Epílogo

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¿Que quieren saber? Después de encontrarnos nos quedamos en ese café a hablar por horas y me dediqué a perder el tiempo de la mejor manera.

Estaba tan cambiado, no lo reconocí de inmediato. De verdad, estuve acostumbrada a ver una persona idéntica a él, entendible que no muestre ninguna reacción. Tuvo que decir esas lindas palabras que recordaré siempre para poder entrar en razón y darme cuenta de que era él. Estaba tan reacia a que lo volvería a ver que ni me di cuenta que lo tenía en frente a mi en ese momento.

A mi hermana le hizo muy feliz verlo y estaba emocionada con que se quedara con nosotras en la casa y eso hizo.

Me veía trabajar por horas en los planos y también en los suyos para su empresa y se notaba lo feliz que estaba de verme hacer lo que me gustaba.

Me contó que no tuvo que hacer mucho esfuerzo en buscarme, cuando se le ocurrió la idea de abrir su empresa aquí también le proporcionaron una lista de arquitectos y me encontraba ahí, así que simplemente se puso en contacto conmigo.

Estamos en diciembre y en esta ocasión visitamos US para la boda de Blake y Sophie y nos quedaremos hasta mediados de enero. Mi mamá está muy contenta de que haya regresado y Luisa está que se muere de la felicidad por conocer Texas.

Cuando llamé a mi mamá para decirle que me había encontrado con Marcus estaba con Carly y las dos gritaron de la emoción, dijeron que estaban muy orgullosas de nosotros.

Estos meses que pasé con Marcus han sido increíbles y cada día más enamorada me sentía. Tenernos uno al lado del otro y apoyarnos mutuamente ha sido lo mejor para los tiempos difíciles y los más maravillosos.

A penas llegué a Texas me di cuenta que Marcus tenía su propio apartamento, que se había comprado uno en un edificio que tenía hasta ducha de perros ¿pueden creerlo? Eso era lo que más emocionada me tenía. Obviamente me invitó a quedarme con él con lo que acepté gustosa.

Mi hermana se quedaría en mi antigua habitación en la casa de mis padres. Yo con Marcus en su nuevo apartamento, no hay nada que me podría hacer más cómoda en estos momentos.

Este apartamento es hermoso, toda la sala es blanca, cerámica blanca, pareces blancas, muebles blancos con adornos en negro. Una habitación bastante espaciosa con una cama gigante y un vestidor con el que siento que si entro me llevará a Narnia.

Pasamos la mañana acostados en la cama viendo Netflix, riéndonos, conversando y cuando llegó la hora del almuerzo nos bañamos y nos arreglamos para la boda de mi cuñado y una de mis mejores amigas.

Cuando llegamos a la boda, yo tenía un vestido bastante pegado azul eléctrico y mi galán iba de un traje del mismo color (y no, no nos pusimos de acuerdo, cuando vi su traje y mi vestido me pareció gracioso que estuviéramos al conjunto).

Lo curioso de esta ceremonia era que teníamos que llegar un poco más temprano, Sophie no decidía a quienes poner de damas de honor y pensó que la forma menos hiriente de elegir era por papelito (en un bol colocó a Alex, Lauren, Andre, y a mi) quería a dos damas de honor y aunque no quedé estoy feliz de que hayan sido Andre y Lauren, casualmente los vestidos les quedaron a la perfección y continuamos con la ceremonia riéndonos de las ocurrencias de nuestra amiga Sophie.

Todo fue hermoso y después de que fueran declarados marido y mujer siguió la fiesta en un salón muy elegante con una buena decoración.

Empezamos a bailar todas juntas en un círculo, definitivamente extrañaba estar con ellas. Y cuando empezó la música lenta me tocaron el hombro, volteo y me encuentro con Marcus mirándome sonriente.

—¿Me concede esta pieza señorita Elizabeth? —dice caballerosamente tendiéndome la mano.

—Sería un placer señor Marcus —digo tomándole la mano y empiezo a bailar con él. Después de unos minutos se arrodilla y empiezo a temblar, no puede ser... ¿Me pedirá matrimonio? Yo no esperaba eso, no era que no estuviera lista, yo aceptaría siempre sólo que no me lo esperaba hoy. Me sonríe como con ganas de reírse, tal vez es graciosa mi cara que debe ser un poema.

—Elizabeth Roberts ¿me harías el honor de... —lo deja en suspenso y todos voltean emocionados. Saca una cajita y la empieza a abrir mostrando una llave, aguarden ¿una llave?—. Vivir conmigo? —termina de decir y mi respuesta es reír muy fuerte ¿de verdad todo este espectáculo para esto? Una sola palabra, maravilloso.

—Oh señor Marcus Miller, por supuesto que le haría el honor de vivir con usted —digo siguiéndole el juego. Se levanta y se ríe conmigo, él definitivamente es lo mejor que me ha pasado y tal vez no nos hemos casado todavía ni tampoco tengo un anillo de compromiso pero sé que está aventura a penas comienza.

La Vida de EliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora