23.

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— Louis.

Salí del edificio empresarial de Liam tras haber acabado mi jornada laboral de aquel día.
Respiré hondo al ver que Louis me estaba llamando.
Me dirigí al coche, y me monté en el asiento del piloto.

— ¡Hola Harry!— dijo al otro lado del teléfono, entusiasmado—. ¿Qué tal tu primer día de trabajo?

Emmudecí. No sabía como explicar con palabras lo que sentía en mi pecho en ese momento.
Estaba tan feliz, que incluso tenía ganas de llorar.
Llorar porque por fin sentía que la vida tenía sentido.
Estaba jodidamente contento, no necesitaba mucho más.

Me quedé sentado en el coche, sin arrancar, pues no podía hablar por teléfono mientras conducía.

— Genial Louis. Simplemente... Increíble. Gracias por haberme recomendado a Liam, él ha sido muy amable todo el tiempo, entiende que acostumbrarse a mí lleva un cierto tiempo y además ¡paga muy bien! Oh dios mío Louisme quedé sin aliento—, nunca he cobrado tanto en mi vida. Madre de dios, estoy tan feliz.

Escuché a Louis reir al otro lado.

— No tienes por qué agradecerme. Eres un buen fotógrafo, eso es todo, vales para ese trabajo y te lo mereces. Ya es suficiente, la vida te ha dado muchos golpes. Ahora necesitas una tregua.

Sonreí para no llorar.
Aquello me había calado hondo.
Louis era increíble y nunca podría agradecerle lo que estaba haciendo por mí.

— ¿Dónde estás?— preguntó.

— En el coche de Zayn, a las afueras del edificio de Liam. Iba a casa.

Oh, vale, claro. ¿Qué te parece si quedamos esta tarde? Quiero ir a un lugar. ¿Me acompañarás? — trató de convencerme.

Aquello me sacó una sonrisa. Tapé mis ojos con una mano y dejé que la felicidad me invadiera.
Louis era muy atento.

— Claro. Voy a casa, me doy una ducha, y cuando acabe de comer voy a tu casa, ¿si?

— ¡Claro! Nos veremos luego. Conduce con cuidado, por favor. Hasta luego Harry— lo último salió en un susurro, y supe que estaba sonriendo levemente.

— Sí Louis, luego nos vemos.

Colgó la llamada.

[…]

— Ya llegué — grité mientras entraba en casa y me deshacía de mi abrigo y mis zapatos.

— ¡Harry!— Zayn vino entusiasmado desde el salón, con los brazos abiertos, descalzo y sin camiseta. Me abrazó y habló sobre mi cuello—. ¿Como fue tu primer día de trabajo?

Nos soltamos del abrazo y me acompañó hasta el salón. Me tiré en mi queridísimo sillón, Zayn en el sofá, y cogí un ansiado cigarrillo de la mesa, donde había una cajetilla.

— Ha sido genial— dije, con el cigarrillo en mis labios, mientras lo encendía—. Lo primero que he tenido que hacer es fotografiar a un pequeño bebé desnudo, a mi manera. Ha sido... Algo nuevo, supongo. Él no paraba de llorar y su madre no se callaba la jodida boca pero creo que las fotos han quedado medianamente bien.

Zayn sonrió, orgulloso.

— Haberle dado un golpe al bebé con la cámara en la cabeza, habría dejado de llorar— murmuró el moreno, con toda la naturalidad del mundo.

— ¡Zayn! ¡Eres un jodido enfermo!— grité, aún sorprendido.

— ¡Era una broma! Cálmate. Ya sabes que me agradan los bebés.

Mentira, no le agradaban en lo absoluto.
Dejé pasar el tema, sin darle mucha más importancia al día de trabajo.

Volví a recordar el sueño que tuve aquella mañana, y no pude dejar de estar triste desde entonces.
Recordar momentos así hacía que los malos pensamientos volviesen, y eso no estaba bien.

— ¿Te pasa algo? No te veo tan emocionado como deberías estar— comentó Zayn, con el ceño fruncido en un gesto de preocupación.

Apagué la colilla en un cenicero y volví a echarme en el sillón, como si así la angustia se me fuera a pasar.

— Yo... — tragué saliva— he vuelto a tener esa pesadilla.

Zayn alzó las cejas, sorprendido.
Acarició sus manos mientras jugaba con sus anillos medio tumbado en el sofá.

— ¿Cuál de ellas? Has tenido pesadillas desde que te conozco Harry.

— La de... — no podía hablar, el neviosismo me consumía como una jodida vela. Traté de mantener mi respiracion en calma—, la de Roger.

Oh fue lo único que pudo salir de los labios del moreno.
Se quedó callado por más de dos minutos.
Entendía su silencio.
Él sabía que yo llevaba bastante tiempo sin soñar con Roger, sabía que esa era la peor pesadilla de todas las que había tenido en mi vida.

— Bueno, y... ¿cómo te sientes?— preguntó con cautela, como si le diera vergüenza, o más bien miedo, la respuesta.

— Como una mierda — escupí—. Creía que ese sueño había desaparecido para siempre, pero veo que no.

Zayn asintió y suspiró, pasándose ambas manos por a cara.

— Harry tú solo... Olvídalo, ¿vale? Aquello ya ha pasado, fue un mal momento pero se superó. Estás aquí, eso ha sido solo un horrible recuerdo, ¿vale? — trató de calmarme con sus palabras y darme una sonrisa tranquilizadora, pero no funcionó.

Reí amargamente.
— ¿Quién ha dicho que lo haya superado?— me exasperé —. Esas cosas no se superan Zayn.

— Y-yo, lo sé, no quería decir eso...— dijo al notar mi enfado, intentando calmar las cosas —, pero ya han pasado seis años Harry, seis jo...

— Seis años en los que me he ahogado en drogas y alcohol para olvidarlo. ¿Crees que esos son 6 años dignos? ¿Crees que Roy estaría orgulloso de que su hermano mayor se comportase así?

Zayn se quedó callado, con el ceño un poco fruncido. Estaba asustado, lo podía notar, y sabía que él no lo había dicho con ninguna mala intención, pero aquello me molestó mucho.

Cuando se trataban de estos temas, Zayn sabía como hablar conmigo, sabía qué conversaciones no debía sacar en cada momento, y sobre todo, sabía todos los malos momentos que yo había pasado. Eso era de agradecer.
Pero a veces era un poco imbécil.

— Yo... — se atragantó con sus palabras —, si alguna vez vuelves a tener una pesadilla así, sabes que estoy en el sofá para reconfortarte todas las noches.

Asentí, inseguro, sin mirarlo a los ojos.
Él era tierno y sabía como arreglar las cosas.

— Bueno — rompí el hielo —, me voy a la ducha. Prepara algo de comer, he quedado con Louis.

— De acuerdo — asintió.

Me ausenté de allí y me fui al baño que había en mi habitación.
Cuando estuve completamente desnudo, me metí en la bañera, por donde corría el agua ya ardiendo.

Aquello era los más reconfortante que me había ocurrido en todo el jodido día.
Ese tipo de baños valían oro. Servían para pensar, para llorar, para relajarse, para tomar decisiones.
Tomar baños calientes ayudaba a todo.

Haber vuelto a tener esa pesadilla había despertado en mi pecho un sentimiento de pavor y horror.
¿Y si dormía, y volvía a tener ese sueño?
No quería, realmente no quería.
Daría lo que fuera por no volver a soñar y recordar aquello.
Era peor que cualquier tortura.

La mente es el peor de tus enemigos, y no puedes hacer nada para pararla.

Ver la cara de Roger rogando de dolor y de asfixia era mi peor recuerdo.
Yo no me merecía aquello, y mucho menos Roger se merecía aquello.

Los hermanos pequeños deberían ser eternos, como los abuelos. Eso me lo enseñó Roy.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora