21.

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[…]

Era la primera vez que Zayn y yo nos sentábamos en el pequeño comedor de mi apartamento a desayunar en condiciones.
Desde que vivíamos juntos no habíamos desayunado a la vez ni una sola mañana, ya que el tenía un horario de trabajo muy complicado y yo era demasiado flojo como para despertar temprano, y mucho menos habíamos cocinado algo rico.

Habíamos preparado tostadas, café, e incluso zumo.
Me sentía feliz desde por la mañana, y además luego vería a Louis.
El día me estaba sonriendo.

Conversábamos animadamente sobre temas sin importancia mientras nos alimentábamos para enfrentar el día.
Ambos estábamos felices.

— Olvídalo — le dije a Zayn, negando repetidas veces, para luego darle un sorbo a mi café caliente —. Sería patético.

— ¡No! Seguro que tú también le gustas. Si no arriesgas no ganas.

La típica conversación de mejor amigo.
"Eh Harry, ¿por qué no le dices a Louis que te gusta?"
Era obvio por qué no se lo decía.

— Déjalo Zayn, no lo voy a hacer aunque insistas.

Le di un mordisco a una tostada con mantequilla.
Estaba deliciosa, y hacía tiempo que no desayunaba tanto.

— Eres un aguafiestas de mierda. Así nunca sabrás si tú también le gustas. ¡Venga Harry!

— ¡Qué no! Me da igual, tampoco quiero saberlo. Eres un maldito pelmazo tío — contraataqué cuando sentí que ya el tema se volvía pesado.

— Bueno, vale, entendido. ¿Y a dónde iréis?— preguntó cogiendo otra tostada con mantequilla, llevándosela a la boca.

— No tengo ni la más remota idea. Es él quien dijo de salir a hacer algo. Yo solo iré a recogerlo — me encogí de hombros, desinteresado —. Por cierto, ¿puedes dejarme tu coche? Si tienes que ir a algún sitio cogerás a Kurt, ¿verdad?

— Te dejo mi coche si me prometes que hoy besarás a Louisito — se entrometió moviendo las cejas.

Louisito. Reí.

— ¡Zayn! Eres imbécil — grité —. Déjame tu puto coche y cállate ya.

— Vale, vale. Todo tuyo — suspiró —, pero antes de las 12 en casa, ¿entendido?

Debia admitir que tenía ganas de darle un puñetazo en la cara.

Harry, respira.

— Genial, lo que tú digas mamá.

— ¡Estupendo! Mi niño pequeño se hace mayorcito, ¡ay! — imitó una voz femenina.

Le saqué el dedo corazón cansado de sus bromas, y me levanté de la silla para dirigirme a mi habitación.

Tras tomarme una ducha, peiné mis alocados rizos de la mejor manera posible y me planté ante el armario, pensando en qué mierda tenía que ponerme.

¿Debía ir muy formal, o totalmente informal?

Al final opté por mis jeans negros de siempre, una camiseta blanca y una camisa negra encima.
Odiaba la moda.
Odiaba ir de compras.
Odiaba vestirme y elegir mi propia ropa.

— ¡Ey hermano!— gritó Zayn desde el salón —. ¡Ya son las 11:30 a.m!

Oh mierda, se me hacía tarde.

Lo más rápido que me permitió mi cuerpo cogí las llaves de mi apartamento, las del coche de Zayn, mi móvil, una cajetilla de tabaco, y dinero.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora