Me dio tiempo a preparar algo de pasta para poder comer con Gemma, me di una ducha (la verdad es que me hacía falta) y me puse algo de ropa limpia.
Me sentía fresco después de mucho tiempo.
Aún tenía la espina de Louis clavada en el corazón, no podía pasar ni un minuto sin recordarlo, y su ausencia se hacia eterna entre las cuatro paredes de mi casa, pero intentaba olvidarlo y sobrellevarlo lo mejor posible.Justo cuando estaba encendiendo mi segundo cigarrillo de la mañana, un golpeteo provino de la puerta principal de mi casa, y entonces supe que Gemma había llegado.
Estaba nervioso, no podía negarlo, y de verdad lo sentí cuando, de camino a la maldita puerta, mis piernas casi ceden y me dejan caer al suelo. Estaba temblando como un flan, como un animal asustado, y mi corazón desbocado retumbaba en mis sienes recordándome que la ansiedad nunca me abandonaba, ni siquiera en momentos así de importantes. Tuve que tomar varias respiraciones calmadas para recordarme a mí mismo que esa persona era mi hermana y nadie más, y que no pasaba nada, no me iba a asesinar.
La puerta volvió a sonar y entonces me di más prisa.
Agarré el picaporte, lo giré, y abrí la puerta lentamente sin cambiar la expresión seria de mi rostro.La respiración se atascó en mi garganta. No podía respirar, no podía moverme, simplemente me quedé ahí frente a ella, aún sujetando el picaporte de la puerta abierta.
Ella era Gemma, mi pequeña Gemma.
Tenía el pelo rubio y liso, muy despeinado y enmarañado. Tenía los labios finos pero rojos e hirritados, con mordeduras de nerviosismo intenso. Su nariz y sus mejillas estaban enrojecidas a causa del frío — y eso en parte me recordó a Louis—. Sus ojos claros como los míos mostraban el fondo de su alma, y no me gustaba para nada lo que estaba siendo capaz de ver a través de ellos: veía dolor y miedo, podía percibir que estaba asustada, que le temía a algo o a alguien, y que estaba huyendo de lo que le causaba esa gran pesadez en el alma.
Estaba muy delgada, y lo pude percibir a pesar del gran abrigo color mostaza que le llegaba casi hasta las rodillas, y el cual conjuntaba con unos pantalones ajustados negros y unas botas negras de un tamaño descomunal.Volví a mirar su cara después de escanear su cuerpo, y me miró con miedo.
Quise llorar. Quise hacerlo porque no podía creer que ella estuviera delante de mí seis años después de que todo ocurriese. Y lo peor de todo, lo que más daño me hacía, era verla en tan mal estado. Se notaba que estaba pasando por un mal momento, y deseaba abrazarla y reconfortarla, pero aún no podía, no iba a acercarme a alguien que, ahora, era una completa desconocida para mi.Enarcó las cejas e intentó sonreír para calmar la tensión que se palpaba en el ambiente, pero ese gesto pronto se desvaneció de su cara para volver a mostrar ese miedo y esa inseguridad con la que se había presentado.
Movió la boca para intentar decir algo, pero rápido la cerró.
No podíamos estar todo el rato así, ella callada y yo observando sus facciones, así que sin nada que decir me aparte de la puerta y le dejé espacio para que pasara.Con paso inseguro y no muy decidido entró y anduvo hasta el salón, donde se paró y se dio la vuelta para ver lo que yo hacía. Sin nada más que decir, cerré la puerta y me metí en la cocina.
Sentía una presión extraña en el pecho, como si la situación fuese demasiado incómoda y arriesgada para mí. Tuve que calmar mi respiración varias veces, y luego tirar mi cigarrillo.
"Harry, deja de comportarte así, solo es tu hermana" me repetí a mí mismo.
Tomé los dos platos de pasta que ya había apartado con anterioridad y los saqué al salón.
Gemma ya se había deshecho de su abrigo y ahora llevaba una sudadera negra bastante grande.
En cuanto me asomé por el salón su mirada se dirigió a mí.
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In My Blood
FanfictionPRÓXIMAMENTE EN MI PERFIL: En nuestra sangre (Adaptación de In My Blood) "In my blood" sigue la vida de Harry, un chico con adicciones que busca una salida para toda la miseria que apareció en su vida tras atravesar un trauma a los 14. Después de u...