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[…]

Zayn me había invitado a salir con sus amigos.

Zayn. Amigos.

¿Zayn teniendo amigos? Eso era nuevo, para ser sinceros.

Conocía al moreno desde hacía casi 8 años y nunca había tenido un grupo de amigos o algo así.
Desde que nos conocíamos éramos él y yo, nadie más. Nunca nos interesó hacer más amistades puesto que nosotros éramos suficientes.

Me sorprendí gratamente cuando Zayn me mencionó el tema de salir con su grupo de amigos.
Bueno, luego me explicó que realmente eran los amigos de Jefferson, pero también conocidos de él.

Al principio me negué rotundamente. Conocer a gente nueva me causaba ansiedad y pánico, y no quería pasar por ese mal trago de tener que estar sentado con ellos, escuchando y guardando silencio.

Finalmente Zayn consiguió convencerme diciéndome que hacía mucho que no salíamos juntos a tomar unas cervezas. Y era verdad, hacía siglos que no quedábamos para ir a un bar.

Yo ya estaba vestido. Me había puesto una camiseta blanca y unos jeans negros, algo muy común en mí.
Estaba en la puerta del baño esperando a que Zayn acabase de una maldita vez porque por su culpa íbamos a llegar tarde, y eso me ponía de los nervios.

Di dos toques en la puerta con uno de mis nudillos por octava vez, aburrido de esperar.

— ¿Qué cojones estás haciendo? Llevas siglos ahí metido.

La puerta se abrió poco después, y Zayn tenía un peine en la mano y un bote de laca fijadora en la otra.

— Vamos a ver pedazo de imbécil, estoy tratando de peinarme. Este precioso pelo no se peina solo todas las mañanas, así que hazme un favor y deja de tocarme las pelotas.

Lo miré con las cejas alzadas, sorprendido.
Había vuelto a insultarme una vez más, pero no sé por qué me sorprendía si ya estaba acostumbrado a eso.

— Llevamos siete minutos de retraso. Y como siempre, vamos a llegar tarde por tu culpa, y sabes que odio ser impuntual— informé apoyado en el quicio de la puerta, observando como el moreno echaba un poco de laca en la parte frontal de su tupé y lo peinaba delicadamente con el peine para darle forma.

— Me importa una mierda. Y para tu información, ya he terminado — soltó los utensilios que había utilizado y salió por la puerta rozando su hombro con el mío.

— ¡Aleluya! Vámonos.

Él cogió su chaqueta de cuero de un perchero y salimos al exterior.

El día estaba frío y nublado, tal vez llovería, pero íbamos a estar dentro de un bar así que no me preocupé demasiado.

Nos montamos en el coche del moreno y pronto nos unimos al tráfico.
En la radio sonaba, cómo no, un disco de Nirvana.

— Háblame de los amigos de Jefferson — le dije a Zayn cuando vi que el ambiente estaba demasiado silencioso.

— ¿Qué quieres que te cuente?

— No sé — me encogí de hombros —. Cómo se llaman, cómo son físicamente... Algo para poder diferenciarlos.

— Veámos...— pensó —, el chico con el pelo rojo y un piercing en la ceja se llama Michael. Es demasiado simpático, te lo prometo. Es muy de tu estilo —soltó una suave risa—. Luego está Ed, él tiene muchos tatuajes y los ojos azules. Es demasiado callado pero se le ve buen chico.

— Espera, ¿Ed es el chico que cantaba en la entrada del metro con su guitarra?— pregunté. Lo había visto varias veces en el metro cantando y pidiendo dinero. No lo hacía nada mal.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora