16.

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Abrí los ojos lentamente y percibí que me encontraba en la enfermería del instituto.

— ya despertaste — dijo la enfermera amablemente.

— ¿q-que hago a-aqui? ¿Cuánto tiempo e-estuve aquí? — pregunte alterada.

— relájate...estamos en la 4 hora. Queda aún 2 horas para que finalice el instituto — dijo limpiándome con un paño mojado la sangre seca de mi cara.

Me relaje un poco...

— después de que te cure, iremos a dirección — dijo.

Cogio vendas, yodo, agua oxigenada y empezó a limpiar mis heridas.

Después de 10 minutos toda la sangre desaparició de mi cara, solo tenía un chichón en la frente y fuimos a dirección.

— adelante Mía — oí la voz del director.

Entre y me senté.

— te ven mal... — dijo arrugando su rostro.

— lo se...—

— bueno, ¿y que paso? — preguntó.

No sabía que decir, no quería hablar por que me llevaré otra gran paliza.

— e-e caí por las escaleras y-y me desmayé mientras intentaba i-ir a la zona de descanso — inventé.

— ¿unas escaleras puede hacer eso? — preguntó.

— por lo visto s-si — dije nerviosa.

— bueno, llamare a tu tutor y... — dijo y lo interrumpí.

— ¡NO! quiero decir...n-no es necesario, me encuentro bien — dije levantándome —con permiso director Helkin — dije y salí.

Di un suspiro de alivio y me dirigí a coger mis cosas del casillero, quedaba una hora para finalizar el instituto y no quería que todo el mundo me mirase por cómo estoy y que los maestros me interroguen también.

[...]

— ¿que te paso ahora? — preguntó el señor.

Me puse el cinturón de seguridad y el arranco para irnos.

— me caí p-por las e-escaleras por un a-accidente — dije.

— eres tan pero tan torpe...— dijo negando.

Me dijo de nuevo.

Después de 5 minutos oí como mi barriga crujía.

— ¿tienes hambre? — preguntó.

— u-un poco — susurré.

Tenía mucha y no poca; solo que me daba vergüenza ya que mi hermano me golpeaba si le decía a unos de sus amigos que si tenía hambre cuando me preguntaban.

— yo también, pararemos en un restaurante para almorzar — dijo.

Que extraño.

Después de 20 minutos bajamos a un restaurante muy lujoso y no quería entrar por mi físico y mi manera de vestir.

— e-e señor, ¿por que no mejor algo menos lujoso? — pregunté parándome.

El se giró y me miró acercándose.

— ¿prefieres no comer nada? — me preguntó.

Yo negué.

— entonces, cállate y sigue adelante — dijo serio tirando de mi brazo.

Obedecí y entramos.

Todos me miraban de arriba hacia abajo, me intimidaban porque las mujeres iban con lindos vestidos y yo iba simplemente con un chándal.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora