Capítulo 4

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No necesito tu aprobación, soy libre, y una vez fuera de tu agarre, no volveré a ésta prisión.

Pasé por una semana muy pesada, en mi trabajo tuve algunos problemas con un cliente por su falta de respeto, y en casa fue lo mismo pero de diferente manera.

- Entonces crees que podrás irte de aquí- añadió con despreocupación- no lo creo- intenté comer más rápido para evitar oír sus palabras que sin esfuerzo alguno logran chocar contra mi corazón.

Es inevitable, esto no llega a ser siquiera lo último que esperas de tu madre, esto no entra de ninguna manera en lo normal, y creo que tampoco tiene cabida en anormal.

No sabría explicar el sentimiento de que tu madre te ataque, cuando debería cuidar que nadie lo haga.

- Ya basta- ella me miró con su boca entreabierta- no me impota lo que sea que creas que eres de mi- me levanté y caminé hasta las gradas para luego proseguir- tu no eres nada en mi vida, me iré de aquí, no entiendo cuál es el problema, es lo que siempre has querido.

Me permitió terminar de subir los escalones sin decir una palabra más. Cuando escuché un escalón tras de mi ya era tarde, me había tomado del cabello y arrastrado hacia abajo de nuevo.

- ¡Sueltame!- le grité forcejeando.

- Haz logrado llevarme al punto en el que realmente no quiero que existas- me lanzó al lado del sofá, me golpeé la cabeza con la mesa tan fuerte que por un momento todo era oscuro.

Le escuché ir a la cocina y sacar algo de la gaveta- ¿que haces?- pregunte débilmente aterrorizada.

- Acabaré con todo de una vez por todas- se acercó a mi violentamente obligándome a ponerme de pie.

- Mamá para por favor- le rogué mientras las lágrimas salían descontroladas.

- ¡No me llames mamá!- gritó tomando mi cabello hacia atrás, dejando al descubierto mi cuello.

- Por favor- le continué suplicando.

- Eres un asco- colocó el cuchillo sobre mi cuello- por eso debes morir.

- Eso no lo traerá de vuelta- dije armandome de valor.

- ¿Crees que no lo sé?- respondió tranquila para mi sorpresa.

- Entonces no me hagas esto, ¿porque no simplemente me dejas irme de aquí?- coloqué mi mano sobre la suya tratando de tranquilizarla, lo cual pareció funcionar por unos escasos segundos.

- Odio que lleves mi cara- cambio de posición el cuchillo- quizás en vez de matarte rápido haré que mueras día con día- lo acercó a mi rostro y me alteré- lentamente- lo pasó sobre mi mejilla, temía moverme y que la herida se hiciera peor.

De repente la puerta se abrió de golpe y logré escuchar la patrulla.

Era la policía.

Ella soltó el cuchillo asustada y me lanzó al sofá- ¡vayanse de aquí!- gritó mientras les lanzaba lo primero que tomaba.

- ¡Señora detengase!- le apuntó con su arma, con señas le indicó a los demás oficiales de la detuvieran y ellos sin temor alguno lo hicieron.

Mientras yo miraba aterrorizada la escena, ellos se encargaron de escoltarla y llevarla fuera de casa. Una vez hecho me atendieron a mi.

- ¿Estas bien, te hizo daño?- preguntó mientras miraba mi cuerpo para confirmar su estado.

- Es... Estoy bien- logré decir.

- Necesitas atención médica para tu mejilla y un psicólogo- sugirió.

- No, no lo necesito- me negué mientras me abrazaba a mi misma, aunque no hacía frío.

- ¡James!- le llamó a uno de sus compañeros.

- Señor- le respondió.

- Requiere ayuda médica para la mejilla, solamente- me miró al decir lo último, respetando mi decisión.

Le agradecí mentalmente por ello.

La enfermera llegó y colocó lo que mi mejilla necesitara, aunque no era nada grave.

Durante todo ese tiempo no dejé de temer por que ella volviera, incluso cuando ellos se fueron decidí esperar afuera a mi padre. Estar dentro de esa casa me asustaba.

Le estuve esperando hasta que llegó la tarde, y hacía frío siendo franca, así de alguna manera tuve que armarme de valor para entrar de nuevo a la casa y esperarlo ahí.

No tenía ni idea de que le diría, él nunca llegó a enterarse de esto, y ahora llegará a casa esperando a ver a su esposa, y yo tendré que decirle que está en la cárcel por intentar asesinarme.

Seguro que se enfadará conmigo, ya que se lo estuve ocultando en vez de habérselo dicho cuando pude. Sé que el me habría creído, pero no podía hacerlo, no era ni soy tan valiente para hacerlo, temía que él le creyera a ella y no a mí.

Cuando escuché la puerta abrirse me puse de pie rápidamente.

- Hola papá- traté de parecer lo más tranquila posible.

- Hola pequeña- respondió.

- Papá tenemos que hablar- decidí terminar esto rápido.

- Claro- se sentó y me indicó que también lo hiciera.

- Es sobre mamá.

- ¿Por cierto, en donde está?- preguntó.

- Sobre eso mismo debemos hablar- me miró confundido-. Papá, nunca te lo dije porque tenía miedo, pero creo que ya es hora, espero que puedas entender- el asintió inseguro- mamá me agredía todos los días de mi vida, más que nada verbalmente.

- ¿Es por eso que nunca cenabas?- preguntó preocupado, mientras juntaba todas las piezas.

- Sí. Aunque todavía no sé la razón, la policía llegó esta mañana, y ahora ella está en la carcel porque intentó asesinarme- al escuchar lo último pareció bastante alterado.

- ¡Hija eso debiste habermelo dicho, fue peligroso enfrentarlo sola!.

- Aún no comprendo porqué no estas preocupado por ella- dije sincera.

- Sabía que ella no estaba bien, siempre que entraba a la habitación lo primero que me recibía era el olor a alcohol, pero no estaba enterado de que te hacía daño, sólo suponía que se emborrachaba por causa de James.

- ¿Entonces me crees?- pregunté.

- Claro que sí, y lo habría hecho desde hace mucho, pero no dijiste nada.

- Losé, lo siento- el me abrazó.

- Ya todo estará bien, haré lo posible por cuidar más de ti, lo prometo.

Luego de la conversación, cenamos para intentar olvidar el tema.

- Hija- le miré mientras mordía la carne- debo decirte algo importante.

- Claro dime- esperé a que lo dijera.

- Estoy enfermo.

TU PRESENCIA [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora