11.

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Nos adentramos en mi apartamento, y como siempre, aquel lugar estaba frío y vacío.
Zayn dejó su chaqueta de cuero en la entrada, y yo me quité los zapatos.
Fui al salón y me senté en el sillón como de costumbre. Aquel viejo y polvoriento sitio era el único lugar que me hacía sentir bien en toda la casa.

Zayn se aproximó a mí y me dio una cerveza, él con otra en la mano y un cigarrillo detrás de la oreja.

— ¿Te encuentras bien?— preguntó, a la vez tirándose sobre el sofá.

Me encogí de hombros, y abrí la lata de cerveza para darle un gran sorbo.

— Supongo.

Abrí la cajetilla de tabaco y saqué un cigarrillo, el cuál coloqué en mis labios y lo dejé ahí reposando.

— Te pasa algo Harry. ¿Es por lo del grupo de apoyo?

Me quedé callado.
Realmente era por el grupo de apoyo.
Más concretamente por Louis.
¿Por qué me estaba sintiendo así?
No quería contárselo a Zayn, el cuál ahora movía con entusiasmo el cigarrillo encendido entre sus dedos.
Pero él era el único que podía ayudarme.
¿Pero, y si me juzgaba, cuando ni siquiera yo comprendía lo que me pasaba?

— Eso creo— murmuré, acabando de encender con un mechero lo que estaba en mis labios.

— Bueno, si no quieres ir más, no hace falta que lo hagas. Vas porque quieres, no te obligo.

— No es por eso— me apresuré a decir.

Zayn me miró con el ceño fruncido mientras echaba humo por la boca.
Sus ojos me penetraban violentamente, queriendo saber más.

— ¿Entonces?

— Es por...— tragué saliva— por el psicólogo, Louis.

Aquellas palabras me dejaron aterrorizado. No tenía que haber hablado.
Los ojos de Zayn se abrieron de par en par.

— ¿Has dicho Louis? ¿Un enano de pelo castaño y ojos azules?

Asentí. Había dado la descripción exacta.

— ¡Joder! Claro que conozco a Louis el psicólogo. Es mi cliente habitual— gritó emocionado, como si fuese la mismísima reina de Inglaterra.

Me sorprendí tanto, que casi escupo un trago de cerveza que acababa de tomar. Pero al contrario,me atraganté y comencé a toser: la cerveza se me había ido por el conducto equivocado.

— Él... — las palabras se atascaban en mi garganta, aún no me había recuperado del todo—, ¿lleva tatuajes?

Zayn me miró y comenzó a reír como si lo que acababa de decir fuera un disparate.

— ¿Tatuajes? Joder Harry — negó con la cabeza, mirando a la nada mientras pensaba en, probablemente, todas las veces que había pinchado tinta en aquel pequeño cuerpo —. Tiene cientos de ellos, por todo el jodido cuerpo.

— ¿Más que tú? — pregunté intrigado.

— Tal vez. Ni siquiera sé cuantos tengo yo— se encogió de hombros dándole un sorbo a su cerveza.

Me quedé pensativo por un rato.
¿En serio Zayn conocía a Louis?
No tenía pinta de llevar tatuajes.
Con sus ojos azules.
Sus mejillas medio rosadas.
Su flequillo ligeramente peinado.
Su pequeño cuerpo.
¿En qué mierda estaba pensando?

Tampoco podía imaginar el pequeño cuerpo de Louis siendo tatuado. Parecía tan débil y vulnerable, que aquel dolor irritante de la máquina de tatuar podía parecer dolorosamente imposible si se trataba de la piel de Louis.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora