8.

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Desperté en la mañana siguiente muy adolorida y hambrienta. Parecía que no había dormido nada en toda la noche.

Vi entrar a Fernanda de repente.

— ah, ya estás despierta — dijo — en 10 minutos el señor de espera arriba — puso su mala cara de siempre hacia mí y se fue.

Me aseé, me puse unos vaqueros azules con una sudadera en la que pone be real, me hice una cola alta y me maquille un poco para tapar los golpes.

Toque la puerta y como siempre estaba ahí el guardia que me vigila.

Me llevo arriba y vi al señor desayunando.

— aquí la traigo — dijo el hombre que me tenía agarrando mi brazo fuertemente...siempre lo hacía.

— siéntate Mía — ordenó el señor.

— si señor — susurre.

Me senté y solté un gemido por el dolor de mi glúteo contra la silla.

Veía los panqueques tan deliciosos en la mesa...se me hacía la boca agua...

No había probado ni un bocado desde no sé cuándo, me moría de hambre.

— Kim, tráele el desayuno — dijo el señor.

Parecía que me había leído la mente.

— ¿te sigue doliendo? — preguntó.

— si...u-un poco — dije con miedo.

La tal Kim me puso un vaso de leche con cacao y unos panqueques.

Comencé a comer.

— a la salida del instituto quiero que te des prisa —

Asentí.

Después del delicioso desayuno nos dirigíamos al auto del señor rumbo al instituto.

Durante todo el camino el señor se la paso haciendo llamadas contestando con muy mal humor, daba miedo al ver como se tensaba y pegaba golpes al volante por algún motivo que sus empleados no hicieran bien su trabajo.

Cuando bajaba del auto el me paró.

— ya sabes, no quiero que hables con nadie ni hagas amistades —

— si señor — dije y me baje.

Nunca establecí amistades con nadie porque mi hermano Mike también me lo tenía prohibido, siempre que me veía hablando con alguien me golpeaba al llegar a casa. Siempre quise tener una amiga a la cual contar mis secretos, un amigo para que me proteja, un chico que me quiera...eso nunca será posible para mí.

Estaba sacando los libros de mi casillero, y vi que las 3 divas del instituto se acercaban.

— hola zorrita — dijeron las 3 a la vez.

— dame nuestros deberes, espero que los hayas echo — dijo Sofie.

Los saque rápidamente de mi mochila y se los entregue.

Se fueron y todos los chicos las miraban con mucho elogio, por la forma de vestir sobre todo.

Entre a clases y me senté donde siempre.

[...]

Llego la hora del descanso y me fui rápidamente al baño para que no me pase nada por los pasillos ni en el comedor.

Me senté en el inodoro y esperé a que sonara la campana.

40 minutos después sonó y fui rápidamente a clases de física y química.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora