9.

1.8K 148 113
                                    

Abrí los ojos y sentí calma, paz.
La pastilla había hecho su efecto correspondiente, ya no me dolía nada y había dormido como un bebé.

Me levanté de la cama a duras penas, y no hice nada más que andar por el pasillo oscuro, vacío y frío que llevaba hasta el salón.

— ¿Zayn?— grité cuando aquello se sintió demasiado vacío—. ¿Hermano?

Llegué al salón. El sofá estaba vacío, sobre la mesa había una taza de café a medio terminar, fría, y el cenicero tenía varias colillas nuevas.
Zayn se había ido a trabajar temprano.

Me dirigí a la cocina y vi que había hecho café en la cafetera. Cogí una taza, y la llené del líquido oscuro que aún estaba caliente.
Agradecía aquel detalle.

Me senté en el sillón de mi salón y me quedé ahí, hecho un ovillo, dándole suaves sorbos a mi taza de café, cuando se me ocurrió una idea.

Tal vez debía llamar a mis padres para decirles que ya había dejado las drogas e iba a comenzar a ser un chico nuevo.

Aunque no estaba muy seguro.

Solté la taza en la mesa, y por culpa de la ansiedad tuve que encender un cigarrillo.
Marqué el número de la casa de mis padres en mi móvil, y me quedé quieto sin llamar. Tenía miedo de su reacción, tenía miedo de que siguieran sin aceptarme como familia.
Al final pulse el botón verde.

Esperé pacientemente.
La línea comunicaba intermitente.
Un segundo.
Tres segundos.
Diez segundos.

— ¿Quien es?— oí al otro lado de la línea.

Me quedé sin respiración.
Las manos me temblaban, y el móvil estaba a escasos segundos de caer de mis manos.
Mis ojos comenzaron a humedecerse.
Era la voz de mi madre.

— Ehh...— traté de hablar, pero la voz me temblaba.

— ¿Hola? ¿Quien es?— volvió a preguntar.

No podía responder. No podía pensar. La boca se me había secado.

Pulsé el botón rojo y finalice la llamada.

Solté el móvil en la mesa, y le di una calada al cigarrillo que había encendido momentos antes.
Las manos me temblaban y el corazon me iba a más de 1000 ppm|pulsaciones por minuto.

Me pasé las manos por la cara, tratando de calmarme. Iba a intentarlo otra vez.

Volví a hacer la llamada, y espere paciente a una respuesta la cual llegó varios segundos después.

— ¿Hola? ¿Quien llama?

Tomé una inspiración, y me armé de valor cuando sentía que el mundo se me caia a pedazos.

— Mamá, soy yo — susurré, casi de manera inaudible.

La línea se quedó en silencio por unos instantes. El corazón me dolía. Eso significaba algo malo.

Oh... Hola, Harry.

La conversación estaba fría, seca, vacía.
Quería darle muchas explicaciones, pero me resultaba imposible no sentirme culpable.

— Mamá, yo... Y-yo quiero hablar contigo.

— Adelante, estas hablando conmigo — dijo sin ánimo, como si realmente no quisiera entablar una conversación.

Suspiré nervioso y asustado.

— Bien... Quería decirte que después de aquello que... Ocurrió, he vuelto a ser un hombre nuevo. Y-yo he dejado las... drogas y ahora estoy intentado encontrar una vida mejor.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora