27.

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Acababa de salir de la oficina de Liam mi segundo día de trabajo oficial.
Me había citado textualmente:

Mis clientes están más que satisfechos con tu trabajo. Eres increíble Harry, tu forma de ver el arte es tuya, como tu corazón es tuyo y forma parte de ti”

Estaba muy feliz.
Y mi segundo día de trabajo había sido genial también.
Había tenido que fotografiar a una pareja de hermanos de unos 8 años para un álbum familiar.
Se molestaban entre sí y no paraban de enfadarse, pero mi cara les asustó cuando ya estaba rozando mi paciencia y entonces se quedaron callados como en misa.

Y todo me estaba yendo bien.
Aunque era un poco agotador.
Eran muchas horas de sesiones, más las horas extra de elección y eliminación de fotos, y luego todas las horas que estaba editándolas y corrigiendo fallos delante del ordenador.

Era un completo caos y al final del día ya no podía dar más de mí.
Pero me sentía en paz conmigo mismo.

Ya había terminado de editar y traspasar las fotos de los dos pequeños hermanos, pero por desgracia había tenido que comer en mi oficina dentro de la empresa de Liam para poder lograrlo.
Zayn me había llamado alarmado pidiendo que fuera a comer con él a mi apartamento, pero si lo hubiera hecho no habría podido acabar mi trabajo, y eso no era justo, podía decepcionar a Liam.

Me dirigí a los aparcamientos para poder volver a casa, y me monté en el coche sin mucho entusiasmo.
Antes de arrancar el motor miré mi móvil. Tenía una llamada perdida del ojiazul, y un mensaje de Zayn.

"No olvides que esta tarde tengo que trabajar. Z."

Le devolví la llamada a Louis, y mientras esperaba a que cogiera el teléfono me dediqué a mirar por la ventanilla a unos chicos que hablaban en los aparcamientos.

— ¡Hola Harry!— saludó contento, con la voz alegre.

No pude evitar sonreír, y mordí mi labio inferior, contento.

— Hola Louis. Acabo de salir de trabajar— comenté, mordiendo aún mi labio —, y acabo de ver tu llamada.

Oh, me preguntaba si te gustaría venir a mi casa. Podemos merendar algo, o ver una película.

Me tomó por sorpresa el plan, pero no me lo iba a perder ni de broma.

— Claro, en quince minutos estoy allí. Te veo luego.

Colgué y me dirigí a su casa directamente.
El corazón me latía feliz,
y estaba enamorado de Louis.

[…]

— Podrías... — cerré un ojo buscando el encuadre perfecto —, hacer que ese rayo de luz cayera sobre tu ojo, por favor.

Comenzó a moverse de un lado al otro, y cuando vi la luz sobre su pupila azul no dudé en pulsar el botón para hacer una foto de mis favoritas.

Había aprovechado que llevaba mi cámara conmigo para hacerle una pequeña sesión a Louis.
Una sesión que se quedaría para mí, por supuesto.

— Me arde la retina — murmuró tallándose el ojo con el dorso de la mano—, y veo puntos de colores.

— Deja de quejarte y súbete a la encimera, voy a sacarte una foto ahí— dije, imaginando la imágen perfecta en mi cabeza.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora