39.

1.3K 113 49
                                    

[…]

— ¿Y se supone que vas a tirar ahí las cenizas? — preguntó Louis, y sin mirarlo supe que tenía el ceño fruncido.

Me mantuve atento a la carretera, no quería que tubiéramos un accidente, pero aún así desvié mi mirada un microsegundo a Louis para ver su precioso perfil. Estaba jodidamente hermoso, incluso más de lo habitual.
Tenía las mejillas y la punta de la nariz un poco sonrosadas a causa del frío que aún hacía, y su pelo estaba ligeramente despeinado de una manera salvaje y placentera.
En general, se veía espectacular.

— Sí. Ya te contaré la historia más adelante. Es un poco larga — y con eso di por finalizado el tema.

La radio sonaba a un volumen muy bajo, apenas audible, pero la calma que se respiraba en el ambiente era increíble, me podría quedar metido en ese coche conduciendo durante horas y horas sin siquiera cansarme.

La mano de Louis se apoyó sobre la mía en el volante cuando menos lo esperé.
Lo miré confundido y el me dio una sonrisa tranquilizadora.
Él era increíble así, y no le hacía falta mucho más retoque para seguir siendo perfecto.

— Eres muy fuerte cariño murmuró —. Nunca dejes de ser así, te lo pido por favor.

Yo no iba a cambiar. No tenía un por qué, no debía hacerlo básicamente.
Lo único que esperaba es que él no cambiase, porque si él cambiaba yo estaba perdido.
Había aprendido cosas de Louis que nunca pude imaginar que aprendería de alguien; y él había aprendido cosas de mí que nunca imaginé que alguien sabría.

— Prométeme algo — dije de repente.

— Dime.

Tragué saliva y traté de no desviar mi mirada de la carretera, aún sintiendo la pequeña y suave mano de Louis sobre la mía.
También sentía mi corazon desbocado en mi garganta ahogándome a causa de los nervios.

— No te vayas nunca, no me dejes... Zayn ya se ha ido, no lo hagas tú también.

Mi garganta se resecó al recitar esas palabras.
Tal vez tenía razón, y le tenía miedo a la soledad a pesar de que toda mi vida había insistido con que quería estar solo.
Por una vez que quería a alguien en la vida, no quería perderlo.
Ya había perdido a Zayn, no me podía permitir perder a Louis también, porque entonces todo mi esfuerzo se habría ido al traste.

— ¿Qué te hace pensar que me iré? Eso me ofende — confesó y desvió su vista hacia el cristal a su derecha.

— Tampoco pensé que Zayn se iría y mira, lo ha hecho.

Louis se quedó callado durante el resto del trayecto.
Pero al fin y al cabo yo tenía razón.
Sabía que Louis no se iría de mi lado, ¿pero y si lo hacía? ¿Quién iba a quitarme la culpa? Nadie, realmente nadie podría dejar de hacerme sentir culpable.

Al rato llegamos a nuestro destino.

Cuando me bajé del coche y sentí mis pies hundiendose en la arena, me sentí como en casa.
Todo estaba igual que siempre. El olor a mar y el tacto de la arena eran inconfundibles.
Aquello seguía igual, como 9 años atrás.

Saqué el jarrón con las cenizas de mi mejor amigo del maletero y lo agarré fuerte contra mi pecho.
Hemos llegado a nuestro destino, Zayn”.

Y sin nada más, comenzamos a andar hacia la orilla.
Louis se mantuvo a mi lado todo el tiempo, y yo mantuve el jarrón pegado a mí lo máximo posible, como si tuviera miedo de que se fuese o algo así.

Sin darme cuenta, Louis ya tenía un cigarrillo ardiendo entre sus labios, pero yo no encendí uno. Aquel hábito ya había casi terminado para mí.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora