Capítulo 7

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- Grenda- añadió suspenso- le han dado el alta.

Sus palabras causaron que mi corazón se detuviera, sólo puedo pensar en que ahora ella volverá a casa, esa pequeña parte de mi corazón en donde había duda, se esfumó.

- ¡¿Cuando puedo ir por ella?!- escuché una risa de su parte, parece estar tan feliz como yo.

- Puedes ir ahora, así que ya puedes salir de tu casa- en cuanto oí sus palabras corrí a echar un vistazo por la ventana. Y confirmé que su auto estaba parqueado frente a la casa.

Entonces me propuse superar a flash y llegar al auto lo más rápido posible, y así fue- vaya- dijo al verme en el auto.

- ¡Pero ya vamos!.

El condujo apresurado hacia el hospital, em cuanto llegamos, logré ver a un doctor al lado de Grenda ayudándola a salir.

Él detuvo el auto, y ahora, yo me encuentro más tranquila al verla- no logro entender como es que lo permitieron, ella aún no estaba totalmente bien- dijo con preocupación, lo miré con el entrecejo fruncido- no me mires así, sólo me preocupo por ella- explicó en su defensa.

- Como sea, estoy feliz de que ella pueda ir a casa- respondí rodando mis ojos. Salí del auto y me dirigí hacia ella- Grenda- dije al tenerla frente a mi, recibiéndola con un gran abrazo.

- Kayla- me abrazó de vuelta- no sabes lo feliz que estoy de verte- la solté para mirarla.

- Yo igual- respondí con una sonrisa- vamos al auto, te llevaremos a casa.

- De acuerdo- enredó su brazo en el mío en busca de apoyo, mientras con su otra mano se sostenía de un bastón.

Llegamos hasta el auto donde su nieto nos esperaba con la puerta abierta- Grenda- saludó haciendo referencia, ella sonrió.

- Gracias enano- se soltó de mi brazo sólo para poder jalar una de sus mejillas.

Entramos al auto y nos dirigimos a su casa.

- Vaya- solté al ver su casa- es hermosa- miré a Grenda sorprendida.

- Es verdad- respondió mirando por la ventanilla- aunque en las mañanas me tapa la vista- entonces me di cuenta de que metí la pata.

- Vamos- dijo su nieto. Entramos a su casa, la cual queda frente a la casa que elogié.

- No está nada mal- dije al ver que también tenía buen aspecto.

- Gracias linda, pero ya es tarde- dijo entre risas algo débiles.

Al adentrarnos a su hogar no pude evitar sentir ese lindo olor a madera, el cual crea un ambiente de comodidad.

Era de noche, pero aún así su casa no era totalmente oscura, la luz de la luna atravesaba su ventana.

- ¿Porque siento que ya e estado aquí?- pregunté con confusión.

- Debe ser el olor de la casa, lo llevo conmigo a todas partes- aclaró con nerviosismo- iré a descansar- cambió de tema- ¿te quedarás?.

- Oh no, ya debo irme- dije rápidamente- mi padre debe estar preocupado.

- Te llevaré a casa- dijo su nieto tomando su chaqueta.

- Que descanses- me despedí con un abrazo.

- Tu igual pequeña.

Su nieto me llevó a casa, y como era de esperar, mi padre se encontraba sentado en las gradas. Antes de bajar del auto me despedí de el chico.

- Estuve esperando a que preguntaras mi nombre todo este tiempo- lo miré sin responder- por lo visto moriré esperando así que, dime Ethan- me encogí de hombros para molestarlo, abrió su boca ofendido.

Se relajó al verme reír- de acuerdo, Ethan- dicho esto salí del auto.

Mi padre me miró con el entrecejo fruncido- ¿Y quién...

- Es nieto de Grenda- le resté importancia- le han dado el alta- le informé- la llevamos a su casa.

- Eso es una buena noticia- se levantó y abrió la puerta- ¿y como se yo que Grenda es una mujer?- preguntó cerrando la puerta.

- Papá por favor- respondí entre risas.

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- Ya me hacia falta venir aquí- dijo Grenda con tristeza.

- Lo bueno es que ahora hay un McDonalds en frente- añadió Ethan con notable apetito.

- Deberíamos...- dije mirando a Grenda.

- Oh vamos, ¿crees que prefiero leer que comer?- dijo Grenda con incredulidad.

Nos levantamos con una sonrisa, preparados para probar las hamburguesas del nuevo local.

Al abrir la puerta, era evidente el buen resultado, ya que a pesar de ser nuevo, habían muchas personas.

- Ahí hay una mesa- dijo Ethan pasando rápidamente entre las personas que también buscaban hambrientas una mesa libre.

- Que bien- dije al tomar asiento.

- Espero que sean buenas- dijo Grenda.

A veces pienso que para su edad, es bastante joven, no hablo de su físico, muchas veces a sido esa amiga que necesito. Cuando necesito unas palabras de aliento, ella es quien está ahí para mi.

Ethan fue a pedir las hamburguesas, volvió luego de un rato.

- La que atiende es una chica linda- dijo Ethan con una sonrisa- y creo que le gusto.

- Con esa cara, hasta a mi enano- jaló una de sus mejillas.

- Trae eso, tengo hambre- dije tomando lo mío.

Estuvimos bromeando acerca de la chica de Ethan, al rato, decidimos que ya era hora de volver, porque habían muchas personas fulminándonos con la mirada pidiendo la mesa.

Fui a pagar lo mío junto con Ethan, estaba esperando el momento para enseñarme a su chica.

- Espera, ya no está- dijo con decepción.

- Lo siento por ti, estaba segura de que te daría su número- reí.

Él borró su gesto de decepción en cuanto la voz de una chica nos pidió que pasaramos.

- Es, ella- dijo sin mirarme, me volteé para ver a la chica, y entonces llegó a mi un presentimiento de que la conocía.

- ¿Numero de mesa?- preguntó nuevamente.

- Siete- respondí mirándola fijamente.

- Serían once mil trescientos- me miró esperando el dinero.

Reconocí su mirada de inocencia, una sonrisa se asomó en mi rostro al pensar en el pobre Ethan, quién terminará decepcionado cuando se entere de que su chica fue mi mejor amiga, y además, es algo distraída cuando de chicos se trata.

- Jessica- dije segura.

- ¿Que?- respondió a su no nombre despegando su mirada del computador.

- Soy Kayla, Torta de pan- al oír mi sobrenombre parece haberme recordado.

- ¡Torta de pan!- extendió sus brazos enredado me

TU PRESENCIA [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora