28. ¿Quien me lo advirtió?

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Después de unas interesantes clases de dibujo, exactamente un repaso de lo que tenia que haber visto en mi último año nos dan un descanso para ir al baño y comer algo (es lo que necesito). Decido entrar al comedor junto a Mario.

–¿Estás segura de que quieres entrar ahí luego del espectáculo que montaste?

–Me da igual lo que piensen y es lo de menos cuando muero por comer algo

–No entiendo tu estómago ¡Comiste antes!

–Si... Mi mamá me tiene acostumbrada a comer antes de entrar a clases así que sí, pero ya me da hambre, ¿Qué crees? ¿Prestar atención en clases no gasta energía? Para mi es prácticamente como ir al gimnasio, pierdo calorías.

–Estás loca –dice riéndose.

Y así es como entramos, él riéndose y yo acompañándolo. Pero uno siempre tiene que tener un oído de más, se escuchan susurros, tantos a la vez que no sé qué dicen con claridad. No presto atención y vamos a buscar comida.

–¿Viste eso? Fue demasiado cliché, todos mirándonos mientras hablan entre ellos.

–Se veía venir, con toda la locura de la mañana. Busquemos una mesa.

Luego de tener la comida ¿Quien diría que por ser una universidad de ricos me servirían algo tan simple? Me imaginaba un carpaccio de lomito o algo así. Encuentro una mesa y tenemos que pasar por la mesa de los chicos populares (hijos de papi), una de las chicas me miraba mal y disimuladamente estiró su pierna para entonces yo tropezar y caer pero lamentablemente no me conocen.

–Miren quien está aquí, la chica nueva enamorada de mi –dice la imitación de Marcus y todos ríen. Me acerco más al pie de la chica y al caminar lo aplasto, ay lo siento.

–Ay, ¿Qué te pasa zorra? –la chica me mira con odio y todos en el comedor se quedan callados.

–Oh dios ¿Acaso te pisé? De verdad discúlpame, esto es lo que pasa por dejar mis lentes en mi bolso –digo falsamente lamentada–. Tu pie estaba mal acomodado, estaba... Atravesado –digo haciendo una mueca y miro al doppelganger de Marcus sonriéndole–. De verdad lo siento. Vamos a comer Mario.

Nos sentamos en la mesa y Mario está asombrado, no deja de mirarme y yo lo observo imitándolo hasta que ya no aguanta la risa.

–Deberías ganarte un Oscar, de verdad eres buena actriz ¿No has pensado audicionar para maléfica o Úrsula? Te quedaría perfecto el papel.

–Se me daría bien ser actriz pero rechazo tu oferta, quiero ser arquitecto. Tal vez más adelante, quien quita.

–¿Eras malvada en donde estudiabas?

–No lo diría así, pertenecía a un grupo de chicas en el colegio y actuábamos de malas pero sólo era un escudo para protegernos, cada una tenía un ala rota y simplemente no queríamos salir heridas de alguien. Tratábamos mal a quienes lo merecían más no buscábamos problemas, defendíamos a quienes sufrían de bullying.

–¡Vaya! Eso suena genial ¿Y sigues hablando con ellas?

–Claro que si, somos inseparables. Espero que un dia puedas conocerlas, me encantaría que si seguimos en contacto me acompañes a mi ciudad natal y así presentártelas con gusto.

–¿Cómo que si seguimos en contacto? Mujer, con lo que hiciste hace rato nunca me separaré de ti.

–No sé.,. Sólo digo, pensé que me habías agarrado miedo con esto –digo bromeando.

–Si claro... –dice y a los minutos suena el timbre–. A clases señorita malvada, toca matemática.

Sinceramente no quiero aburrirlos con lo que vi en esta clase así que sólo diré lo más destacado. La chica que me metió el pie (la llamaré MP, muñeca + plástica pero digamos que Maria Paula) está en esta clase y coja, como era de suponer loca por el doppelganger de Marcus, quien también está aquí. A los bullys le encanta el profesor de matemática aunque no entiendo porqué, le dijeron a Mario que es el mejor profesor para humillar a los demás.

–Están distraídos Elizabeth Roberts, Manuel Ferrante y Carlo Mancini. Veamos... Señorito Matthew Miller ¿Quien quiere que pase a pizarra para explicar esta ecuación –ah, creo que ya entendí porqué, este profesor es malvado y los bullys disfrutan con él.

–Bueno profe... La verdad que no me la puso difícil esta vez –Aguarda... Esa voz, oh no. Me volteo y lo veo mirándome con una sonrisa malvada, se llama Matthew, por lo menos no es Marcus pero... Su apellido es Miller ¿Hay algo que yo no sepa?–. Quiero que resuelva ese ejercicio la chica –como dije, no me conocen y poco a poco lo harán. No necesitaba prestar atención cuando este tema me lo sé de memoria, me maté toda una semana practicándolo para el examen que presenté. Sin nada de nervios voy hacia la pizarra para resolverlo, ya listo me volteo para observarlo, me mira perplejo, le sonrío y le lanzo un beso. Escucho una fuerte carcajada y la conozco muy bien así que me contagia.

–¿Ustedes dos señoritos de qué se ríen? A dirección ¡Ya! –dice el profesor bravo del asombro.

Primer día de clases y ya en dirección, que buen comienzo.

La Vida de EliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora