Abrí mis ojos lentamente y noté la presencia de Mía aún en mis brazos.
Juro que nunca dormí tan cómodo, despejado, relajado...
Comencé a acariciar su suave brazo hasta que ella abrió los ojos lentamente y comenzó a separarse de mi.
Estaba algo confundida y ya sabía lo que se venía.
— estabas borracha — susurre.
— lo se, me acuerdo de todo y lo hice con razonamiento — dijo tocando su cabeza.
— me alegra oír eso — dije y me puse la camisa del pijama — ¿resaca? — pregunté.
Ella me miró y sonrió aún tocando su cabeza con delicadeza.
— si, en algún momento me estallará la cabeza — dijo e hizo el gesto de explosión.
Me acerqué a ella, me senté a su lado y la tumbé para tomar su pequeña cabeza y hacerle un masaje.
Ella cerró los ojos.
— se siente tan bien... — susurró.
— lo se...pero me tengo que ir, hoy tengo un gran negocio. — dije energético.
Me levanté pero sentí sus manos sujetar las mías.
— ¿enserio te tienes que ir? — preguntó triste — jo...quédate — hizo pucheros.
Se veía tan tierna...me quedaría con ella todo el día pero no puedo.
— si me dejas sola moriré por resaca — dijo y reímos.
Me arregle la corbata y me acerqué a ella.
— prometo que cuando vuelva te haré todos los masajes que quieras — dije y le di un beso en la cabeza.
— de acuerdo... — dijo desanimada.
— si te sigue doliendo pídele a Fernanda alguna pastilla —
Asintió y me fui.
Comencé a pensar en la situación en la que estaba y pensé en Ana...no puedo hacer esto, se que la ternura de Mía me gana pero eso eso tiene que cambiar, tengo pareja.
[...]
— amor — salude a Ana con un beso en los labios.
Ella se veía tan sexy.
— ¿por que tan sexy? — pregunté.
Entramos a mi oficina y nos servimos whisky.
— ¿enserio preguntas eso? Pues para ti y también para verme presentable frente a un gran empresario que vendrá en una hora, Stefan Pol. — dijo y sonrió en lo último.
Asentí.
— casi se me olvidaba — dije tocando mi cien.
— estoy aquí para recordártelo — dijo.
Sentí como se sentaba en mi regazo y me beso.
Después de unos segundos nos separamos y ella se fue a su lugar para atender a Stefan en una hora.
[...]
— señor — saludó Pol extendiendo su mano.
— señor Pol — respondí.
Nos sentamos y Ana comenzó a servirnos.
— bueno, veo que vienes desde muy lejos para un negocio importante — dije.
— a si es — respondió.
— pues adelante, dígame —
— queremos atacar a la mafia rusa y necesito más hombres y alguna avioneta, entonces me enteré de que tienes a hombres bien formados y varias avionetas —
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Sola
RomanceTodos los días es un infierno para Mía; su hermano mayor, Mike, era el causante de todas sus lágrimas, todas las heridas que Mía tiene en su pálida y suave piel. Mike decide dar a su hermana a un conocido por su poder, su seriedad, su fría manera de...