13. Ni una semana

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Me visto adecuadamente y sin mostrar nada de piel, cuando digo nada me refiero a una blusa manga larga y un pantalón. Terminando de lavar mi plato suena el timbre, mierda. Voy a abrir la puerta y lo encuentro con una caja de pizza y varias películas ¿Qué le ocurre?

–Sinceramente no entiendo qué haces aquí, mataré a mi mamá cuando vuelva pero pasa –le digo molesta. Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla. Me va a dar un ataque cardíaco.

–Hola Eli, yo también me alegro mucho de verte y compartir contigo una tarde –dice sarcástico.

–Como sea ¿Qué películas traes? –le ignoro lo que dice.

–Bueno, una es de terror, una de comedia y la otra es como un romance, ¿Cuál quieres ver?

–En realidad quiero ver todas, empecemos con la de terror –le digo emocionada. Me mira sorprendido, tal vez espera que me dieran miedo esas películas.

–Está bien –dice colocando la película.

La película es buena, amo las películas de terror. No soy de las chicas que no soportan éstas películas y que después se van a dormir con las luces encendidas o que sueñan con el trama. Si hay partes que me asustan o en las que me cubro los ojos pero son muy pocas las veces y duermo plácidamente luego de verla.

Marcus es igual que yo en este sentido y me asombra, tenemos mucho en común por lo que veo. Y estamos sentados en el sofá, uno en cada esquina de éste, no pienso estar más cerca de él.

Me encuentro entretenida viendo la película, la chica se está volteando porque presiente algo en su espalda cuando yo siento una mano en mi pierna y pego un brinco del susto.

–¡¿Te has vuelto loco?! –le grito con el ritmo cardíaco acelerado y él suelta la carcajada, le doy un golpe en el brazo y coloca mala cara.

–No golpeas nada mal –me elogia, se voltea a verme–. Lo siento, mi intención no era asustarte sólo quería acomodarme y no sabía que tu pierna estaba ahí. Pero ahora que de verdad tenemos una conversación –dijo haciendo comillas con sus dedos–. ¿Quieres dulce o salado? –me pregunta señalándome chocolates y galletas como dulce y doritos como salado.

–¿Y por qué no de los dos? –le digo con una sonrisa, parezco una niña pero las chucherías son mi adicción.

–Y así respondería Elizabeth, estoy de acuerdo contigo –me devuelve la sonrisa y se me queda mirando como si quisiera decirme algo, no quiero preguntar pero tengo mucha curiosidad.

–¿Qué ocurre? –le pregunto dudosa.

–Eh, no, nada –dice nervioso y yo lo miro con cara de exigencia–. Bueno... Me gusta estar contigo, sé que te haces la que no sabe nada pero gracias por decirle a tu mamá para venir, yo pens... –ya va, ¿Escuché bien? ¿Que yo le dije a mi mama? Lo interrumpo.

–Disculpa Marcus, no quiero ilusionarte pero yo no le dije a mi mamá para que estuvieras aquí y mucho menos voy a hacerme la loca. Es obvio que mi mamá te quiere como mi novio y por eso te dijo sin preguntarme primero, aunque yo no le dije lo que ocurrió y tal vez pensó que seguíamos estando... ¿Juntos? –le corrijo y me mira triste.

–Yo... No sabía eso... Yo pensaba que me darías una segunda oportunidad y estaba tan emocionado de estar aquí por eso. No está bien que esté aquí, mejor me voy. No quiero seguir molestándote Elizabeth, puedes quedarte con todo lo que traje, mejor me voy –dijo levantándose del sofá y yo me siento tan mal, lo agarro de la mano inconscientemente y me mira curioso.

–Puedes quedarte para que termines de ver la película, digo... Si quieres. Aparte de que puedo rodar si me como todo lo que trajiste, podemos rodar los dos y no me sentiría tan mal –le digo nerviosa.

La Vida de EliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora