando de comer y retirando el plato con los dedos.

— ¿Dónde tienes la droga? Quiero que la tires toda, ahora, delante mío.

— Zayn, la droga no es barata.

— ¡Lo sé, pero tampoco es buena! Así que vas a tirarla.

Lo miré a los ojos desafiantes. ¿En serio venía ahora con eso?

— Deja las tonterías Zayn— murmuré, y me hice un ovillo sobre el sofá.

— ¡No es una tontería! Lo digo muy en serio. Tener drogas en casa no es bueno para ti. Harry, por favor — hizo un puchero falso —, tíralas por mí.

— ¡Bien! ¿Quieres que las tire? Pues las voy a tirar— dije alterado, levantándome agresivamente del sofá.

Sabía de antemano el lugar donde se encontraban mis drogas. Aunque no todas. Aquella caja albergaba el 85% de todas las drogas que yo tenía, e iba a hacerle un favor a Zayn, haciéndolo creer que iba a tirar el 100% de mis adictivos.

Entré en mi habitación, sus pisadas pisando mis talones. Me arrodillé ante la cama y, alargando los brazos, alcancé la caja que me había marcado la vida para siempre.

Me levanté con ella entre los brazos, y me puse ante Zayn. Me miró a los ojos, y luego miró las cuatro paredes de cartón con tapa.

— Bien. Ahora quiero que abras esa maldita caja de mierda, y tires al váter todo lo que hay dentro.

Lo miré a los ojos, penetrantes. ¿Estaba hablando en serio?

— Bien Zayn. Lo haremos a tu manera.

Abrí la caja ante los ojos expectantes de los dos. En su interior habían una infinidad de distintas drogas.

Bolsas de cocaína infinita.

Jeringuillas para la heroína.

Botes de pastillas varias, como LSD.

Porros.

Botellas de alcohol.

Bolsas de sulfato de anfetamina.

— Madre de Dios...— murmuró Zayn.

Con la caja abierta, tal cual, me dirigí al baño.

Las lágrimas se acumulaban en el filo de mi párpado. No iba a llorar por esa mierda, me lo prometí.

Solté la caja en el suelo y me arrodillé ante la taza del váter con un nudo en la garganta que no me dejaba respirar

Cogí una tras otra las bolsas de cocaína, y vacié en el vater aquel polvo blanquecino que tanto me había jodido la vida.

Vacié las botellas de alcohol, viendo como el líquido se disolvía con el agua.

Tiré las pastillas al agua también.

Y así hice con todas las drogas, hasta que aquello pareció una desarticulación policial de narcotraficantes.

Tiré de la cisterna, viendo el remolino de sustancias irse s través de la tubería.

Salí del baño, y ya algunas lágrimas se me habían escapado. Zayn estaba apoyado en la pared del pasillo, sonriendo orgulloso.

Ambos nos dirigimos al salón, me volví a sentar en el sofá y él en el sillón.

— Te he pedido esto por algo— habló Zayn, después de un largo rato en silencio. Yo guardé silencio —. Quería... Quería asegurarme de que no ibas a cometer otra locura. Harry, tenía miedo de entrar otra vez en tu casa y econtrarme con esa escena, de nuevo. No quería pensar en verte inconsciente en el suelo del baño una vez más.

Guardé silencio. Aquello me estaba doliendo. Ahora sentía empatía por Zayn. Ahora era capaz de entender su dolor, el trauma que yo le creé cuando me encontró medio muerto, y se vio con la responsabilidad de devolverme a la vida. No podía hablar, ni siquiera mirarlo a los ojos. Le había hecho mucho daño.

— Mientas la ambulancia venía y tú estabas en el sofá tumbado luchando por abrir los ojos, no podía parar de pensar en que si morías no ibas a ser capaz de cumplir tus sueños, y que no te iba a ver casado, y que tu esfuerzo no iba a tener valor en el futuro. Comencé a llorar porque pensé que ya no ibamos a hacer todas esas cosas que un día prometimos hacer juntos. Tengo miedo de perderte y que en un futuro no pueda tener un mejor amigo.

Zayn se encontraba frente a mí, con los ojos cerrados, y el corazón literalmente en la mano, mostrándome y entregándome sus malditos sentimientos.
Me dolía verlo vulnerable, y me lo imaginaba aquella noche llorando en su habitación por no ser suficiente para mí. Quería abrazarlo y gritarle que todo iba a estar bien, pero no podía porque el remordimiento me obligaba a mantenerme distanciado de él para no volver a hacerle daño.

— Mi sueño siempre ha sido vivir en el mar... ¿Sabes? Cuando eramos jóvenes me prometiste que viviriamos juntos en la costa.

Lo recordaba.
Recordaba aquella promesa que le hice a los 15 cuando intenté quitarme la vida por primera vez.

— La promesa sigue en pie.

Así le di a entender que no me iría de su lado.

Entonces me abrazó.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora