37.

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[…]

Acababa de abrir los ojos. Había dormido jodidamente bien, en realidad necesitaba todas esas horas de sueño, pero aún así la presión no dejaba de apretar mi pecho.

Recordé que Louis debía llamarme para decirme como estaba Zayn, pero probablemente lo haría más tarde.

Fui al salón y me paré en medio mirando a mi alrededor.

En la mesa no estaba la taza de café frío, ni el paquete peculiar de cigarrillos.

Tuve que cerrar los ojos para no comenzar a llorar.

Aquello se me hacía muy duro.
Era extraño no ver a Zayn tirado en el sofá dibujando en su cuaderno de Marvel, o simplemente echando una siesta. Era raro no escucharlo llegar a casa después de un largo día de trabajo. Se me hacía impensable no obtener mi abrazo de buenas noches.
Pero me limité a pensar que se curaría pronto, así que sin darle muchas más vueltas fui a la cocina para echarme un café y sentarme en mi sillón a ver la televisión.

Los canales eran una basura. Ya no echaban cosas interesantes. En ese momento estaba viendo un programa sobre policías, pero era como si la televisión estuviese apagada porque no le estaba dando mucha importancia.

Entonces me di cuenta de que prácticamente había dejado de fumar.
Obviamente seguía haciéndolo, pero para nada como antes.
En ese mismo momento ni siquiera me apetencía llevarme un cigarrillo a los labios, y lo agradecía bastante.
Había estado fumando desde los 15 años y eso no iba a traerme nada bueno, así que dejarlo poco a poco iba a ser la mejor opción.

Antes de que me diese tiempo a acabar mi ración de café una llamada entrante arrasó con mi teléfono.
No me lo pensé dos veces y me lo llevé a la oreja.

— ¿Hola?— pregunté, y tenía la manía de nunca mirar el contacto que estaba realizando la llamada.

— Harry — escuché la voz de Louis—, buenos días.

— Hola — murmuré y no pude evitar sonreír a pesa de que él no me estuviera viendo —. ¿Algo nuevo?

— Ehm...— pensó —, en realidad sí. ¿Te importaria venir?

Fruncí el ceño.
¿Para que quería que fuera? Me estaba preocupando, pero él estaba demasiado tranquilo, así que me tranquilice.

— Claro... Estoy allí en quince minutos.

Lo oí suspirar.
— Vale, siento mucho haberte llamado a estas horas.

— No te preocupes — dije—, no es nada.

— Ven rápido, por favor.

Entonces colgó.

No tardé mucho en ducharme y ponerme algo de ropa, así que lo más rápido que pude me monte en el coche y me encaminé hacia el hospital.

No podía parar de pensar en el estado de Zayn. Deseaba llegar y verlo, hablar con el doctor y saber de su salud.

Aparqué en la puerta del hospital y entré. No tardé en llegar al ascensor, ya había estado más veces allí y sabía a qué planta y a qué habitación dirigirme.

Subí en silencio. No me tomó nada, y llegué hasta el pasillo.
Pude distinguir el cuerpo de Louis cuando me aproximaba a la habitación. Estaba apoyado en la pared mirando a un punto fijo de la pared de enfrente. Se le veía perdido y despistado.

— Hola Louis— lo saludé.

Él sonrió no muy seguro, y me respondió el abrazo.

— Siento mucho haberte hecho venir hasta aquí, pero tenemos que hablar.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora