21.

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Me dirigí al trabajo y me centré en la carretera mientras pensaba en todo los problemas con el trabajo y en la misión de Archi.

Al llegar veo a Anastasia con una falda muy corta, dejándome ver sus preciosas y largas piernas...solo de verla se me hace la boca agua.

— buenos días Jefe — me saluda.

— buenas Anastasia — respondo.

— ¿que tal la mañana? — me pregunta algo coqueta.

¿Que pretende?

— la verdad que mal...y para relajarme te pediría que me traigas un café — le pido.

— por supuesto — dice amablemente y se dirige a la cafetera.

Me meto en mi oficina y enciendo el ordenador para empezar con mi trabajo.

Tocan a la puerta.

— adelante — respondo.

Entra Anastasia con su elegante andar hacia mi.

— ten, con dos azúcar, como le gusta — dice posicionándolo enfrente de mi.

Le sonrió.

Me puse de pie para estar frente a ella.

Me mira coquetamente recorriendo toda mi cara hasta pararse en mis labios.

— ¿siempre tan alegre? — le pregunto.

— claro, para hacer de esta oficina un lugar agradable — responde — ¿por que? ¿No te agrada? — pregunta.

— no, claro que no, es algo muy satisfactorio, ya que nunca estuvo una persona tan alegre aquí — digo.

— eso me alegra — responde sonriendo.

— y a mí me alegra que estes aquí —

Sonríe agachando su mirada hasta que no aguanto más y la agarro de la cintura atrayéndola hacia mi.

— llevo mucho tiempo queriendo hacer esto — susurro a centímetros de sus labios.

— hazlo — dice.

Me lanzo hacia ella y saboreo sus labios para luego entrar con mi lengua y explorar sus cavidad.

Ella gime y me detengo.

— ¿pasa algo? — pregunto.

— no, solo que nos podrían ver — dice.

Me alejo de ella para luego poner el pestillo y cerrar con las persianas todas las ventanas.

— ¿ahora? — pregunto acercándome a ella para luego atraparla de nuevo.

— perfecto — al decir eso se lanza a mis labios peligrosamente.

La tumbo al sofá y acaricio sus piernas.

Ella da besos en mi cuello haciéndome entremecer.

— me vuelves loco — le susurro y noto que sonríe.

Me dirijo a los botones de su blanca camisa para desabrocharla pero alguien toca la puerta.

— mierda — me levanto y me siento rápidamente — abre tu — le digo.

Se incorpora del sofá y se arregla para luego abrir.

— jefe, parece que llegaron nuevos informes de la séptima cuadra de New York — dice.

— entréguemelo — digo y me los da.

Al ver tantos papeles decido dejarme de rodeos y trabajar.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora